- Cómo que... ¡Cómo te atreves!- la sannin se sorprendió por el tono de voz de la chica, que había sonado arrogante y despiadado- ¡Estás desafiándome! A mi y a...- pero se calló al instante, Hadda había serrado los ojos.
- No estoy desafiando a nadie, solo estoy...- abrió los ojos de nuevo y la miró fijamente, aún con el Jigokume activado, pero ahora con la mirada digna de un demonio- estoy diciendo la verdad.
Todos se quedaron en silencio un largo rato, Hadda aún tenía en sus manos el pergamino y miraba fijo a Keiichiro, la cual no apartaba la vista de la nota y seguía con las manos tapándole la boca. Kaichi, por su parte, se limitaba a observar a las dos kunoichis, esperando a que laguna de las dos dijera o hiciera algo. Conocía a Hadda, sabía que no daba brazo a torcer y muchas veces su mirada podía decir perfectamente “No me contradigas”, y eso era precisamente lo que intentaba decirle a Keiichiro en ese momento. Tosió, simplemente para romper el silencio, luego dijo con tranquilidad:
- Keiichiro-sama, en fin, ¿cuál es la misión?
- La misión- la HiKokuo lo miró- es proteger a Toki, día y noche, sin descanso y sin que él se de cuenta. Caelum Sanguis puede atacar en cualquier momento, debemos tener la guardia en alto permanentemente- suspiró profundamente y se levantó-. Pueden irse, en cuanto Toki regrese comienza la misión.
Kaichi asintió y ambos jóvenes caminaron hacia la puerta, pero cuando el chico tomó el picaporte, la sannin agregó:
- Hadda quédate un momento más por favor.
El chico miró a la kunoichi y sólo abrió la puerta y se marchó cuando ésta le asintió.
Una hora más tarde, Toki y Mey volvían a la aldea caminando, cuando de la nada una flecha atravesó el aire, le rozó peligrosamente el flequillo a Mey y se clavó en un árbol.
- Que... ¿Qué fue eso?
- Una flecha- contestó Toki tomando su kunai.
- Me refiero a...- pero la chica no terminó la frase, se acercó a la flecha y la desclavó, luego de analizar su punta simplemente dijo- Serpientes.
- ¡Qué!
- Eres muy lista jovencita- dijo una voz a sus espaldas.
Ambos miraron a quien les había hablado: era un hombre alto, flaco, pelirrojo y de ojos marrones, llevaba una túnica negra y roja y colgando de su espalda un arco y flechas, en su cintura llevaba una katana sin funda y, al parecer, bastante afilada.
- ¿Qué quieres Serpiente?- le preguntó Toki mostrándole sus colmillos.
- ¡Oh, solo una cosa... a ti!- contestó el samurai señalándolo con un puntiagudo dedo- Vendrás con migo, jinyuriki.
- “¿Jinyuriki? Acaso el...”- pensó Mey, mirando a Toki- “¿Sería posible que esa Serpiente supiera lo que Toki tiene dentro de él?”
- ¡¿De qué estás hablando?! Aléjate de mi sucia Serpiente.
- No te hagas el idiota Yamazaki Toki. Vendrás con migo, pertenecerás a Caelum Sanguis o tu aldea se convertirá en polvo.
- ¡Caelum Sanguis! Entonces por eso llevas esa túnica, tu perteneces a Caelum Sanguis.
El samurai sonrió malignamente, mientras que Toki miró a su amiga.
- ¿Es la organización a la que pertenece Shusei Heian?
Mey asintió mientras se ponía sus guantes ninja, era obvio que no podían irse sin luchar. Toki, entonces, le gritó a la Serpiente:
- ¡No voy a entregarme sin luchar!
- Tú te lo pediste jinyuriki.
El samurai tomó el mango de su katana, pero antes de que alguien pudiera hacer algo, una enorme nube de humo inundó el camino y, cuando se dispersó, un enorme sapo de las montañas con un viejo shinobi en su lomo apareció entre los dos chicos y la Serpiente.
- ¡Viejo Sannin!
- ¡Tsutomu-sama!
- ¡No se preocupen, el divino ninja de cabello blanco, el gran Tsutomu está aquí!
- ¿Divino ninja? ¡A quién quieres engañar viejo pervertido!- dijeron los dos jóvenes al unísono.
- Jeje bueno, bueno... - contestó Tsutomu rascándose la cabeza culpablemente, pero luego se puso serio y agregó- Mey, Toki, vuelvan a la aldea, yo me ocupo de esta serpiente de pantano.
- ¡Si!- respondieron ambos y partieron hacia la aldea.
Cuando se perdieron de vista el sannin miró al samurai, se bajó del sapo y le dijo:
- Deja en paz al chico Yorou y dile a Shinji que deje de hurgar en la Aldea del Fuego, ¿si?
- Pero si es el viejo Tsutomu... veo que te has enterado de que pertenezco a Caelum Sanguis.
- Bueno, que puedo decir, me mantengo informado.
- Si, eso supongo... Ahora apártate viejo, Yamazaki es mi objetivo.
- No llegarás a Toki sin pasar por mi.
- Apártate si no quieres morir- amenazó el samurai tomando su katana.
- ¡Ja! Soy un sannin, no me vencerás tan fácilmente; además la muerte sería un buen y merecido descanso para mi.
- Eres un idiota viejo. Primero morirás tú y si la Aldea no entrega a Yamazaki todos morirán, la Aldea del Fuego se reducirá a escombros en manos de Caelum Sanguis.
- Vaya, vaya, parece que Shinji terminó de lavarte el poco cerebro que te quedaba. Deja de hablar de la organización como si fueras miembro de ella, solo eres un títere, un chivo expiatorio. Los verdaderos miembros de Caelum Sanguis son ninjas criminales de rango A ROJO. Así que quítate esa túnica y márchate con las demás Serpientes.
- Deja de decir tonterías viejo y pelea.
- Bien, como digas. Pero no digas que no te lo advertí.
El sannin y el samurai comenzaron a luchar. Mientras tanto, Mey y Toki entraban corriendo al edificio del Kokuo, pero antes de llegar a la oficina, chocaron con Hadda.
- ¡Mey, Toki, ya volvieron!
- ¡¿Hadda, Keiichiro-sama está en su oficina?!- le preguntó Toki tomándola de los hombros.
- Hem si, ¿Por qué?
- Una Serpiente que pertenece a Caelum Sanguis nos atacó por el camino, ahora Tsutomu-sama está peleando contra él- explicó Mey.
- ¡¡Caelum Sanguis!! ¡NO!- la chica Salió corriendo inmediatamente hacia la oficina de la HiKokuo, dejando a los dos chicos boquiabiertos, que luego la siguieron- “No puede ser, ya comenzaron a actuar... aunque si mandaron a un samurai solo debe ser para distraernos, como sea, hay que tener la guardia en alto...”
Cáp. 4: El poder del zorro.
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