Paul Tregadis era un hombre que coleccionaba objetos antiguos. Un hermoso día de primavera entró en una tienda de antigüedades de la avenida Strugarts. Saludó al dueño y se sumergió en la habitación dedicada a objetos del siglo XVIII. Recorrió lentamente cada una de las estanterías, hasta que tropezó con una madera floja y varias estanterías comenzaron a caer en efecto dominó.
Distraídamente comenzó a gatear. Paul Tregadis encontró el cristal lechoso entre un montón de cachivaches de todas las épocas, tomó la antigüedad y la observó. El objeto era como del tamaño de una naranja pequeña ligeramente aplastada. Creyó que tal vez provenía de algún país de Europa. Quiso incorporarse, y colocó el extraño objeto sobre una mesa. Se puso de pie y se golpeó la cabeza con una campana de oro.
Tregadis, aturdido y maravillado, se encontró ante la mesa donde había puesto la achatada esfera. La tomó y quiso colgársela del cuello. Caminó silenciosamente y de repente la cadena de ajustó contra su cuello, ahorcándolo lentamente... Tres meses después del incidente, nadie parece saber nada de él y su misteriosa muerte.
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