Escena 1
Es de día, en una habitación cuadrada de piedra con muchos adornos de oro y jeroglíficos egipcios pintados en las paredes. En el centro hay una cama, contra la pared derecha hay un escritorio de piedra donde hay un cetro, pulseras y otros objetos de oro. En el centro de la habitación esta el faraón y, sentado al escritorio, el hechicero real.
Es de día, en una habitación cuadrada de piedra con muchos adornos de oro y jeroglíficos egipcios pintados en las paredes. En el centro hay una cama, contra la pared derecha hay un escritorio de piedra donde hay un cetro, pulseras y otros objetos de oro. En el centro de la habitación esta el faraón y, sentado al escritorio, el hechicero real.
Hechicero: - Pero mi señor ¿No cree que los dioses se enojarán con esta nueva ley?
Faraón: - No, porque ellos ya me dieron su aprobación.
Hechicero: - Pero mi señor, esta nueva ley reformaría todas nuestras tradiciones ancestrales.
Faraón: - ¿A si? Entonces dime, ¿Quién es el Faraón aquí?
Hechicero: - Usted mi señor.
Faraón: - Correcto, y si soy el Faraón entonces mi palabra...
Hechicero: (bajando la cabeza) - Es la ley.
Faraón: - Correcto. Ahora hechicero, déjame solo, necesito concentrarme en el discurso.
Hechicero: (se levanta y hace un reverencia al Faraón) - Si mi señor.
Vuelve a hacer otra reverencia y sale de la habitación. El Faraón comienza a caminar por toda la habitación y hace como que lee la nueva ley frente al pueblo. Cuando termina entra en la habitación la reina aplaudiendo suavemente.
Faraón: (se da vuelta, la mira a los ojos y suelta un pequeño suspiro de risa) - ¿De verdad crees que podré gobernar esta gran imperio?
Reina: - Claro que si, esta en tu sangre, eres El Faraón de Egipto... pero yo, en cambio... (Baja la mirada).
Faraón: - Eres mi reina (le levanta la cara muy suavemente con su mano derecha hasta poder mirarla a los ojos) - Yo te elegí, y sé que serás la mejor reina que tendrá Egipto jamás...
Reina: - Como puedes confiar tanto en una simple hija de escultor.
Faraón: - Porque no solo eres la hija del mejor escultor de todo Egipto, sino que también eres mi reina, y lo más importante, eres la mujer que amo.
Miró a la Reina cariñosamente y ella le dedicó una sonrisa tímida.
Reina: (lo mira fijamente) - ¿Isis? ¿Y porque me lo das a mi?
Faraón: - Te lo doy porque eres mi reina, y como todas las reinas debes llevar siempre este brazalete.
Reina: - No creo poder controlar los ancestrales poderes que este brazalete posee, ya le he fallado a Isis una vez y no se si me perdonará si vuelvo a cometer un error.
Faraón: - ¡Oh! Vamos, se que Isis no es de las diosas más calmas pero ella te dio su bendición al nacer y te protegerá hasta el día en que te embarques al Reino de Anubis.
Reina: (mira hacia abajo y deja caer unas finas y silenciosas lagrimas) - Gracias mi Faraón.
Antes de que el Faraón pueda responderle algo la Reina le dedica una reverencia y sale de la sala dejando al Faraón sólo, con un gesto de desconcierto en la cara.
Escena 2
Son las 16:00 hs. en una habitación cuadrada, con paredes grises y una pequeña ventana detrás del escritorio; en la pared izquierda hay una estantería. Con algunos libros, adornos y portarretratos. En la pared derecha hay un cuadro de un paisaje chino donde se divisa a lo lejos La Gran Muralla China. Enfrente del escritorio hay dos sillas de madera, con respaldo de cuero. Arriba del escritorio hay una lámpara moderna, fotos, papeles sueltos y varios mapas desparramados. Sentado en su silla está el joven historiador inglés Jonn McKallan. De repente, golpean la puerta muy suavemente.
Jonn: (levanta la vista hacia la puerta) - Adelante.
El picaporte baja suavemente y entra en la habitación una joven con un saco bordó. Al verla Jonn se levanta y se dirige hacia ella.
Jonn: (le toma la mano derecha y se la besa) - Buenos días mademoiselle.
Joven: (suelta una risita) - ¡Oh! Eres un inglés muy caballeroso.
Jonn: - No por nada la mayoría de los sir son ingleses (le guiña un ojo).
Joven: (se ríe) - Ya no quedan muchos hombres como usted Dr. McKallan.
Jonn: - Puedes llamarme simplemente Jonn.
Joven: - Bien, simplemente Jonn, y tu puedes llamarme Satinne.
Jonn: (sonriendo) - Permíteme tu saco.
Satinne: (se saca el saco) - Muchas gracias.
Jonn: (cuelga el saco y luego se sienta en su silla) - Siéntate.
Satinne se sienta en una de las sillas y saca de su cartera una notebook.
Satinne: (coloca su notebook sobre el escritorio) - Bien, según mis fuentes uno de los objetos fue encontrado en un ataúd en Estocolmo.
Jonn: - Se sospecha que es algo así como un rompecabezas de oro macizo (le muestra una foto que muestra una especie de pirámide de oro con jeroglíficos) - Pero no están seguros, porque tiene marcas de piezas pero no han podido desarmarlo.
Satinne: - Me han dicho que el otro lo encontraron en un pequeño pueblito al sur de Tokio.
Jonn: - Así es, es una especie de brazalete (le muestra otra foto, esta vez de un brazalete de oro con hermosos y brillantes perlas).
Satinne: - Con fotos no puedo hacer nada; debo ver y analizar cada detalle para poder descifrar por lo menos a que época pertenece.
Jonn: - Bien, entonces mañana a primera hora viajaremos a Estocolmo y comenzaremos la verdadera investigación. ¿Te parece?
Satinne: - Perfecto. (Se levanta, toma su saco y toma el picaporte) - Entonces... nos vemos mañana...
Jonn: - Espera, creí que habías llegado hoy de Francia.
Satinne: - Si. Así es.
Jonn: - ¿No estás cansada de viajar? Si quieres puedo cambiar los planes y...
Satinne: (antes de que Jonn pueda terminar la frase) - ¡Claro que no! Estoy un poco cansada si, pero no retrasaré la investigación... (Mira hacia arriba como pensando en vos alta) - Bueno será mejor que valla a mi hotel a dormir un poco.
Jonn: - Entonces, nos vemos mañana a las 5:30 de la mañana, en el aeropuerto.
Satinne sonríe y sale de la oficina. Jonn vuelve a sentarse en su escritorio con una gran sonrisa y comienza a acomodar sus papeles.
... continuará....
No hay comentarios:
Publicar un comentario