en el cap anterior:
Ella lo abrazó fuertemente- Lo siento Toki, mi corazón se volvió demasiado frío como para llorar, aunque quería mucho a Tsutomu, me es imposible llorar, porque ya ninguna muerte me llega al corazón.
Horas más tarde, comenzaba a llover y Hadda caminaba tranquila por las calles de la aldea. No podía entender cómo había pasado, pero con el correr del tiempo sus corazón había desarrollado una especie de inmunidad a la tristeza. Por más extraño que pareciese ya no se sentía triste por nada; en su lugar, sentía una profunda frialdad y sensación de vacío. Sus ojos se habían desacostumbrado a llorar, su voz ya no temblaba, su corazón ya no se aceleraba. Se había vuelto completamente indiferente al sufrimiento y a la tristeza, y eso la incomodaba.
Se suponía que un ninja no podía mostrar sus emociones, debía mantenerse frío e indiferente frente a sus enemigos. Pero ella jamás había adherido al nimpo, el estricto código ninja, jamás había aceptado convertirse en un arma, como sugería el código, pero aún así en eso se estaba convirtiendo: en un arma para matar, para luchar; sin sentimientos, sin piedad, sin...
- ¡Haaaa!- un poderoso chillido interrumpió sus pensamientos, haciéndola caer de rodillas. Cuando abrió los ojos, se encontró ante una enorme llama negra, con dos alas de cuervo blancas pintada en la pared: una vez más sus piernas la habían llevado inconscientemente al barrio Heian.
Se levantó y se dispuso a salir del barrio, cuando recordó las palabras del fallecido sannin: “Deben encontrarlo y destruirlo”. Entonces se detuvo y comenzó a caminar por las calles del abandonado barrio. Activó su Jigokume, supuso que si Nou había ocultado el objeto para que un Heian lo hallase, debía asegurarse de que ello pasara y habría dejado pistas que solo se vieran con el Jigokume. Siguió caminando por un rato hasta que vio un pequeño rastro de Aura en la pared. Se acercó para analizarlo más de cerca y vio el kanji demonio escrito con un Aura muy peculiar, un Aura que había visto solo en una persona: era el Aura del kyuubi.
En ese momento comenzó a oír un pequeño sonido, parecido a un silbido. Lo siguió y entonces percibió un extraño aroma. Como híbrida que era, era capaz de percibir y distinguir hasta los más tenues olores. Alzó su nariz para oler mejor y distinguió un aroma a sangre de humano y de demonio.
Siguió caminando, guiándose por el sonido y por el olor, hasta que vio otra inscripción en Aura de kyuubi no youko: el kanji humano. Siguió caminando y llegó al límite norte del barrio. Había un enorme paredón que separaba a los poderosos y peligrosos Heian de los otras aldeanos del Fuego. Comenzó a analizar el paredón, hasta que encontró otro kanji escrito en Aura. Se acercó para verlo mejor y en cuanto estaba por tocarlo, una voz gruesa y profunda dijo a su espalda:
- Significa “El Clan de los Demonios”.
Hadda se dio vuelta- Ikk...- no podía creer lo que veía, un joven de cabello negro azulado y caído sobre la cara, profundos ojos negros y piel pálida, vestido con una túnica blanca con un cordón azul en la cintura y un enorme escote que le llegaba al ombligo, la miraba seriamente desde el techo de una casa- Ikkyo, ¿qué haces aquí?
- Supongo que lo mismo que tú- contestó él y bajó de un salto y se le acercó- ¿O acaso no escuchaste ese fastidioso sonido?
- ¿Esa especie de Silvio? Si, lo escuché...- miró los kanjis- Y supongo que tu viste los kanjis escritos en Aura.
- Si, los vi. Pero no tengo idea de porque el sonido y los kanjis te traen hasta aquí.
- ¿Qué acaso no conoces la historia de...?
- No, no la conoce Hadda- contestó otra voz, también gruesa y fría, antes de que pudiera terminar la pregunta.
Ambos miraron a la izquierda- Shusei-san, supongo que también estás aquí por el sonido, ¿no?
- Sí, así es- contestó, luego miró a Ikkyo y dijo, con una voz que pretendía ser dulce, pero parecía burlona-. Hola hermanito.
Ikkyo lo miró con todo su odio- ¡Qué rayos heces aquí! ¡Cómo te atreves a estar aquí! ¡¿Y cuál es la historia que no conozco?!
- Cálmate Ikkyo- intentó calmarlo Hadda, no le gustaba que los dos hermanos peleasen, aunque era imposible impedirlo. Shusei lo quería, pero había hecho que Ikkyo lo odiara a muerte-. Es sobre Nou Heian y kyuubi no youko.
- ¿Nou y kyuubi? ¿Tiene algo que ver con Toki?
- No. Verás, cuando kyuubi atacó la aldea, Nou ocultó algo en el barrio, aquí. Shusei lo descubrió y mi madre lo detuvo y lo mató, pero nadie sabe que fue lo que ocultó.
Ikkyo miró con odio a su hermano y en ese instante un fuerte relámpago iluminó la oscura calle y comenzó a llover más fuerte. Hadda comenzó a temblar, el ambiente era tan denso que se podría haber cotado con tijeras. Sentía la severa respiración de Ikkyo y la fría tranquilidad de Shusei. Parecía que en cualquier momento el chico se tiraría encima de su hermano mayor para matarlo. Cuando ya no lo soportó, gritó:
- ¡Basta!- ambos la miraron- No peleen, son hermanos, no deben pelear así.
- Por qué no se lo dices a él- reprochó Ikkyo.
- Ella tiene razón, debemos estar tranquilos y...
- ¡Lo hubieras pensado antes de matar a toda MI familia!- lo interrumpió, fuera de sí. Luego sin pensarlo dos veces se lanzó sobre él.
Inmediatamente Hadda tomó una kunai y se interpuso, tomándolo de la muñeca y bloqueando la espada con el cuchillo.
- Apártate Hadda. Déjame matarlo... ¡¡Déjame vengarme!!
- ¡Jamás! ¡No permitiré que le vuelvas a tocar ni un solo pelo!
- ¡Por qué! ¡¡Por qué lo proteges tanto!! ¡No te das cuenta que es un asesino! ¡Un asesino de nuestra familia! ¡¡Él nos dejó solos!! ¡¡Por qué no me dejas cumplir mi objetivo!!
- ¡Porque la venganza no resucitará a tus padres! ¡¡Matar a Shusei no revivirá al Clan Heian!!- le gritó Hadda fuera de sí. Ikkyo se quedó helado ante la voz de su prima y retrocedió.
Hadda guardó la kunai, Ikkyo envainó su espada y Shusei se dirigió en silencio hacía donde estaban los kanjis. Se colocó enfrente de ellos y los miró por un largo rato. Ikkyo miró de reojo a su hermano y Hadda clavó la mirada en los ojos de su primo, vigilante.
La lluvia caía sin cesar y poco a poco el Sol se fue ocultando. Cuando estuvo completamente de noche y el viento comenzó a soplar fuertemente y los tres estaban completamente empapados, Shusei tocó los kanjis con un mano rodeada de Aura. Empujó apenas el ladrillo marcado y éste se hundió, luego todo comenzó a temblar.
- ¡¡Shusei!!- gritaron los dos chicos al unísono.
El joven se tambaleó y cayó sentado al suelo, en ese momento una intensa luz los envolvió a los tres y el agudo sonido les perforó los tímpanos y los invadió un intenso olor a sangre. Los tres Heian se taparon los oídos y gritaron por el dolor; Hadda y Ikkyo cayeron de rodillas. Cuando el sonido cesó, lograron incorporarse y vieron dentro del hueco del ladrillo un extraño y pequeño objeto negro.
Aún aturdidos, mareados y agitados, observaron “la cosa” con detenimiento, pero sin tocarla. Cuando les fue imposible saber qué era, Hadda la tomó con su mano derecha -su mano mecánica- con mucho cuidado y se lo mostró a los otros dos: era un especie de estuche negro muy pequeño y opaco, despedía el pútrido olor a sangre y vibraba como loco. Luego de unos segundos Shusei le preguntó a Hadda:
- ¿Distingues el olor de la sangre?
- Si, es parecida a la de ustedes, pero huele más a demonio que a humano.
- Puede llegar a ser de Nou.
- Es probable, pero...- Hadda se quedó pensando un rato, pero Ikkyo le quitó las palabras de la boca.
- ¿Qué se supone que es?
Los tres se quedaron mirando el extraño objeto, como buscando una respuesta, hasta que comenzó a vibrar más y más rápido y comenzó a emitir el ensordecedor sonido. Los tres volvieron a gritar del dolor y Hadda tiró el objeto al piso, que de la nada comenzó a brillar, sacándole Aura a los tres, los cuales se desmayaron, tanto por el sonido como por el robo de Aura.
Cáp. 6: Peleas familiares.
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