28 ago 2011

Corps and love - segunda parte - capítulo 3

Se que hace meses debí haber subido este cap, porque lo escribí apenas terminé el anterior, pero bueno... colgué, y mucho...

Capítulo 3:
 

            A mediados de marzo, la Dra. Meggers cayó en cama, producto de una fuerte gripe. Era la quinta miembro del equipo que enfermaba a causa de las intermitentes lluvias que nos sorprendían, muchas veces, en medio de la fosa.
            Con Betty en cama, era la única antropóloga del equipo, por lo que tuve que acompañar al Agente Harris a una aldea de nativos para pedirles permiso para entrar en su territorio y conseguir permiso para excavar allí. Nos habían informado que había que había una fosa a un kilómetro de la aldea. Viajamos por al menos una hora, en la cual entablamos una intensa y acalorada discusión, primero sobre los nativos, luego sobre religión. Desde mi adolescencia decidí renegar de la religión que me habían inculcado mis padres y me automanifestaba atea, pero en realidad, lo que me pasaba, y aún me pasa, es que, luego de conocer varias religiones, ninguna lograba llenarme por completo; a diferencia de Marvin, que era completamente católico.
            Al llegar a la aldea, nos presenté y pedí cordialmente que me llevaran ante su jefe. En el ínterin, muchos aldeanos se nos acercaron. Hombres, mujeres y niños curiosos nos abarrotaron de preguntas, las cuales respondimos, y de obsequios y extrañas propuestas, las cuales rechacé con respeto. Al llegar el jefe de la aldea, cuyo  nombre era Jigack, le ofrecimos tabaco, para demostrar que éramos amigables e hicimos nuestro pedido.
            Jigack aceptó nuestro obsequio y me dijo que si queríamos cavar en su territorio, deberíamos esperar a que el gran dios de la tierra les diera el consentimiento, por lo que presenciamos, yo maravillada y Marvin con cara que denotaba confusión y extrañamiento, un ritual en donde los ancianos más sabios de la comunidad se contactaban con su dios. Luego del ritual, el jefe me invitó a entrar a su choza, junto a los ancianos, en la cual yo hacía preguntas al dios y éste, por medio de los ancianos, me respondía. Luego de un rato de estar en la chiza, en la cual aspiré muchas esencias que me hicieron gotear los ojos, conseguí el permiso.
            Al salir, me encontré con un consternado Marvin Harris, el cual me miró, se acercó y guardó silencio. Me sequé los ojos y la nariz con el pañuelo que me ofreció, para luego decirle:
            - Tenemos el permiso.
            - ¿De veras? ¿Cómo hiciste? No parecían muy felices en… esa ceremonia.
            Yo sonreí, su cara me daba una ternura tremenda, no podía evitarlo; lo tomé del brazo y, mientras caminábamos hacia el coche, le respondí:
            - No hay culturas superiores ni inferíos, Harris, sólo diferentes. Esa es la premisa básica de la Antropología, y para conocer sobre esas culturas diferentes fue que estudié. Es algo que la mayoría de la gente no entiende, pero para mí, esa frase es una filosofía de vida.
            Lo miré, al tiempo que sonreía aún más. Él me miró con ojos brillosos y dibujó en su rostro una dulce sonrisa. Fue entonces que lo descubrí: yo no era la única que me hipnotizaba con sus ojos, con su sonrisa y con sus palabras, él también lo hacía.

continuará...

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