- Cómo que... ¡Cómo te atreves!- la sannin se sorprendió por el tono de voz de la chica, que había sonado arrogante y despiadado- ¡Estás desafiándome! A mi y a...- pero se calló al instante, Hadda había serrado los ojos.
- No estoy desafiando a nadie, solo estoy...- abrió los ojos de nuevo y la miró fijamente, aún con el Jigokume activado, pero ahora con la mirada digna de un demonio- estoy diciendo la verdad.
Todos se quedaron en silencio un largo rato, Hadda aún tenía en sus manos el pergamino y miraba fijo a Keiichiro, la cual no apartaba la vista de la nota y seguía con las manos tapándole la boca. Kaichi, por su parte, se limitaba a observar a las dos kunoichis, esperando a que laguna de las dos dijera o hiciera algo. Conocía a Hadda, sabía que no daba brazo a torcer y muchas veces su mirada podía decir perfectamente “No me contradigas”, y eso era precisamente lo que intentaba decirle a Keiichiro en ese momento. Tosió, simplemente para romper el silencio, luego dijo con tranquilidad:
- Keiichiro-sama, en fin, ¿cuál es la misión?
- La misión- la HiKokuo lo miró- es proteger a Toki, día y noche, sin descanso y sin que él se de cuenta. Caelum Sanguis puede atacar en cualquier momento, debemos tener la guardia en alto permanentemente- suspiró profundamente y se levantó-. Pueden irse, en cuanto Toki regrese comienza la misión.
Kaichi asintió y ambos jóvenes caminaron hacia la puerta, pero cuando el chico tomó el picaporte, la sannin agregó:
- Hadda quédate un momento más por favor.
El chico miró a la kunoichi y sólo abrió la puerta y se marchó cuando ésta le asintió.
Una hora más tarde, Toki y Mey volvían a la aldea caminando, cuando de la nada una flecha atravesó el aire, le rozó peligrosamente el flequillo a Mey y se clavó en un árbol.
- Que... ¿Qué fue eso?
- Una flecha- contestó Toki tomando su kunai.
- Me refiero a...- pero la chica no terminó la frase, se acercó a la flecha y la desclavó, luego de analizar su punta simplemente dijo- Serpientes.
- ¡Qué!
- Eres muy lista jovencita- dijo una voz a sus espaldas.
Ambos miraron a quien les había hablado: era un hombre alto, flaco, pelirrojo y de ojos marrones, llevaba una túnica negra y roja y colgando de su espalda un arco y flechas, en su cintura llevaba una katana sin funda y, al parecer, bastante afilada.
- ¿Qué quieres Serpiente?- le preguntó Toki mostrándole sus colmillos.
- ¡Oh, solo una cosa... a ti!- contestó el samurai señalándolo con un puntiagudo dedo- Vendrás con migo, jinyuriki.
- “¿Jinyuriki? Acaso el...”- pensó Mey, mirando a Toki- “¿Sería posible que esa Serpiente supiera lo que Toki tiene dentro de él?”
- ¡¿De qué estás hablando?! Aléjate de mi sucia Serpiente.
- No te hagas el idiota Yamazaki Toki. Vendrás con migo, pertenecerás a Caelum Sanguis o tu aldea se convertirá en polvo.
- ¡Caelum Sanguis! Entonces por eso llevas esa túnica, tu perteneces a Caelum Sanguis.
El samurai sonrió malignamente, mientras que Toki miró a su amiga.
- ¿Es la organización a la que pertenece Shusei Heian?
Mey asintió mientras se ponía sus guantes ninja, era obvio que no podían irse sin luchar. Toki, entonces, le gritó a la Serpiente:
- ¡No voy a entregarme sin luchar!
- Tú te lo pediste jinyuriki.
El samurai tomó el mango de su katana, pero antes de que alguien pudiera hacer algo, una enorme nube de humo inundó el camino y, cuando se dispersó, un enorme sapo de las montañas con un viejo shinobi en su lomo apareció entre los dos chicos y la Serpiente.
- ¡Viejo Sannin!
- ¡Tsutomu-sama!
- ¡No se preocupen, el divino ninja de cabello blanco, el gran Tsutomu está aquí!
- ¿Divino ninja? ¡A quién quieres engañar viejo pervertido!- dijeron los dos jóvenes al unísono.
- Jeje bueno, bueno... - contestó Tsutomu rascándose la cabeza culpablemente, pero luego se puso serio y agregó- Mey, Toki, vuelvan a la aldea, yo me ocupo de esta serpiente de pantano.
- ¡Si!- respondieron ambos y partieron hacia la aldea.
Cuando se perdieron de vista el sannin miró al samurai, se bajó del sapo y le dijo:
- Deja en paz al chico Yorou y dile a Shinji que deje de hurgar en la Aldea del Fuego, ¿si?
- Pero si es el viejo Tsutomu... veo que te has enterado de que pertenezco a Caelum Sanguis.
- Bueno, que puedo decir, me mantengo informado.
- Si, eso supongo... Ahora apártate viejo, Yamazaki es mi objetivo.
- No llegarás a Toki sin pasar por mi.
- Apártate si no quieres morir- amenazó el samurai tomando su katana.
- ¡Ja! Soy un sannin, no me vencerás tan fácilmente; además la muerte sería un buen y merecido descanso para mi.
- Eres un idiota viejo. Primero morirás tú y si la Aldea no entrega a Yamazaki todos morirán, la Aldea del Fuego se reducirá a escombros en manos de Caelum Sanguis.
- Vaya, vaya, parece que Shinji terminó de lavarte el poco cerebro que te quedaba. Deja de hablar de la organización como si fueras miembro de ella, solo eres un títere, un chivo expiatorio. Los verdaderos miembros de Caelum Sanguis son ninjas criminales de rango A ROJO. Así que quítate esa túnica y márchate con las demás Serpientes.
- Deja de decir tonterías viejo y pelea.
- Bien, como digas. Pero no digas que no te lo advertí.
El sannin y el samurai comenzaron a luchar. Mientras tanto, Mey y Toki entraban corriendo al edificio del Kokuo, pero antes de llegar a la oficina, chocaron con Hadda.
- ¡Mey, Toki, ya volvieron!
- ¡¿Hadda, Keiichiro-sama está en su oficina?!- le preguntó Toki tomándola de los hombros.
- Hem si, ¿Por qué?
- Una Serpiente que pertenece a Caelum Sanguis nos atacó por el camino, ahora Tsutomu-sama está peleando contra él- explicó Mey.
- ¡¡Caelum Sanguis!! ¡NO!- la chica Salió corriendo inmediatamente hacia la oficina de la HiKokuo, dejando a los dos chicos boquiabiertos, que luego la siguieron- “No puede ser, ya comenzaron a actuar... aunque si mandaron a un samurai solo debe ser para distraernos, como sea, hay que tener la guardia en alto...”
Cáp. 4: El poder del zorro.
Quién necesita armas cuando tenemos palabras? Las palabras son las mejores armas del mundo, el mejor transporte, las que pueden hacer los sueños realidad... Las palabras quedan gravadas, penetran, crean... Las palabras son como el fuego, aliméntalas de forma adecuada y perdurarán, olvídalas, y aún así dejarán cenizas...
10 dic 2008
2 dic 2008
Cronicas de una Traidora. cap 3: la amenaza
En el capitulo anterior:
- El Jigokume solo se presenta en algunos miembros y el Oniroku Jigokume solo en los más poderosos, lo se. Pero por eso mismo he venido, para recordarte que no eres una simple Heian, eres una potter. Tu sangre es más pura que la de los Heian, es más pura que la de Sasuke e incluso más pura que la mía.
- Tus ojos pueden convertirte en leyenda también...
- ¿Y si yo no quiero convertirme en una leyenda como tú dices?
- Pero es tu destino.
Cáp. 3: La amenaza.
Al día siguiente salió del hospital, sus tres aprendices la esperaban en el vestíbulo; cuando la vieron, Takeshi y Akiko se abalanzaron sobre ella y la azotaron con preguntas que de seguro le costaría responder:
- Hadda-sensei, ¿es cierto que dejará de entrenarnos?
- ¿La reemplazarán?
- ¿Quién continuará nuestro entrenamiento?
- ¿Por qué se va?
- Takeshi, Akiko, cálmense. Todo a su tiempo chicos... lo que pasa es que tengo una importante misión y como es muy peligrosa- Takeshi abrió al boca para reprochar, por lo que Hadda se apresuró a añadir- y solo para Kyosho s, tendrán una nueva sentir hasta que ni misión termine.
- ¿Una nueva sensei, quién será?
- Hinata Kamakura, la tía de Kaori. Anoche le expliqué más o menos en qué consistía su entrenamiento, por lo que hoy estará con nosotros, para que ustedes se acostumbren a ella y ella a ustedes.
Los dos chicos estaban a punto de abrir la boca, pero entonces hinata, una chica tímida de cabello negro azulado y, como todo miembro del Clan Kamakura, ojos verde jade, se acercó a ellos luego de saludar a Kaori.
- Hola chicos- saludó la joven con su vocecita tímida.
- Hola hinata-sensei- saludaron Akiko y Takeshi a coro.
- Hola hinata. Bueno chicos, porque no vamos, hoy tenemos que empezar a entrenar su control de Aura y por eso hinata está aquí hoy.
- Porque hinata-sensei y no otro Kyosho , si todos saben controlar su Aura a la perfección- preguntó Akiko.
- Porque los miembros del Clan Kamakura son los ninjas del Fuego con mayor control de Aura y además ustedes deben entrenar su taijutsu y en eso hinata es muy buena.
- Es muy buena en el estilo Kamakura- dijo Kaori- que hay con ellos dos, no podrán utilizar nunca ese estilo, tal vez aprenderlo, pero no usarlo.
- Hadda y yo ya pensamos en eso Kaori-chan, decidimos que kiba-san los ayudará.
- Bien, bien, vasta de charla, les explicaré todo durante la tarde, si. Ahora vamos.
Durante todo el día los tres Deshi entrenaron su Aura con el ejercicio de escalar árboles. Akiko era la que mejor control tenía, mientras que Takeshi y Kaori estaban parejos. Hinata se sorprendió con este resultado, ya que suponía que Kaori podría superar a los otros, pero entonces Hadda le recordó el sello que poseía el chico y la importancia del entrenamiento de Aura al estilo Kamakura que él necesitaba.
Cerca de las seis de la tarde, el entrenamiento terminó y los tres chicos se dirigieron a sus casas; Hadda, por el contrario, se dirigió a la oficina de Keiichiro para que le comunicara de una vez por todas en qué consistía la tan importante misión. Cuando abrió la puerta del despacho de la HiKokuo no se sorprendió al ver que Kaichi ya estaba allí y que su padre aún no había llegado.
- Ya era hora Hadda. Bueno chicos, Kazuo ya conoce la situación, así que ahora debo explicársela a ustedes- dijo Keiichiro de inmediato.
- ¿Situación?- se extrañó Kaichi.
- Creí que era una misión.
- Es algo así como una misión, pero... bueno, escuchen con atención- la HiKokuo se aclaró la garganta y continuó-. Cómo todos sabemos, en el interior de Toki existe un enorme poder y un terrible demonio, kyuubi no youko, que fue sellado en él por el cuarto HiKokuo, el padre de Toki, Hisoka Yamazaki. También saben a la perfección que una organización de asesinos renegados de sus aldeas ninjas busca a los bijuus y su poder y que hace catorce años capturaron al SabakunoKokuo y casi capturan a Toki- tanto Kaichi como Hadda asintieron, los dos habían participado en el intento de rescate del SabakunoKokuo, Gaara, en aquel momento un chico de quince años-. Bien, parece que Caelum Sanguis[1] no se da por vencida, porque enviaron esta nota- les mostró un pergamino- y no fue de la forma más normal- hizo una pausa, cerró los ojos, suspiró y luego siguió- enviaron la nota con la moribunda Jinyuriki del cuarto bijuu.
Ambos chicos se quedaron anonadados, conocían a la cuarta jinyuriki, era el Kokuo de la Aldea de la Luna, una ninja muy poderosa, capaz de derrotar a los mejores miembros de SSEG[2] del Fuego. El solo hecho de pensar en que habían vencido a esa joven y poderosísima kunoichi les daba escalofríos; pero Hadda conocía a la perfección de lo que era capaz Caelum Sanguis, Shusei pertenecía a esa organización y sabía que todos sus miembros eran muy poderosos.
- ¿Le extrajeron el bijuu?- preguntó Hadda, aunque sabía de antemano la respuesta.
- Si, intenté curarla, pero...- Keiichiro bajó la mirada y miró sus manos. La situación le había recordado cuando, muchos años atrás, había intentado parar la hemorragia que se llevó la vida de su novio. Aunque esta vez no había heridas superficiales, su amiga y aliada había muerto en sus brazos. Al notar la mirada de la HiKokuo Hadda decidió interrumpir el incómodo silencio.
- ¡¿Qué decía la nota?!
Keiichiro la miró, le agradaba Hadda, sabía ver las emociones de las personas con solo echar un vistazo a los ojos y siempre tenía la frase o palabra adecuada para cada situación. Eso era algo que siempre le había gustado, tanto de la joven como de su madre, Jaina. La sonrió suavemente y continuó:
- La nota- abrió el pergamino y se los mostró, estaba escrito, misteriosamente, en dos idiomas: japonés (kanjis) y español- dice, más o menos, porque no se leer español, que quieren que les entreguemos voluntariamente a Toki o la Aldea y nuestros aliados sufrirán las consecuencias.
- ¿Eso dice? Es raro, no es el estilo de Caelum Sanguis enviar notas amenazadoras... ¿Me deja ver la nota?
Keiichiro le entregó el pergamino a Hadda, reconoció de inmediato la caligrafía de Shusei, tanto en el español como en el japonés. Eso era aún más extraño, ¿por qué Shinji, el líder de Caelum Sanguis, haría escribir a Shusei una nota casi sin sentido? ¿Y por qué éste la había escrito en español, sabiendo que muy pocos conocen ese idioma en la Aldea? ¿Acaso había un mensaje escondido en el pergamino? ¿Y si lo había, a quién estaba dirigido? Se quedó un largo rato mirando el papel. Keiichiro tenía razón, el texto en japonés decía que debían entregar a Toki o sufrirían las consecuencias, pero el texto en español no tenía mucho sentido, era como si le faltaran palabras, silabas... entonces lo comprendió: el pergamino lo había escrito Shusei, porque Shinji quería dejar un mensaje oculto y eso era la fortaleza del Heian. Pero debía asegurarse de que el pergamino llegara a las manos de quien debía llegar, ella, Hadda, era la destinataria del mensaje y la única forma de hacer que Keiichiro le diera la nota era escribiéndola en un idioma que ella y solo ella entendiera a la perfección en toda la aldea y que le había enseñado a su primo y maestro. Pero Shusei no se había limitado al idioma, sino también a la forma de escritura, las palabras y sílabas faltantes debían estar escritas con Aura, para que solo un poseedor del Jigokume las viera. Hadda sonrió, activó su Jigokume por primera vez en mucho tiempo y leyó el pergamino completo:
- “Keiichiro, quinta HiKokuo, sannin de la Aldea del Fuego, este mensaje será entregado a usted por cortesía de May Itsuja, la cuarta TsuchiKokuo de la Aldea de la Luna, que nos ha sabido enfrentar -y casi vencer- sin dañar a su propia aldea. Lamentablemente para ella, nuestras técnicas fueron más poderosas que las suyas, por lo que fue secuestrada y traída a nuestra guarida en donde le extrajimos al yombi[3], Sokou, el bijuu de cuatro colas, poseedor del poder de los venenos que ahora pertenece a nuestra colección”- Hadda levantó la vista, Keiichiro tenía las manos unidas tapándole la boca, con los codos apoyados en la mesa, escuchaba seria y atentamente. Kaichi tenía la mirada perdida en el suelo, escuchaba con atención y ni siquiera parpadeaba-. “Como bien saben, porque tenemos entendido que han tenido un informador por mucho tiempo -y de seguro aún lo tienen-, nosotros, Caelum Sanguis, somos una organización de ninjas que solo queremos una cosa: el poder de los bijuus. Pero nos será imposible conseguirlo ya que le noveno demonio, el kyuubi[4], Kyuubi no Youko, permanece escondido en su aldea”- hizo una pausa-. Aquí empieza la parte en japonés- miró a Keiichiro, ésta asintió y siguió leyendo-. “Solo lo diremos una vez: entréguennos a Toki Yamazaki, el jinyuriki del kyuubi o sino pagarán su estupidez con la sangre de todos sus ninjas, con el llanto de todos sus niños, con el grito de todas sus mujeres, con la destrucción total de su Aldea. No pueden pensarlo, no pueden analizarlo, porque esto no es una advertencia, es una amenaza. Quizás piensen que sólo somos nueve, que no podremos hacer nada contra una aldea entera, pero no es así: somos mucho más que nueve poderosos ninjas, tenemos aliados dentro y fuera de sus muros, tenemos conocimientos de técnicas que ustedes ni siquiera imaginan, tenemos el poder de 7 de los nueve bijuus y podemos utilizarlos si así lo deseamos...”- Hadda dejó de leer, tragó saliva y, mirando a los otros dos dijo- Creo que no puede ser más explícito, si no tienen el poder de Toki, nos harán polvo a sus pies.
- No temas, sigue leyendo- ordenó fríamente Keiichiro.
Hadda ya había leído lo que seguía, estaba escrito en español, a tinta y a Aura. Pero ella no quería saber nada, comenzaron a temblarle las manos cuando bajó la vista de nuevo. Temblorosa y con voz quebradiza siguió el leyendo el idioma con que se había criado:
- “Si no se atreven a arriesgar la seguridad de su Aldea y son tan cobardes como para no entregar a Yamazaki, deben saber que hay otra opción- tragó saliva-. Esto va dirigido especialmente a ti Gintama Hadda, entrega tu propio poder, entrégate a Caelum Sanguis, no como victima, sino como sierva. Tú sabes mejor que nadie que muchas veces te hice esta propuesta: únete a Caelum Sanguis y podrás salvar a tu amigo y a tu aldea; pero jamás diste una buena respuesta, jamás dijiste SI, pero tampoco diste un NO rotundo. Sabes que tienes el potencial suficiente como para estar ente nosotros, sabes que tu sangre Heian te hace superior a todos los demás, sabes que eres perfectamente capaz de...- no dijo nada más, era suficiente, Shusei en verdad se había pasado, no permitiría que nadie escuchara una palabra más de lo escrito en el pergamino.
- ¿Eres capaz de que Hadda? Continúa leyendo.
- No.
- No fue una opción, fue una orden- la voz de Keiichiro fue firme y mandona.
- Ha...- la chica comenzó a temblar, tragó saliva, pero luego endureció la mirada y miró fijo a la HiKokuo, sus ojos rojos brillaban con la intensidad de las llamas de fuego y sus pupilas deformadas eran tan negras y profundas como una noche sin Luna ni estrellas- Soy capaz de derrotar a los tres sannins del Fuego con solo un suspiro.
....continuará...
[1] Caelum Sanguis: Del latín. cielo sangriento.
[2] SSEG: Shinobis y Samuráis de Elite Guardianes.
[3] Del japonés. Yom: cuatro. Bi: cola
[4] Del japonés. Kyuu: nueve.
- El Jigokume solo se presenta en algunos miembros y el Oniroku Jigokume solo en los más poderosos, lo se. Pero por eso mismo he venido, para recordarte que no eres una simple Heian, eres una potter. Tu sangre es más pura que la de los Heian, es más pura que la de Sasuke e incluso más pura que la mía.
- Tus ojos pueden convertirte en leyenda también...
- ¿Y si yo no quiero convertirme en una leyenda como tú dices?
- Pero es tu destino.
Cáp. 3: La amenaza.
Al día siguiente salió del hospital, sus tres aprendices la esperaban en el vestíbulo; cuando la vieron, Takeshi y Akiko se abalanzaron sobre ella y la azotaron con preguntas que de seguro le costaría responder:
- Hadda-sensei, ¿es cierto que dejará de entrenarnos?
- ¿La reemplazarán?
- ¿Quién continuará nuestro entrenamiento?
- ¿Por qué se va?
- Takeshi, Akiko, cálmense. Todo a su tiempo chicos... lo que pasa es que tengo una importante misión y como es muy peligrosa- Takeshi abrió al boca para reprochar, por lo que Hadda se apresuró a añadir- y solo para Kyosho s, tendrán una nueva sentir hasta que ni misión termine.
- ¿Una nueva sensei, quién será?
- Hinata Kamakura, la tía de Kaori. Anoche le expliqué más o menos en qué consistía su entrenamiento, por lo que hoy estará con nosotros, para que ustedes se acostumbren a ella y ella a ustedes.
Los dos chicos estaban a punto de abrir la boca, pero entonces hinata, una chica tímida de cabello negro azulado y, como todo miembro del Clan Kamakura, ojos verde jade, se acercó a ellos luego de saludar a Kaori.
- Hola chicos- saludó la joven con su vocecita tímida.
- Hola hinata-sensei- saludaron Akiko y Takeshi a coro.
- Hola hinata. Bueno chicos, porque no vamos, hoy tenemos que empezar a entrenar su control de Aura y por eso hinata está aquí hoy.
- Porque hinata-sensei y no otro Kyosho , si todos saben controlar su Aura a la perfección- preguntó Akiko.
- Porque los miembros del Clan Kamakura son los ninjas del Fuego con mayor control de Aura y además ustedes deben entrenar su taijutsu y en eso hinata es muy buena.
- Es muy buena en el estilo Kamakura- dijo Kaori- que hay con ellos dos, no podrán utilizar nunca ese estilo, tal vez aprenderlo, pero no usarlo.
- Hadda y yo ya pensamos en eso Kaori-chan, decidimos que kiba-san los ayudará.
- Bien, bien, vasta de charla, les explicaré todo durante la tarde, si. Ahora vamos.
Durante todo el día los tres Deshi entrenaron su Aura con el ejercicio de escalar árboles. Akiko era la que mejor control tenía, mientras que Takeshi y Kaori estaban parejos. Hinata se sorprendió con este resultado, ya que suponía que Kaori podría superar a los otros, pero entonces Hadda le recordó el sello que poseía el chico y la importancia del entrenamiento de Aura al estilo Kamakura que él necesitaba.
Cerca de las seis de la tarde, el entrenamiento terminó y los tres chicos se dirigieron a sus casas; Hadda, por el contrario, se dirigió a la oficina de Keiichiro para que le comunicara de una vez por todas en qué consistía la tan importante misión. Cuando abrió la puerta del despacho de la HiKokuo no se sorprendió al ver que Kaichi ya estaba allí y que su padre aún no había llegado.
- Ya era hora Hadda. Bueno chicos, Kazuo ya conoce la situación, así que ahora debo explicársela a ustedes- dijo Keiichiro de inmediato.
- ¿Situación?- se extrañó Kaichi.
- Creí que era una misión.
- Es algo así como una misión, pero... bueno, escuchen con atención- la HiKokuo se aclaró la garganta y continuó-. Cómo todos sabemos, en el interior de Toki existe un enorme poder y un terrible demonio, kyuubi no youko, que fue sellado en él por el cuarto HiKokuo, el padre de Toki, Hisoka Yamazaki. También saben a la perfección que una organización de asesinos renegados de sus aldeas ninjas busca a los bijuus y su poder y que hace catorce años capturaron al SabakunoKokuo y casi capturan a Toki- tanto Kaichi como Hadda asintieron, los dos habían participado en el intento de rescate del SabakunoKokuo, Gaara, en aquel momento un chico de quince años-. Bien, parece que Caelum Sanguis[1] no se da por vencida, porque enviaron esta nota- les mostró un pergamino- y no fue de la forma más normal- hizo una pausa, cerró los ojos, suspiró y luego siguió- enviaron la nota con la moribunda Jinyuriki del cuarto bijuu.
Ambos chicos se quedaron anonadados, conocían a la cuarta jinyuriki, era el Kokuo de la Aldea de la Luna, una ninja muy poderosa, capaz de derrotar a los mejores miembros de SSEG[2] del Fuego. El solo hecho de pensar en que habían vencido a esa joven y poderosísima kunoichi les daba escalofríos; pero Hadda conocía a la perfección de lo que era capaz Caelum Sanguis, Shusei pertenecía a esa organización y sabía que todos sus miembros eran muy poderosos.
- ¿Le extrajeron el bijuu?- preguntó Hadda, aunque sabía de antemano la respuesta.
- Si, intenté curarla, pero...- Keiichiro bajó la mirada y miró sus manos. La situación le había recordado cuando, muchos años atrás, había intentado parar la hemorragia que se llevó la vida de su novio. Aunque esta vez no había heridas superficiales, su amiga y aliada había muerto en sus brazos. Al notar la mirada de la HiKokuo Hadda decidió interrumpir el incómodo silencio.
- ¡¿Qué decía la nota?!
Keiichiro la miró, le agradaba Hadda, sabía ver las emociones de las personas con solo echar un vistazo a los ojos y siempre tenía la frase o palabra adecuada para cada situación. Eso era algo que siempre le había gustado, tanto de la joven como de su madre, Jaina. La sonrió suavemente y continuó:
- La nota- abrió el pergamino y se los mostró, estaba escrito, misteriosamente, en dos idiomas: japonés (kanjis) y español- dice, más o menos, porque no se leer español, que quieren que les entreguemos voluntariamente a Toki o la Aldea y nuestros aliados sufrirán las consecuencias.
- ¿Eso dice? Es raro, no es el estilo de Caelum Sanguis enviar notas amenazadoras... ¿Me deja ver la nota?
Keiichiro le entregó el pergamino a Hadda, reconoció de inmediato la caligrafía de Shusei, tanto en el español como en el japonés. Eso era aún más extraño, ¿por qué Shinji, el líder de Caelum Sanguis, haría escribir a Shusei una nota casi sin sentido? ¿Y por qué éste la había escrito en español, sabiendo que muy pocos conocen ese idioma en la Aldea? ¿Acaso había un mensaje escondido en el pergamino? ¿Y si lo había, a quién estaba dirigido? Se quedó un largo rato mirando el papel. Keiichiro tenía razón, el texto en japonés decía que debían entregar a Toki o sufrirían las consecuencias, pero el texto en español no tenía mucho sentido, era como si le faltaran palabras, silabas... entonces lo comprendió: el pergamino lo había escrito Shusei, porque Shinji quería dejar un mensaje oculto y eso era la fortaleza del Heian. Pero debía asegurarse de que el pergamino llegara a las manos de quien debía llegar, ella, Hadda, era la destinataria del mensaje y la única forma de hacer que Keiichiro le diera la nota era escribiéndola en un idioma que ella y solo ella entendiera a la perfección en toda la aldea y que le había enseñado a su primo y maestro. Pero Shusei no se había limitado al idioma, sino también a la forma de escritura, las palabras y sílabas faltantes debían estar escritas con Aura, para que solo un poseedor del Jigokume las viera. Hadda sonrió, activó su Jigokume por primera vez en mucho tiempo y leyó el pergamino completo:
- “Keiichiro, quinta HiKokuo, sannin de la Aldea del Fuego, este mensaje será entregado a usted por cortesía de May Itsuja, la cuarta TsuchiKokuo de la Aldea de la Luna, que nos ha sabido enfrentar -y casi vencer- sin dañar a su propia aldea. Lamentablemente para ella, nuestras técnicas fueron más poderosas que las suyas, por lo que fue secuestrada y traída a nuestra guarida en donde le extrajimos al yombi[3], Sokou, el bijuu de cuatro colas, poseedor del poder de los venenos que ahora pertenece a nuestra colección”- Hadda levantó la vista, Keiichiro tenía las manos unidas tapándole la boca, con los codos apoyados en la mesa, escuchaba seria y atentamente. Kaichi tenía la mirada perdida en el suelo, escuchaba con atención y ni siquiera parpadeaba-. “Como bien saben, porque tenemos entendido que han tenido un informador por mucho tiempo -y de seguro aún lo tienen-, nosotros, Caelum Sanguis, somos una organización de ninjas que solo queremos una cosa: el poder de los bijuus. Pero nos será imposible conseguirlo ya que le noveno demonio, el kyuubi[4], Kyuubi no Youko, permanece escondido en su aldea”- hizo una pausa-. Aquí empieza la parte en japonés- miró a Keiichiro, ésta asintió y siguió leyendo-. “Solo lo diremos una vez: entréguennos a Toki Yamazaki, el jinyuriki del kyuubi o sino pagarán su estupidez con la sangre de todos sus ninjas, con el llanto de todos sus niños, con el grito de todas sus mujeres, con la destrucción total de su Aldea. No pueden pensarlo, no pueden analizarlo, porque esto no es una advertencia, es una amenaza. Quizás piensen que sólo somos nueve, que no podremos hacer nada contra una aldea entera, pero no es así: somos mucho más que nueve poderosos ninjas, tenemos aliados dentro y fuera de sus muros, tenemos conocimientos de técnicas que ustedes ni siquiera imaginan, tenemos el poder de 7 de los nueve bijuus y podemos utilizarlos si así lo deseamos...”- Hadda dejó de leer, tragó saliva y, mirando a los otros dos dijo- Creo que no puede ser más explícito, si no tienen el poder de Toki, nos harán polvo a sus pies.
- No temas, sigue leyendo- ordenó fríamente Keiichiro.
Hadda ya había leído lo que seguía, estaba escrito en español, a tinta y a Aura. Pero ella no quería saber nada, comenzaron a temblarle las manos cuando bajó la vista de nuevo. Temblorosa y con voz quebradiza siguió el leyendo el idioma con que se había criado:
- “Si no se atreven a arriesgar la seguridad de su Aldea y son tan cobardes como para no entregar a Yamazaki, deben saber que hay otra opción- tragó saliva-. Esto va dirigido especialmente a ti Gintama Hadda, entrega tu propio poder, entrégate a Caelum Sanguis, no como victima, sino como sierva. Tú sabes mejor que nadie que muchas veces te hice esta propuesta: únete a Caelum Sanguis y podrás salvar a tu amigo y a tu aldea; pero jamás diste una buena respuesta, jamás dijiste SI, pero tampoco diste un NO rotundo. Sabes que tienes el potencial suficiente como para estar ente nosotros, sabes que tu sangre Heian te hace superior a todos los demás, sabes que eres perfectamente capaz de...- no dijo nada más, era suficiente, Shusei en verdad se había pasado, no permitiría que nadie escuchara una palabra más de lo escrito en el pergamino.
- ¿Eres capaz de que Hadda? Continúa leyendo.
- No.
- No fue una opción, fue una orden- la voz de Keiichiro fue firme y mandona.
- Ha...- la chica comenzó a temblar, tragó saliva, pero luego endureció la mirada y miró fijo a la HiKokuo, sus ojos rojos brillaban con la intensidad de las llamas de fuego y sus pupilas deformadas eran tan negras y profundas como una noche sin Luna ni estrellas- Soy capaz de derrotar a los tres sannins del Fuego con solo un suspiro.
....continuará...
[1] Caelum Sanguis: Del latín. cielo sangriento.
[2] SSEG: Shinobis y Samuráis de Elite Guardianes.
[3] Del japonés. Yom: cuatro. Bi: cola
[4] Del japonés. Kyuu: nueve.
18 nov 2008
Cronicas de una traidora. cap 2: El legado de los Demonios
En el capitulo anterior:
- Si, es verdad, a solo ocho meses de ser ninja me convertí en Kyosho
- Pero yo nunca fui a la academia como ustedes. Es más, nunca me imaginé que sería una ninja
- Te llamé porque tengo una misión para ti. Pero no para tu equipo
- ¿Cuándo comienza la misión?
- Pero el momento mañana.
El sonido los condujo sin que se dieran cuenta al barrio Heian. Pero antes de que pudieran hacer algo el grito volvió y esta vez fue tan agudo que solo Hadda pudo oírlo y fue aturdida. La chica se tapó instintivamente los oídos con las manos, pero el sonido fue tan poderoso que se desmayó. Afortunadamente su padre logró alcanzarla y cayó en sus brazos.
Cáp. 2: El legado de los demonios.
Hadda podía escuchar frecuencias que los humanos normales no, por eso se había desmayado. En realidad Kazuo sabía que todos los que poseían sangre Heian tenían esa cualidad.
Cuando una joven Kamakura tuvo un hijo con un demonio cuervo llamado Heian, el híbrido perfeccionó el Kekkei Genkai[1] de su madre y creó el Clan Heian. El chico creó el Jigokume y gracias a los poderes de su padre que había heredado y los del demonio del fuego -que había obtenido al hacer un pacto con éste- el joven Heian había creado técnicas únicas, que solo sus descendientes podrían usar. Pero sus sucesores se mezclaron con otros humanos, haciendo que la sangre Heian perdiera fuerzas.
Todo cambió cuando la historia volvió a repetirse. Una joven Heian, cansada de los secretos del Clan, se casó con un extranjero que era de una especie extraña de seres de fuego. Su hijo, poseedor del Kekkei Genkai de su madre no se dio cuenta de que había vuelto a despertar la pureza original de la sangre Heian, que perduraría hasta llegar a su bisnieta, Jaina Potter, la cual descubrió esta pureza de sangre y retomó las técnicas del joven híbrido Heian.
Kazuo, mientras recordaba la historia del Clan, llevaba a Hadda al hospital de la Aldea, quizás ahí podrían hacer algo, sino debería recurrir a la quinta Hikokuo.
Mientras tanto, en la mente de Hadda -un oscuro y amplio lugar donde reinaba una neblina extraña y el completo silencio- ella caminaba tranquilamente, observando el entristecedor paisaje. De repente sintió pasos a su espalda y una suave mano que la tomaba del hombro, luego una voz masculina dijo:
- Hadda, ¿estás bien?
Se dio vuelta, un hombre de treinta y seis años de profundos ojos negros y cabello negro azabache, vestido con una túnica negra con bordes rojos la miraba seriamente. Como siempre, Shusei llevaba en su brazo su bandana negra del Fuego tachada y en su frente, otra negra con una nube, símbolo de que había abandonado la Aldea y se había unido a una poderosa organización de ninjas asesinos.
- Shusei-san, hace mucho que no te veía.
- Es verdad y por eso vine.
Hadda sabía que ese “vine” no era literal, sino que se refería a que se había contactado mentalmente con ella.
- ¿Me contactaste solo porque hacía mucho que no nos veíamos?
- No seas estúpida, eso no es motivo para vernos- Hadda suspiró, ella quería mucho a Shusei, pero a veces le daba la sensación de que a él sólo le importaba el poder que ella poseía; Shusei era muy frío, parecía no tener emociones, pero una de las personas más poderosas y protectoras que Hadda había conocido jamás- lo que sí es motivo suficiente es el hecho de que estás olvidando quien eres en verdad.
- ¿De qué hablas?
- No te hagas la tonta, se que hace mucho tiempo que no usas tu Jigokume, y más aún tu Oniroku Jigokume.
- Pero para que querría usarlo, soy una Kyosho a cargo de un equipo deshi, cumplo misiones simples, no tengo necesidad de usarlo.
- Una Heian nunca debe olvidar que es una Heian.
- Pero no soy una Heian... soy una Gintama- excusó ella.
- Eres una Gintama solo porque tu padre es un Gintama. Recuerda el origen de tu sangre, recuerda tu legado.
- Es difícil olvidar que eres descendiente de engreídos farsantes.
- No me refiero a la actitud de quienes eran mi... familia- Shusei hizo una mueca de asco al pronunciar la palabra “familia”, no por nada los había acecinado a todos-. Me refiero al legado de sangre, recuerda que eres superior a los demás ninjas- hizo una pequeña pausa- somos superiores a los demás humanos.
- Pero no hace falta usar el Oniroku Jigokume para demostrar que somos superiores... podemos usar técnicas que otros no, podemos usar las técnicas de nuestros oponentes en su contra y...
- Deja de poner excusas, todo eso que dices no sería posible sin el Jigokume.
- ¡¡No estoy poniendo excusas!!- Shusei retrocedió, Hadda era la única persona capaz de enfrentarlo de esa forma- Solo estoy diciendo que no hace falta tener el Jigokume permanentemente activado para demostrar que somos superiores... ha, y por cierto, recuerda que no estoy de acuerdo con eso que dices...
- Si... hace catorce años que me dices que los Heian no somos superiores.
- Es que no lo somos... nuestra sangre perdió mucha de su pureza original, por eso...
- Por eso el Jigokume solo se presenta en algunos miembros y el Oniroku Jigokume solo en los más poderosos, lo se. Pero por eso mismo he venido, para recordarte que no eres una simple Heian, eres una Potter. Tu sangre es más pura que la de los Heian, es más pura que la de Ikkyo e incluso más pura que la mía.
- Pero es más...- Hadda vaciló- impura que la de mi madre.
- Jaina la sirena guerrera, Kazuo el ninja copia... esos son tus padres- dijo Shusei sin prestar atención a lo que había dicho la chica- leyendas, leyendas ninjas... tú también puedes ser una leyenda- Shusei paseó su mirada por el desolado paisaje de la mente de Hadda, terminando con la mirada fija en los ojos de ella-. Ojos cristalinos... ojos de demonio... los ojos, eso fue lo que convirtió a tus padres en leyenda, sus ojos...- se le acercó y le acarició suavemente la cara- tus ojos pueden convertirte en leyenda también...
- ¿Y si yo no quiero convertirme en una leyenda como tú dices?
- Pero es tu destino. Los Kamakura son una leyenda, Nou Heian es una leyenda, los Heian lo son; tus padres, tu primo, Ikkyo y yo, todos somos leyendas. Tú también lo serás, algún día, aunque no quieras, puedo asegurártelo.
Hadda lo miró a los ojos, sabía que lo que él decía era verdad, pero no quería convertirse en leyenda como él decía, ella quería ser normal, por una vez en su vida quería tener una vida normal y lo estaba consiguiendo. Sus ojos, como Shusei decía, le había dado ventajas, pero también le había dado muchos problemas. A veces aborrecía tener esos malditos ojos rojos, esos ojos demoníacos, sangrientos, llenos de Aura; temidos, envidiados, codiciados...
- ¡Odio tener estos ojos!- gritó de repente, tapándose la cara con las manos.
- No digas tonterías- la retó Shusei, le apartó las manos y la acercó contra su cuerpo, luego le dijo al oído- son parte de lo que eres... nunca olvides quien eres, nunca intentes esconder quien eres... porque siempre será inútil.
De repente despertó, estaba acostada en una cama del hospital de la Aldea del Fuego, su padre leía su habitual libro verde sentado a su lado. Apenas levantó la vista cuando Hadda despertó. Miró por la ventana, era de noche. Le dolía la cabeza, un poco por la conversación con Shusei y otro poco por el sonido que la había aturdido, que por cierto aún retumbaba en su mente.
- ¿Papá?- el hombre levantó la vista en forma de respuesta- ¿Descubriste de donde venía el grito?
- No era un grito, pero aún así no descubrí su origen.
- ¿Qué crees que haya sido?
- No lo se y tampoco me imagino a alguien o algo produciéndolo.
- Oh- bajó la mirada y calló por un momento. Comenzaba a perderse en el infinito cuando recordó algo-. Papá, ¿porque no te desmayaste cómo yo?
- Porque lo que te desmayó fue un sonido demasiado agudo para mí.
- Un infrasonido... oh, claro, yo puedo oír esas frecuencias y otros humanos normales no...- suspiró profundo- otro legado de los malditos demonios cuervo.
- Hadda...
- ¡¡Ahora me vas a decir que no lo llame malditos!!
- No, iba a decirte que es verdad que eran demonios malvados, pero les debes tu vida, les debes lo que eres, y lo sabes.
- Sí, lo se.
Próximo Cáp.: La amenaza.
[1] Kekkei Genkai: Del japonés. Línea sucesoria o rasgo sanguíneo hereditario.
- Si, es verdad, a solo ocho meses de ser ninja me convertí en Kyosho
- Pero yo nunca fui a la academia como ustedes. Es más, nunca me imaginé que sería una ninja
- Te llamé porque tengo una misión para ti. Pero no para tu equipo
- ¿Cuándo comienza la misión?
- Pero el momento mañana.
El sonido los condujo sin que se dieran cuenta al barrio Heian. Pero antes de que pudieran hacer algo el grito volvió y esta vez fue tan agudo que solo Hadda pudo oírlo y fue aturdida. La chica se tapó instintivamente los oídos con las manos, pero el sonido fue tan poderoso que se desmayó. Afortunadamente su padre logró alcanzarla y cayó en sus brazos.
Cáp. 2: El legado de los demonios.
Hadda podía escuchar frecuencias que los humanos normales no, por eso se había desmayado. En realidad Kazuo sabía que todos los que poseían sangre Heian tenían esa cualidad.
Cuando una joven Kamakura tuvo un hijo con un demonio cuervo llamado Heian, el híbrido perfeccionó el Kekkei Genkai[1] de su madre y creó el Clan Heian. El chico creó el Jigokume y gracias a los poderes de su padre que había heredado y los del demonio del fuego -que había obtenido al hacer un pacto con éste- el joven Heian había creado técnicas únicas, que solo sus descendientes podrían usar. Pero sus sucesores se mezclaron con otros humanos, haciendo que la sangre Heian perdiera fuerzas.
Todo cambió cuando la historia volvió a repetirse. Una joven Heian, cansada de los secretos del Clan, se casó con un extranjero que era de una especie extraña de seres de fuego. Su hijo, poseedor del Kekkei Genkai de su madre no se dio cuenta de que había vuelto a despertar la pureza original de la sangre Heian, que perduraría hasta llegar a su bisnieta, Jaina Potter, la cual descubrió esta pureza de sangre y retomó las técnicas del joven híbrido Heian.
Kazuo, mientras recordaba la historia del Clan, llevaba a Hadda al hospital de la Aldea, quizás ahí podrían hacer algo, sino debería recurrir a la quinta Hikokuo.
Mientras tanto, en la mente de Hadda -un oscuro y amplio lugar donde reinaba una neblina extraña y el completo silencio- ella caminaba tranquilamente, observando el entristecedor paisaje. De repente sintió pasos a su espalda y una suave mano que la tomaba del hombro, luego una voz masculina dijo:
- Hadda, ¿estás bien?
Se dio vuelta, un hombre de treinta y seis años de profundos ojos negros y cabello negro azabache, vestido con una túnica negra con bordes rojos la miraba seriamente. Como siempre, Shusei llevaba en su brazo su bandana negra del Fuego tachada y en su frente, otra negra con una nube, símbolo de que había abandonado la Aldea y se había unido a una poderosa organización de ninjas asesinos.
- Shusei-san, hace mucho que no te veía.
- Es verdad y por eso vine.
Hadda sabía que ese “vine” no era literal, sino que se refería a que se había contactado mentalmente con ella.
- ¿Me contactaste solo porque hacía mucho que no nos veíamos?
- No seas estúpida, eso no es motivo para vernos- Hadda suspiró, ella quería mucho a Shusei, pero a veces le daba la sensación de que a él sólo le importaba el poder que ella poseía; Shusei era muy frío, parecía no tener emociones, pero una de las personas más poderosas y protectoras que Hadda había conocido jamás- lo que sí es motivo suficiente es el hecho de que estás olvidando quien eres en verdad.
- ¿De qué hablas?
- No te hagas la tonta, se que hace mucho tiempo que no usas tu Jigokume, y más aún tu Oniroku Jigokume.
- Pero para que querría usarlo, soy una Kyosho a cargo de un equipo deshi, cumplo misiones simples, no tengo necesidad de usarlo.
- Una Heian nunca debe olvidar que es una Heian.
- Pero no soy una Heian... soy una Gintama- excusó ella.
- Eres una Gintama solo porque tu padre es un Gintama. Recuerda el origen de tu sangre, recuerda tu legado.
- Es difícil olvidar que eres descendiente de engreídos farsantes.
- No me refiero a la actitud de quienes eran mi... familia- Shusei hizo una mueca de asco al pronunciar la palabra “familia”, no por nada los había acecinado a todos-. Me refiero al legado de sangre, recuerda que eres superior a los demás ninjas- hizo una pequeña pausa- somos superiores a los demás humanos.
- Pero no hace falta usar el Oniroku Jigokume para demostrar que somos superiores... podemos usar técnicas que otros no, podemos usar las técnicas de nuestros oponentes en su contra y...
- Deja de poner excusas, todo eso que dices no sería posible sin el Jigokume.
- ¡¡No estoy poniendo excusas!!- Shusei retrocedió, Hadda era la única persona capaz de enfrentarlo de esa forma- Solo estoy diciendo que no hace falta tener el Jigokume permanentemente activado para demostrar que somos superiores... ha, y por cierto, recuerda que no estoy de acuerdo con eso que dices...
- Si... hace catorce años que me dices que los Heian no somos superiores.
- Es que no lo somos... nuestra sangre perdió mucha de su pureza original, por eso...
- Por eso el Jigokume solo se presenta en algunos miembros y el Oniroku Jigokume solo en los más poderosos, lo se. Pero por eso mismo he venido, para recordarte que no eres una simple Heian, eres una Potter. Tu sangre es más pura que la de los Heian, es más pura que la de Ikkyo e incluso más pura que la mía.
- Pero es más...- Hadda vaciló- impura que la de mi madre.
- Jaina la sirena guerrera, Kazuo el ninja copia... esos son tus padres- dijo Shusei sin prestar atención a lo que había dicho la chica- leyendas, leyendas ninjas... tú también puedes ser una leyenda- Shusei paseó su mirada por el desolado paisaje de la mente de Hadda, terminando con la mirada fija en los ojos de ella-. Ojos cristalinos... ojos de demonio... los ojos, eso fue lo que convirtió a tus padres en leyenda, sus ojos...- se le acercó y le acarició suavemente la cara- tus ojos pueden convertirte en leyenda también...
- ¿Y si yo no quiero convertirme en una leyenda como tú dices?
- Pero es tu destino. Los Kamakura son una leyenda, Nou Heian es una leyenda, los Heian lo son; tus padres, tu primo, Ikkyo y yo, todos somos leyendas. Tú también lo serás, algún día, aunque no quieras, puedo asegurártelo.
Hadda lo miró a los ojos, sabía que lo que él decía era verdad, pero no quería convertirse en leyenda como él decía, ella quería ser normal, por una vez en su vida quería tener una vida normal y lo estaba consiguiendo. Sus ojos, como Shusei decía, le había dado ventajas, pero también le había dado muchos problemas. A veces aborrecía tener esos malditos ojos rojos, esos ojos demoníacos, sangrientos, llenos de Aura; temidos, envidiados, codiciados...
- ¡Odio tener estos ojos!- gritó de repente, tapándose la cara con las manos.
- No digas tonterías- la retó Shusei, le apartó las manos y la acercó contra su cuerpo, luego le dijo al oído- son parte de lo que eres... nunca olvides quien eres, nunca intentes esconder quien eres... porque siempre será inútil.
De repente despertó, estaba acostada en una cama del hospital de la Aldea del Fuego, su padre leía su habitual libro verde sentado a su lado. Apenas levantó la vista cuando Hadda despertó. Miró por la ventana, era de noche. Le dolía la cabeza, un poco por la conversación con Shusei y otro poco por el sonido que la había aturdido, que por cierto aún retumbaba en su mente.
- ¿Papá?- el hombre levantó la vista en forma de respuesta- ¿Descubriste de donde venía el grito?
- No era un grito, pero aún así no descubrí su origen.
- ¿Qué crees que haya sido?
- No lo se y tampoco me imagino a alguien o algo produciéndolo.
- Oh- bajó la mirada y calló por un momento. Comenzaba a perderse en el infinito cuando recordó algo-. Papá, ¿porque no te desmayaste cómo yo?
- Porque lo que te desmayó fue un sonido demasiado agudo para mí.
- Un infrasonido... oh, claro, yo puedo oír esas frecuencias y otros humanos normales no...- suspiró profundo- otro legado de los malditos demonios cuervo.
- Hadda...
- ¡¡Ahora me vas a decir que no lo llame malditos!!
- No, iba a decirte que es verdad que eran demonios malvados, pero les debes tu vida, les debes lo que eres, y lo sabes.
- Sí, lo se.
Próximo Cáp.: La amenaza.
[1] Kekkei Genkai: Del japonés. Línea sucesoria o rasgo sanguíneo hereditario.
11 nov 2008
Los misterios del cerro Trikérato, capitulo final...
En el capitulo anterior:
Como no sabía nadar, Jonathan comenzó a dar manotazos hasta que ya no aguantó la respiración y se desmayó creyendo que iba a morir.
Parpadeó unas cuantas veces y vio una Katie borrosa, serró los ojos y volvió a abrirlos, la chica sonrió.
- Menos mal que despertaste.
- ¿Que paso?
- Casi te ahogas... esa cosa... casi te rasguña.
- Pero como, no entiendo, se supone que ese charco era pequeño.
- El charco... resulto ser un túnel acuático muy profundo.
- ¿Túnel? ¿y donde estamos?
- En una burbuja de aire, ¿lo ves?- dijo Katie señalándole el agua.
Observó el lugar, era una cueva que hacía una burbuja de aire, había muchas estalagmitas y estalactitas de hielo y roca, el piso estaba como quemado en una zona que estaba perfectamente definida: alguien había estado allí haciendo una fogata.
- Debemos encontrar la forma de salir de aquí, esa cosa talvez nos está buscando.
- Si... y será mejor que corramos... ¡¡Pero ya!!- le contesto el chico mirando asustado como en el agua aparecían burbujas y pequeñas olas.
- ¿Por qué?- dijo Katie dándose vuelta- ¡ha! corre, corre...
Ambos se levantaron y comenzaron a correr por un túnel, pero no paso mucho tiempo para que oyeran pasos detrás de ellos. Corrieron por un largo rato con esa cosa persiguiéndolos, hasta que se entraron con otra burbuja, pero con menos tierra.
- Ven, por aquí- dijo Katie tirándolo y ambos se escondieron detrás de una enorme estalagmita.
Luego de unos segundos vieron a esa cosa enorme entrar. El monstruo comenzó a buscarlos y a medida que se acercaba Katie y Jonathan se iban cambiando de lugar, hasta que Katie tropezó y cayó al agua.
La bestia se percató de esto y los acorraló. Se les acercó y comenzó a atacar con grandes zarpazos, esquivaron algunos, pero recibieron unos cuantos que les rompieron las remeras. Ninguno de los dos tenía heridas muy graves y cuando tuvieron la oportunidad se metieron al agua y huyeron.
Una vez que salieron a la superficie se percataron de que estaban en aguas profundas, había una costa y las olas eran fuertes: estaban en el Mediterráneo griego. Asustados los dos chicos comenzaron a nadar hacia la costa como pudieron.
Cuando estaban a punto de llegar, Jonathan sintió un gran tirón en la pierna, luego Katie desapareció y la bestia emergió adelante suyo con su amiga inconsciente en los brazos. Jonathan a pesar del dolor se abalanzó sobre la criatura, quien lanzó a Katie hasta la playa, ambos comenzaron a pelear, pero como al chico no le quedaban mucha fuerza, la cosa le rasguño la cara y lo lanzó a la playa junto a su amiga. Después simplemente volvió a sumergirse.
Con las pocas fuerzas que le quedaban, Jonathan se acercó a Katie y trato de despertarla. La chica abrió los ojos y al verlo le dijo:
- Tu cara... esa cosa te rasguñó...- lego se le acercó y lo besó tiernamente, luego simplemente se desvaneció.
- ¡¡Katie!!- Jonathan se le acercó y vio que ya no respiraba, su corazón no latía... había muerto.
Él simplemente dejó caer su cabeza sobre la arena y lo último que vio fue a Katie ahí tirada, sin vida...
De repente despertó. Estaba en su casa, ya era de día y eran las... 5 de la tarde!!!
- "Solo fue un sueño"- Pensó, desilusionado.
Se levantó muy lentamente, ya que apenas pisó el suelo su pierna le dolió terriblemente. Fue hacia la cocina y, al pasar delante del espejo del living, se percató de que tenía algo en la cara. Se acercó más y contempló estupefacto lo que vio...
La marca de un gran rasguño le cortaba la cara, apenas podía abrir el ojo, ya que la herida lo atravesaba. Y al parecer esa herida había sangrado mucho, ya que sus labios estaban unidos por donde pasaba.
Se quedó contemplando la herida frente al espejo... esa herida que era idéntica a la de su sueño...
Como no sabía nadar, Jonathan comenzó a dar manotazos hasta que ya no aguantó la respiración y se desmayó creyendo que iba a morir.
Parpadeó unas cuantas veces y vio una Katie borrosa, serró los ojos y volvió a abrirlos, la chica sonrió.
- Menos mal que despertaste.
- ¿Que paso?
- Casi te ahogas... esa cosa... casi te rasguña.
- Pero como, no entiendo, se supone que ese charco era pequeño.
- El charco... resulto ser un túnel acuático muy profundo.
- ¿Túnel? ¿y donde estamos?
- En una burbuja de aire, ¿lo ves?- dijo Katie señalándole el agua.
Observó el lugar, era una cueva que hacía una burbuja de aire, había muchas estalagmitas y estalactitas de hielo y roca, el piso estaba como quemado en una zona que estaba perfectamente definida: alguien había estado allí haciendo una fogata.
- Debemos encontrar la forma de salir de aquí, esa cosa talvez nos está buscando.
- Si... y será mejor que corramos... ¡¡Pero ya!!- le contesto el chico mirando asustado como en el agua aparecían burbujas y pequeñas olas.
- ¿Por qué?- dijo Katie dándose vuelta- ¡ha! corre, corre...
Ambos se levantaron y comenzaron a correr por un túnel, pero no paso mucho tiempo para que oyeran pasos detrás de ellos. Corrieron por un largo rato con esa cosa persiguiéndolos, hasta que se entraron con otra burbuja, pero con menos tierra.
- Ven, por aquí- dijo Katie tirándolo y ambos se escondieron detrás de una enorme estalagmita.
Luego de unos segundos vieron a esa cosa enorme entrar. El monstruo comenzó a buscarlos y a medida que se acercaba Katie y Jonathan se iban cambiando de lugar, hasta que Katie tropezó y cayó al agua.
La bestia se percató de esto y los acorraló. Se les acercó y comenzó a atacar con grandes zarpazos, esquivaron algunos, pero recibieron unos cuantos que les rompieron las remeras. Ninguno de los dos tenía heridas muy graves y cuando tuvieron la oportunidad se metieron al agua y huyeron.
Una vez que salieron a la superficie se percataron de que estaban en aguas profundas, había una costa y las olas eran fuertes: estaban en el Mediterráneo griego. Asustados los dos chicos comenzaron a nadar hacia la costa como pudieron.
Cuando estaban a punto de llegar, Jonathan sintió un gran tirón en la pierna, luego Katie desapareció y la bestia emergió adelante suyo con su amiga inconsciente en los brazos. Jonathan a pesar del dolor se abalanzó sobre la criatura, quien lanzó a Katie hasta la playa, ambos comenzaron a pelear, pero como al chico no le quedaban mucha fuerza, la cosa le rasguño la cara y lo lanzó a la playa junto a su amiga. Después simplemente volvió a sumergirse.
Con las pocas fuerzas que le quedaban, Jonathan se acercó a Katie y trato de despertarla. La chica abrió los ojos y al verlo le dijo:
- Tu cara... esa cosa te rasguñó...- lego se le acercó y lo besó tiernamente, luego simplemente se desvaneció.
- ¡¡Katie!!- Jonathan se le acercó y vio que ya no respiraba, su corazón no latía... había muerto.
Él simplemente dejó caer su cabeza sobre la arena y lo último que vio fue a Katie ahí tirada, sin vida...
De repente despertó. Estaba en su casa, ya era de día y eran las... 5 de la tarde!!!
- "Solo fue un sueño"- Pensó, desilusionado.
Se levantó muy lentamente, ya que apenas pisó el suelo su pierna le dolió terriblemente. Fue hacia la cocina y, al pasar delante del espejo del living, se percató de que tenía algo en la cara. Se acercó más y contempló estupefacto lo que vio...
La marca de un gran rasguño le cortaba la cara, apenas podía abrir el ojo, ya que la herida lo atravesaba. Y al parecer esa herida había sangrado mucho, ya que sus labios estaban unidos por donde pasaba.
Se quedó contemplando la herida frente al espejo... esa herida que era idéntica a la de su sueño...
4 nov 2008
Los misterios del cerro Trikérato. Cap 2
en el capitulo anterior...
- ¿¿¿Elevisínia???- pregunto desconcertada la chica- pero esa ciudad queda muy lejos de aquí...
- ¿Lejos?, pero yo llegué hasta aquí caminando...
- Eso es imposible- lo contradijo Katie- las luces de Elevisínia apenas se distinguen desde aquí.
- ¿¿Desde aquí?? Y precisamente ¿donde es AQUÍ?
Jonathan estaba desconcertado por lo que Katie decía, y al parecer, la chica estaba igual de desconcertada que él.
- Bueno, estamos en el monte Trikérato...
- Eso ya lo se... pero, ¿a que altura?- la interrumpió Jonathan.
- ¡¡Hey!! ¡cálmate! Estamos a unos 1190 metros sobre el nivel del mar.
- ¡¡Que, 1190!!
- Si, ¿acaso eres un poco sordo?
Jonathan la miro raramente y negó con la cabeza. 1190 metros, eso era imposible, había llegado hasta ahí caminando, sus oídos ni siquiera se habían tapado, no estaba mareado, en fin, no sentía ni el menor signo de estar a tanta altura.
Katie lo miró un largo rato, y luego encogiéndose de hombros se dio vuelta y siguió cantando como si nada. Entonces Jonathan recordó que esa canción era la que había empezado a tartamudear. Pero... ¿Cómo era posible que alguien que él acababa de conocer supiera la canción que él mismo acababa de inventar?
- Disculpa... ¿De donde sacaste esa canción?
- Es una canción que me cantaba siempre mi madre, ¿por qué?
- Es que... yo estaba tarareando esa canción y...
- ¿Y? Es posible que la conozcas, es una canción muy famosa en Francia.
- ¿En Francia? Pero es imposible, creí que la había inventado... nunca fui a Francia y nunca había escuchado ni siquiera su melodía...
Katie se encogió de hombros y siguió acomodando unas bolsas como si nada.
Jonathan se sentía un poco incómodo y entonces le preguntó a la chica que hacía ahí y ella simplemente le respondió que estaba acampando.
Esto le pareció muy raro, nadie acampaba en ese cerro desde hacía varios años, ya que se decía que pasaban cosas horribles, entonces, temiendo por la chica le dijo:
- ¿Nadie te dijo que no se puede acampar aquí?
- No, al contrario, un hombre muy extraño pero amable me dio unos cuantos consejos…
- ¡Ho!... es que han pasado muchas cosas extrañas con los acampantes que llegan a este cerro.
- Cosas extrañas... ¿Como que?- preguntó la chica.
- No lo se... como... hemm... muchos dicen que vieron cosas extrañas...
- Jeje, yo no soy supersticiosa... ¿Que te parece si te enseño un lugar realmente extraordinario? Claro si quieres.
- Un lugar de este cerro... jeje, conozco el cerro Trikérato como la palma de mi mano.
- Entonces supongo que ya conoces el manantial de agua que hay unos cuantos metros adentrándose en el bosque...
- ¿Manantial?¿Bosques? Me estás tomando el pelo, aquí no hay ningún manantial... y mucho menos un bosque...
- Estas equivocado, se “conozco este cerro como la palma de mi mano”- dijo Katie burlándose- ven, te lo mostraré.
- Bien, vamos- contestó Jonathan.
- Por aquí- dijo la chica y comenzó a caminar por el bosque y Jonathan la siguió.
Pasaron unos cuantos minutos y llegaron a lo que parecía un claro de un inmenso bosque. Allí vieron una cascada de aguas cristalinas, que caía de una pequeña ondulación del cerro, Jonathan, nunca había oído hablar de ella y mucho menos la había visto.
-Parece….
-Si, es agua pura, mejor que las embotelladas- contestó inmediatamente Katie.
Jonathan se quedó un buen rato contemplando esas aguas totalmente cristalinas que caían como diamantes en una pequeña fuente…
- ¿Qué tan hondo es el charco?
- No mucho, supongo que nos llegará a las rodillas.
<<>>, pensó, dando un suspiro. Siguieron contemplando ese vello paisaje hasta que un sonido grotesco los sobresaltó e hizo que Katie tomara involuntariamente la mano derecha de él.
- ¿Qué rayos fue eso?
- No se, pero no sonó muy bien…
Se dieron vuelta muy lentamente y se quedaron estupefactos al ver que era lo que había, seguramente, provocado el ruido. Una persona de dos metros de altura, aproximadamente, cubierta por una capa de lo que parecía ser piel de oso. Asustados, retrocedieron hasta que se mojaron los tobillos con el agua. Esa cosa, que no hablaba pero emitía un enorme regido, se les acercó y sacó algo que parecía una garra. Katie retrocedió más y se sumergió en el agua. Jonathan sin saber que hacer, también retrocedió y, justo cuando esa cosa lanzó un zarpazo perdió el equilibrio y se sumergió bruscamente.
Como no sabía nadar, Jonathan comenzó a dar manotazos hasta que ya no aguantó la respiración y se desmayó creyendo que iba a morir.
...continuaá....
- ¿¿¿Elevisínia???- pregunto desconcertada la chica- pero esa ciudad queda muy lejos de aquí...
- ¿Lejos?, pero yo llegué hasta aquí caminando...
- Eso es imposible- lo contradijo Katie- las luces de Elevisínia apenas se distinguen desde aquí.
- ¿¿Desde aquí?? Y precisamente ¿donde es AQUÍ?
Jonathan estaba desconcertado por lo que Katie decía, y al parecer, la chica estaba igual de desconcertada que él.
- Bueno, estamos en el monte Trikérato...
- Eso ya lo se... pero, ¿a que altura?- la interrumpió Jonathan.
- ¡¡Hey!! ¡cálmate! Estamos a unos 1190 metros sobre el nivel del mar.
- ¡¡Que, 1190!!
- Si, ¿acaso eres un poco sordo?
Jonathan la miro raramente y negó con la cabeza. 1190 metros, eso era imposible, había llegado hasta ahí caminando, sus oídos ni siquiera se habían tapado, no estaba mareado, en fin, no sentía ni el menor signo de estar a tanta altura.
Katie lo miró un largo rato, y luego encogiéndose de hombros se dio vuelta y siguió cantando como si nada. Entonces Jonathan recordó que esa canción era la que había empezado a tartamudear. Pero... ¿Cómo era posible que alguien que él acababa de conocer supiera la canción que él mismo acababa de inventar?
- Disculpa... ¿De donde sacaste esa canción?
- Es una canción que me cantaba siempre mi madre, ¿por qué?
- Es que... yo estaba tarareando esa canción y...
- ¿Y? Es posible que la conozcas, es una canción muy famosa en Francia.
- ¿En Francia? Pero es imposible, creí que la había inventado... nunca fui a Francia y nunca había escuchado ni siquiera su melodía...
Katie se encogió de hombros y siguió acomodando unas bolsas como si nada.
Jonathan se sentía un poco incómodo y entonces le preguntó a la chica que hacía ahí y ella simplemente le respondió que estaba acampando.
Esto le pareció muy raro, nadie acampaba en ese cerro desde hacía varios años, ya que se decía que pasaban cosas horribles, entonces, temiendo por la chica le dijo:
- ¿Nadie te dijo que no se puede acampar aquí?
- No, al contrario, un hombre muy extraño pero amable me dio unos cuantos consejos…
- ¡Ho!... es que han pasado muchas cosas extrañas con los acampantes que llegan a este cerro.
- Cosas extrañas... ¿Como que?- preguntó la chica.
- No lo se... como... hemm... muchos dicen que vieron cosas extrañas...
- Jeje, yo no soy supersticiosa... ¿Que te parece si te enseño un lugar realmente extraordinario? Claro si quieres.
- Un lugar de este cerro... jeje, conozco el cerro Trikérato como la palma de mi mano.
- Entonces supongo que ya conoces el manantial de agua que hay unos cuantos metros adentrándose en el bosque...
- ¿Manantial?¿Bosques? Me estás tomando el pelo, aquí no hay ningún manantial... y mucho menos un bosque...
- Estas equivocado, se “conozco este cerro como la palma de mi mano”- dijo Katie burlándose- ven, te lo mostraré.
- Bien, vamos- contestó Jonathan.
- Por aquí- dijo la chica y comenzó a caminar por el bosque y Jonathan la siguió.
Pasaron unos cuantos minutos y llegaron a lo que parecía un claro de un inmenso bosque. Allí vieron una cascada de aguas cristalinas, que caía de una pequeña ondulación del cerro, Jonathan, nunca había oído hablar de ella y mucho menos la había visto.
-Parece….
-Si, es agua pura, mejor que las embotelladas- contestó inmediatamente Katie.
Jonathan se quedó un buen rato contemplando esas aguas totalmente cristalinas que caían como diamantes en una pequeña fuente…
- ¿Qué tan hondo es el charco?
- No mucho, supongo que nos llegará a las rodillas.
<<>>, pensó, dando un suspiro. Siguieron contemplando ese vello paisaje hasta que un sonido grotesco los sobresaltó e hizo que Katie tomara involuntariamente la mano derecha de él.
- ¿Qué rayos fue eso?
- No se, pero no sonó muy bien…
Se dieron vuelta muy lentamente y se quedaron estupefactos al ver que era lo que había, seguramente, provocado el ruido. Una persona de dos metros de altura, aproximadamente, cubierta por una capa de lo que parecía ser piel de oso. Asustados, retrocedieron hasta que se mojaron los tobillos con el agua. Esa cosa, que no hablaba pero emitía un enorme regido, se les acercó y sacó algo que parecía una garra. Katie retrocedió más y se sumergió en el agua. Jonathan sin saber que hacer, también retrocedió y, justo cuando esa cosa lanzó un zarpazo perdió el equilibrio y se sumergió bruscamente.
Como no sabía nadar, Jonathan comenzó a dar manotazos hasta que ya no aguantó la respiración y se desmayó creyendo que iba a morir.
...continuaá....
26 oct 2008
Cronicas de una Traidora. cap 1: Los ninjas del fuego
- Akiko, a tu derecha.
- Lo veo, ¿voy por él?
- Aún no, Kaori ¿lo ves?
- Si, estoy sobre él sensei.
- ¡Lo tengo a sólo dos pasos! ¡Voy por él!- y el chico se lanzó sobre el pequeño gato blanco.
- ¡Takeshi no! Kaori, Akiko, vayan por él.
Los otros dos se abalanzaron sobre el felino, pero lo único que lograron fue chocarse contra el suelo lleno de hojas secas. Hadda, su sensei, se levantó y con su increíble velocidad atrapó al escurridizo gato por el lazo que tenía en el cuello. Acariciando al pequeñín detrás de la oreja para que se durmiera se acercó a sus tres alumnos.
- Takeshi, cuantas veces tengo que decirte que no seas así de apresurado.
- Lo siento Hadda-sensei, es que creí que lo atraparía.
- Siempre olvidas el trabajo en equipo Takeshi.
- ¡Eres un atolondrado Takeshi!- le gritó Akiko al chico cuando su sensei terminó de hablar- debiste esperar a que Kaori-kun saltara.
- Kaori-kun, Kaori-kun, ¡yo también soy parte del equipo Akiko-chan!
- Ya dejen de pelear. Vamos, llevemos a este copo de nieve con su dueña.
Los tres chicos asintieron y, junto a su sensei, comenzaron a caminar de regreso a la aldea. Takeshi, un chico pelirrojo y de ojos celestes muy inquieto y despistado, era un Deshi[1] de doce años como sus otros dos compañeros, pero la verdad era que no era muy inteligente y sus técnicas ninjas tenían que mejorar un poco. Akiko era una chica rubia de ojos color ámbar, inteligente y de mente rápida, pero con habilidades ninjas deplorables; era la típica chica que se convierte en ninja por el chico guapo. Y justamente el chico guapo era Kaori, miembro del poderoso Clan Kamakura, era inteligente y fuerte; de cabello negro azabache y ojos verde jade, Kaori era el Deshi de su edad más popular entre las chicas y la envidia de muchos chicos.
Aunque competían en casi todo, Takeshi y Kaori eran mejores amigos. Hadda, una joven Kyosho[2] de veinte años de cabello castaño claro y ojos celestes cristalinos, siempre había identificado a Takeshi con su mejor amigo, Toki y a Kaori con su primo, Ikkyo; aunque esperaba con todo su corazón que sus dos aprendices no terminaron de la misma manera que Toki y Ikkyo.
No muchos conocían la verdadera historia de los dos chicos, pero la mayoría de la gente consideraba a Ikkyo un gran traidor de sus compañeros y de su aldea. Pero aunque Hadda odiaba terriblemente a los traidores, no sentía lo mismo por Ikkyo, ya que él había abandonado la Aldea del Fuego para volverse más fuerte y vengar la muerte de su familia. Hadda no entendía por qué, pero sentía un especial respeto por Ikkyo y sentía una gran tristeza al pensar en él. Es que Ikkyo había perdido a toda su familia - el Clan Heian- a manos de su hermano Shusei. Los únicos que habían quedado eran Ikkyo, Shusei, Hadda, la madre de ésta y el primo de Hadda, Harry. Shusei había dejado vivo a su hermano menor y a Toki, que había sido testigo de todo; mientras que Hadda, Harry y su Jaina -la madre de Hadda- siguieron vivos porque Shusei los respetaba y quería. Jaina había muerto dos años después de la masacre del Clan en manos de un demonio llamado Henry Miniptrip.
- Hadda-sensei, ¿cuándo vamos a tener misiones más importantes?
- ¿He?- Hadda salió bruscamente de sus recuerdos al escuchar la voz de Takeshi.
- ¿Cuándo vamos a tener misiones más importantes?
- Cuando la HiKokuo-sama lo diga, recuerden que hace solo un mes que se convirtieron en Deshis.
- Pero Kazuo-sensei dijo que...
- Sabes que a Kazuo-sensei le gusta inventar cosas- lo interrumpió Akiko.
- No tiene nada que ver, mi padre dice que es verdad- contradijo Kaori.
- ¿De qué están hablando?
- Kazuo-sensei dice que tú te convertiste en Chimu[3] a solo tres meses de convertirte en Deshi- respondió Akiko.
- Y que cuando eras Deshi tenías misiones de rango C y B, ¡¡incluso tuviste de rango A!!- agregó Takeshi.
- Y también dijo que a solo cuatro meses de ser Chimu ascendiste a Kyosho- dijo Kaori.
Hadda soltó una risita, su padre siempre se enorgullecía de ella, pero nunca decía que cuando todo eso ocurrió ella tenía ya dieciséis años.
- Si, es verdad, a solo ocho meses de ser ninja me convertí en Kyosho. ¿Pero Kazuo-sensei no les dijo que edad tenía cuando yo me convertí en ninja?- los tres negaron- Tenía dieciséis años.
- ¡¡Te convertiste en Deshi a los dieciséis!!
- Jeje si, pero yo nunca fui a la academia como ustedes. Es más, nunca me imaginé que sería una ninja, yo llegué a la Aldea del Fuego cuando tenía dieciséis y luego de un mes la HiKokuo-sama me propuso ser ninja y me asignó al equipo de Kazuo, Toki y Mei.
- Mi padre me dijo que en tu primera batalla contra él descubriste tu Jigokume.
- Si, así es. Gracias al estilo de puño de Aura de tu padre activé el segundo nivel de mi Jigokume, que aún no sabía que poseía.
- ¿Kaichi-sama era tu amigo Hadda-sensei?- preguntó Akiko.
- Si, Kaichi y yo éramos... somos buenos amigos. Él me ayudó a perfeccionar el control de mi Aura y me enseñó a usar mi Aura como arma, casi como pueden hacerlo tu y Clan, Kaori.
Siguieron caminando hacia la oficina del HiKokuo mientras Hadda les contaba a los tres sus experiencias y anécdotas graciosas. Le encantaba estar con esos chicos, la hacían reír y le recordaban los buenos momentos que había pasado con sus amigos cuando era como ellos, esos momentos habían sido pocos, pero inolvidables.
- ¡Hey Hadda!- una inconfundible voz la llamó a sus espaldas.
- ¡Toki, ¿qué haces?!- Hadda se dio vuelta, Toki venía hacia ella. Era un joven rubio de ojos celestes, inquieto y algo hiperactivo, pero determinado, valiente y de gran corazón. Cuando ella se convirtió en ninja, él fue el primero que la aceptó y la acompañó siempre. El chico huérfano y portador del poderoso Demonio de Fuego se había convertido en su mejor amigo y aunque Hadda lo había conocido cuando tenía quince, ahora con veintiocho él seguía siendo muy gracioso y algo despistado.
- Keiichiro-sama me mandó a llamar- contestó distraídamente Toki, luego vio a los tres chicos- hola chicos.
- Hola Toki-san- saludaron Takeshi y Akiko. El chico lo admiraba y a la chica le gustaba.
- Hola- dijo simplemente Kaori, que era frío y distante con aquellos con quienes no estaba familiarizado.
- Tu eres Kaori Kamakura, el hijo de Kaichi, ¿no?- Kaori asintió- Sabes, en mi primer examen Chimu le prometí a tu padre que cuando me convirtiera en HiKokuo...
- Toki deja de alardear, Keiichiro-sama nos está esperando- dijo una chico acercándose a Toki- hola chicos... oh Hadda, quería hablar contigo también.
La chica era Mei, una fuerte ninja médico de veintiocho años, de cabello rosado y ojos celestes, era algo feúcha, pero a Toki le gustaba. Aún así Mei siempre había estado enamorada de Ikkyo. Ella era una chica algo ruda, pero muy sensible y amable, dispuesta a ayudar a quien la necesitaba. Mei había sido entrenada por Keiichiro (la HiKokuo) y todos coincidían en que cada día Mei se parecía más a ella.
- ¿Con migo? No entiendo, ¿por qué?
- No lo se, pero será mejor que vallamos.
- Bueno, tengo que llevar a Nieve con su dueña y entregar el informe de la misión y...
- Hadda-sensei yo puedo devolver a Nieve- la interrumpió Takeshi.
- ¿Estás seguro?
- Si, si, por favor déjeme llevarlo de vuelta con su dueña.
- Bueno, no se...
- ¡Por favor!
- ¿Por qué tan desesperado Takeshi?
- ¿He? Bueno yo...
- Ja, es que a Takeshi le gusta la dueña de Nieve- dijo en tono burlón Akiko.
- Oh, con que eso era... bueno entonces Takeshi, tu y Akiko llevarán a Nieve con su dueña- Hadda le entregó el gato dormido a la chica- Kaori tu vendrás con migo a dejar el reporte de la misión.
El chico asintió y siguió caminando por el pasillo, los otros dos fueron en dirección contraria. Mientras los cuatro caminaban, Toki le dijo en un susurro a Hadda:
- Se parece mucho a Kaichi por lo callado, ¿es igual de fuerte?
- Recuerda que Kaori fue sellado Toki, estoy tratando pero no puede desarrollar muy bien ni el Combate Suave ni el Byakugan.
- Kaichi pudo ser más fuerte que ese sello, estoy seguro de que él también puede.
- Pienso lo mismo que tu Toki y estoy haciendo todo lo posible para anular el sello Kamakura, pero a decir verdad estuve investigando y el sello de Kaichi era más débil que el de Kaori.
- Igualmente- interrumpió Mei- Kaori tiene diez años, ¿verdad?
- Sí, él es más chico que Takeshi y Akiko y sin embargo los supera en técnicas ninjas y combate cuerpo a cuerpo.
- Esperen, ¿dijiste que el sello de Kaichi era más débil?
- Si Toki, por si no lo recuerdas copie con mi Jigokume una línea sucesoria que permite anular y crear cualquier tipo de sellos. Después de mucho entrenamiento logré anular el sello de Kaichi, pero aún no descubro cómo anular el de Kaori.
- ¿Pero son muy diferentes?
- No solo los sellos son diferentes, Kaori y Kaichi tienen personalidades diferentes. Y a decir verdad les aseguro que tengo la sensación de que Kaori se parece más a Ikkyo que a su padre.
- A... ¿Ikkyo-kun?
- Si Mei, a Ikkyo...- pero antes de que pudiera terminar de hablar llegaron a la oficina de la HiKokuo, donde Kaori los esperaba con una mano en el picaporte- Adelante Kaori, abre la puerta.
El chico obedeció. En cuanto entraron encontraron a un joven alto de cabello negro azabache y ojos verde jade, Kaichi; a un hombre de cabello blanco plateado y ojos azul cristalino y tres cuartos de su cara tapada, Kazuo; y a una mujer, en apariencia joven, rubia de ojos verdes con enormes pechos, Keiichiro, la quinta HiKokuo, que estaba sentada en su escritorio.
- Ham... hola- dijo Hadda algo confundida por ver al padre de su aprendiz y a su propio padre en la oficina. Los tres jóvenes y el chico hicieron una reverencia con la cabeza dirigida a los dos Kyoshos y a la Kokuo[4].
- ¿Papá?- dijo Kaori acercándose a Kaichi- Qué haces aquí.
- Me asignaron una misión- respondió él colocando una mano en la cabeza de su hijo- tendrán que quedarse con tu madre solos por un tiempo.
- Keiichiro-sama, ¿para qué nos llamó?- preguntó Mei.
- Los llamé porque tengo una misión muy importante para...
- ¡Para mi!- interrumpió Toki.
- No solo para ti, Toki, para Mei también. Deben entregar este pergamino al KumoKokuo. Es un documento importante así que tengan cuidado- le entregó un pergamino a Mei- es urgente, salgan ahora.
- Bien, nos vemos chicos.
Los dos jóvenes saludaron y se fueron. Cuando salieron Hadda le dijo a Keiichiro:
- ¿Es mi imaginación o esa misión es solo para alejarlos de la Aldea? Esa misión la podría haber hecho un equipo Deshi.
- Si Hadda tienes razón, esa misión es para mantener ocupado a Toki.
- ¿Por qué? ¿Y por qué me llamó?
- Ya lo sabrás. Te llamé porque tengo una misión para ti. Pero no para tu equipo- agregó al ver que la chica habría la boca- no se cuanto va a durar, por lo que tendré que asignar un nuevo Kyosho al equipo 3.
- ¡Qué! No puede reasignarlos a otro Kyosho, estamos en medio de un entrenamiento especial, no puede separarnos ahora.
- No me queda otra opción Hadda, además podrás decirle al nuevo Kyosho en qué consiste el entrenamiento.
- ¿¡Pero no entiende!? Estoy trabajando en el Sello de Kaori, solo yo puedo brindarle ese entrenamiento.
- Ya lo se, pero tú debes cumplir esta misión.
- Uf, ¿pero quién me remplazará?
- Nobuto.
- ¡¡Nobuto!! ¡Pero él no puede entrenarlos! Él... él...
- Ya se que es tu rival, pero él es un experto en combate cuerpo a cuerpo y por lo que me dijiste, Takeshi, Akiko y Kaori deben mejorar en ese estilo.
- Pero Kaori tiene el estilo propio de los Kamakura, no puede aprender el estilo de Nobuto que es todo lo contrario.
- Deja de discutir Hadda, esta misión deben cumplirla tú, Kazuo y Kaichi.
En ese momento Kaori miró a su padre. No lo tendría por tiempo indefinido, al igual que a su sensei, no podía permitir eso, él era muy apegado a su padre y cuando no estaba con él estaba con su sensei, a la cual consideraba una hermana mayor, ya que le había enseñado muchas cosas, entre ellas a confiar en sí mismo y en sus compañeros de equipo. Entonces se adelantó y, dirigiéndose más que nada a la HiKokuo, dijo:
- No puede reemplazar a Hadda-sensei.
- Es que... ¿qué?- Keiichiro se impresionó al oír la voz del chico.
- No puede reemplazarla Keiichiro-sama, ella es mi sensei y... y... sin mi padre y sin ella mi entrenamiento se estancará.
- Kaori, se que eres el más chico de los novatos, pero por algo Shikamaru te graduó de la academia. Eres un Deshi como todos los demás y...
- ¡Pero Nobuto-san no va a poder entrenarme! Se que él fue compañero de equipo de mi padre y conoce el estilo Kamakura, pero no va a poder hacer nada con mi sello.
- Uf está bien, no asignaré a Nobuto, que les parece...- Keiichiro pensó un momento y luego dijo- Michi, ella es del Clan Kamakura.
- ¿Michi-sama?
- Si, ella. Kaichi, Hadda, ¿qué les parece?
- Michi-sama no tiene el sello, pero aún así podría ayudar- dijo en forma de respuesta Kaichi.
- Está bien...- dijo Hadda luego de lanzar un resoplido- ¿Cuándo comienza la misión?
- Pero el momento mañana. Así que tendrás todo el día para explicarle a Michi todo lo que tengas que explicarle. Mañana por la mañana los quiero a los tres aquí para explicarles en que consiste. Vengan a las nueve- luego miró a Hadda y Kazuo y agregó- y no lleguen tarde.
La chica le dedicó una sonrisa culpable y el hombre simplemente serró los ojos (en realidad solo el izquierdo, que era el que estaba visible). Luego ambos salieron de la oficina y comenzaron a caminar tranquilamente hacia su casa. Los dos eran personas tranquilas, o mejor dicho, pachorrudas, caminaban lentamente, con las manos en los bolsillos y sin mucha prisa. Hadda suponía que eso era lo único que había heredado de él -aparte del color de ojos- ya que todos decían que ella tenía la misma personalidad de su madre. Aún así, con el tiempo Hadda también había tomado la costumbre de su padre de llegar siempre tarde. Caminaron un largo rato por las calles de la Aldea del Fuego, hasta que el agudo grito de una niña los hizo detenerse en seco a ambos.
- ¿Qué fue eso?
- No lo se, parece venir de allá- contestó su padre señalando a su izquierda.
- Vamos a ver papá- dijo ella y salió corriendo en dirección al grito.
- ¿He? Espérame.
La niña -o quien sea- seguía gritando. El sonido era tan agudo que les perforaba los tímpanos, pero hacía de señalización. Les pareció extraño que las callejuelas por las que corrían estuvieran desiertas, parecía que nadie más había escuchado el grito. Siguieron corriendo, hasta que Hadda se detuvo en seco, haciendo que su padre chocara con ella.
- ¿Qué pasa Hadda?
La chica señaló a la pared que tenían en frente: tenía pintado un extraño símbolo, una especie de llama de fuego negra envuelta con alas blancas, como de cuervo. Kazuo comenzó a mirar alrededor. No se había dado cuenta. La razón por la que las calles estaban desiertas era porque habían entrado en el antiguo barrio Heian. El barrio había sido, hace diecinueve años, el hogar del poderoso Clan Heian, hasta entonces el Clan ninja más fuerte de la Aldea del Fuego. Llenos de secretos y técnicas ocultas, los Heian descendían de los Kamakura y de una raza de demonios muy poderosos. Jaina, la madre de Hadda, era descendiente del Clan Heian por lo que poseía esos secretos y técnicas ocultas; pero por desgracia Hadda no había podido aprender todo lo que su madre sabía. Aún así Kazuo había hecho todo lo posible por entrenar a Hadda en el arte ninja de los Heian.
La chica se dio vuelta y miró a su padre, ambos sabían que el grito provenía de ese lugar, pero también sabía que hacía ya mucho tiempo que nadie entraba en ese barrio, escenario de la mayor masacre de la Aldea.
- ¿Qué hacemos?- preguntó ella.
- Nada, vamos a casa, no te hace bien estar aquí.
Pero antes de que Hadda pudiera decir algo, el grito volvió y esta vez fue tan agudo que solo Hadda pudo oírlo y fue aturdida. La chica se tapó instintivamente los oídos con las manos, pero el sonido fue tan poderoso que se desmayó. Afortunadamente su padre logró alcanzarla y cayó en sus brazos.
[1] Deshi es el rango ninja más bajo, trabajan en grupos de tres y son liderados por su sensei.
[2] Kyosho es el rango más alto entre los ninjas, son líderes de equipos Deshi, ninjas de elite y maestros.
[3] Chimu es el rango ninja intermedio, son líderes de escuadrones y pueden trabajar individualmente.
[4] Kokuo: Del japonés. Rey.
continuara.... poximo capitulo: "El legado de los demonios"
- Lo veo, ¿voy por él?
- Aún no, Kaori ¿lo ves?
- Si, estoy sobre él sensei.
- ¡Lo tengo a sólo dos pasos! ¡Voy por él!- y el chico se lanzó sobre el pequeño gato blanco.
- ¡Takeshi no! Kaori, Akiko, vayan por él.
Los otros dos se abalanzaron sobre el felino, pero lo único que lograron fue chocarse contra el suelo lleno de hojas secas. Hadda, su sensei, se levantó y con su increíble velocidad atrapó al escurridizo gato por el lazo que tenía en el cuello. Acariciando al pequeñín detrás de la oreja para que se durmiera se acercó a sus tres alumnos.
- Takeshi, cuantas veces tengo que decirte que no seas así de apresurado.
- Lo siento Hadda-sensei, es que creí que lo atraparía.
- Siempre olvidas el trabajo en equipo Takeshi.
- ¡Eres un atolondrado Takeshi!- le gritó Akiko al chico cuando su sensei terminó de hablar- debiste esperar a que Kaori-kun saltara.
- Kaori-kun, Kaori-kun, ¡yo también soy parte del equipo Akiko-chan!
- Ya dejen de pelear. Vamos, llevemos a este copo de nieve con su dueña.
Los tres chicos asintieron y, junto a su sensei, comenzaron a caminar de regreso a la aldea. Takeshi, un chico pelirrojo y de ojos celestes muy inquieto y despistado, era un Deshi[1] de doce años como sus otros dos compañeros, pero la verdad era que no era muy inteligente y sus técnicas ninjas tenían que mejorar un poco. Akiko era una chica rubia de ojos color ámbar, inteligente y de mente rápida, pero con habilidades ninjas deplorables; era la típica chica que se convierte en ninja por el chico guapo. Y justamente el chico guapo era Kaori, miembro del poderoso Clan Kamakura, era inteligente y fuerte; de cabello negro azabache y ojos verde jade, Kaori era el Deshi de su edad más popular entre las chicas y la envidia de muchos chicos.
Aunque competían en casi todo, Takeshi y Kaori eran mejores amigos. Hadda, una joven Kyosho[2] de veinte años de cabello castaño claro y ojos celestes cristalinos, siempre había identificado a Takeshi con su mejor amigo, Toki y a Kaori con su primo, Ikkyo; aunque esperaba con todo su corazón que sus dos aprendices no terminaron de la misma manera que Toki y Ikkyo.
No muchos conocían la verdadera historia de los dos chicos, pero la mayoría de la gente consideraba a Ikkyo un gran traidor de sus compañeros y de su aldea. Pero aunque Hadda odiaba terriblemente a los traidores, no sentía lo mismo por Ikkyo, ya que él había abandonado la Aldea del Fuego para volverse más fuerte y vengar la muerte de su familia. Hadda no entendía por qué, pero sentía un especial respeto por Ikkyo y sentía una gran tristeza al pensar en él. Es que Ikkyo había perdido a toda su familia - el Clan Heian- a manos de su hermano Shusei. Los únicos que habían quedado eran Ikkyo, Shusei, Hadda, la madre de ésta y el primo de Hadda, Harry. Shusei había dejado vivo a su hermano menor y a Toki, que había sido testigo de todo; mientras que Hadda, Harry y su Jaina -la madre de Hadda- siguieron vivos porque Shusei los respetaba y quería. Jaina había muerto dos años después de la masacre del Clan en manos de un demonio llamado Henry Miniptrip.
- Hadda-sensei, ¿cuándo vamos a tener misiones más importantes?
- ¿He?- Hadda salió bruscamente de sus recuerdos al escuchar la voz de Takeshi.
- ¿Cuándo vamos a tener misiones más importantes?
- Cuando la HiKokuo-sama lo diga, recuerden que hace solo un mes que se convirtieron en Deshis.
- Pero Kazuo-sensei dijo que...
- Sabes que a Kazuo-sensei le gusta inventar cosas- lo interrumpió Akiko.
- No tiene nada que ver, mi padre dice que es verdad- contradijo Kaori.
- ¿De qué están hablando?
- Kazuo-sensei dice que tú te convertiste en Chimu[3] a solo tres meses de convertirte en Deshi- respondió Akiko.
- Y que cuando eras Deshi tenías misiones de rango C y B, ¡¡incluso tuviste de rango A!!- agregó Takeshi.
- Y también dijo que a solo cuatro meses de ser Chimu ascendiste a Kyosho- dijo Kaori.
Hadda soltó una risita, su padre siempre se enorgullecía de ella, pero nunca decía que cuando todo eso ocurrió ella tenía ya dieciséis años.
- Si, es verdad, a solo ocho meses de ser ninja me convertí en Kyosho. ¿Pero Kazuo-sensei no les dijo que edad tenía cuando yo me convertí en ninja?- los tres negaron- Tenía dieciséis años.
- ¡¡Te convertiste en Deshi a los dieciséis!!
- Jeje si, pero yo nunca fui a la academia como ustedes. Es más, nunca me imaginé que sería una ninja, yo llegué a la Aldea del Fuego cuando tenía dieciséis y luego de un mes la HiKokuo-sama me propuso ser ninja y me asignó al equipo de Kazuo, Toki y Mei.
- Mi padre me dijo que en tu primera batalla contra él descubriste tu Jigokume.
- Si, así es. Gracias al estilo de puño de Aura de tu padre activé el segundo nivel de mi Jigokume, que aún no sabía que poseía.
- ¿Kaichi-sama era tu amigo Hadda-sensei?- preguntó Akiko.
- Si, Kaichi y yo éramos... somos buenos amigos. Él me ayudó a perfeccionar el control de mi Aura y me enseñó a usar mi Aura como arma, casi como pueden hacerlo tu y Clan, Kaori.
Siguieron caminando hacia la oficina del HiKokuo mientras Hadda les contaba a los tres sus experiencias y anécdotas graciosas. Le encantaba estar con esos chicos, la hacían reír y le recordaban los buenos momentos que había pasado con sus amigos cuando era como ellos, esos momentos habían sido pocos, pero inolvidables.
- ¡Hey Hadda!- una inconfundible voz la llamó a sus espaldas.
- ¡Toki, ¿qué haces?!- Hadda se dio vuelta, Toki venía hacia ella. Era un joven rubio de ojos celestes, inquieto y algo hiperactivo, pero determinado, valiente y de gran corazón. Cuando ella se convirtió en ninja, él fue el primero que la aceptó y la acompañó siempre. El chico huérfano y portador del poderoso Demonio de Fuego se había convertido en su mejor amigo y aunque Hadda lo había conocido cuando tenía quince, ahora con veintiocho él seguía siendo muy gracioso y algo despistado.
- Keiichiro-sama me mandó a llamar- contestó distraídamente Toki, luego vio a los tres chicos- hola chicos.
- Hola Toki-san- saludaron Takeshi y Akiko. El chico lo admiraba y a la chica le gustaba.
- Hola- dijo simplemente Kaori, que era frío y distante con aquellos con quienes no estaba familiarizado.
- Tu eres Kaori Kamakura, el hijo de Kaichi, ¿no?- Kaori asintió- Sabes, en mi primer examen Chimu le prometí a tu padre que cuando me convirtiera en HiKokuo...
- Toki deja de alardear, Keiichiro-sama nos está esperando- dijo una chico acercándose a Toki- hola chicos... oh Hadda, quería hablar contigo también.
La chica era Mei, una fuerte ninja médico de veintiocho años, de cabello rosado y ojos celestes, era algo feúcha, pero a Toki le gustaba. Aún así Mei siempre había estado enamorada de Ikkyo. Ella era una chica algo ruda, pero muy sensible y amable, dispuesta a ayudar a quien la necesitaba. Mei había sido entrenada por Keiichiro (la HiKokuo) y todos coincidían en que cada día Mei se parecía más a ella.
- ¿Con migo? No entiendo, ¿por qué?
- No lo se, pero será mejor que vallamos.
- Bueno, tengo que llevar a Nieve con su dueña y entregar el informe de la misión y...
- Hadda-sensei yo puedo devolver a Nieve- la interrumpió Takeshi.
- ¿Estás seguro?
- Si, si, por favor déjeme llevarlo de vuelta con su dueña.
- Bueno, no se...
- ¡Por favor!
- ¿Por qué tan desesperado Takeshi?
- ¿He? Bueno yo...
- Ja, es que a Takeshi le gusta la dueña de Nieve- dijo en tono burlón Akiko.
- Oh, con que eso era... bueno entonces Takeshi, tu y Akiko llevarán a Nieve con su dueña- Hadda le entregó el gato dormido a la chica- Kaori tu vendrás con migo a dejar el reporte de la misión.
El chico asintió y siguió caminando por el pasillo, los otros dos fueron en dirección contraria. Mientras los cuatro caminaban, Toki le dijo en un susurro a Hadda:
- Se parece mucho a Kaichi por lo callado, ¿es igual de fuerte?
- Recuerda que Kaori fue sellado Toki, estoy tratando pero no puede desarrollar muy bien ni el Combate Suave ni el Byakugan.
- Kaichi pudo ser más fuerte que ese sello, estoy seguro de que él también puede.
- Pienso lo mismo que tu Toki y estoy haciendo todo lo posible para anular el sello Kamakura, pero a decir verdad estuve investigando y el sello de Kaichi era más débil que el de Kaori.
- Igualmente- interrumpió Mei- Kaori tiene diez años, ¿verdad?
- Sí, él es más chico que Takeshi y Akiko y sin embargo los supera en técnicas ninjas y combate cuerpo a cuerpo.
- Esperen, ¿dijiste que el sello de Kaichi era más débil?
- Si Toki, por si no lo recuerdas copie con mi Jigokume una línea sucesoria que permite anular y crear cualquier tipo de sellos. Después de mucho entrenamiento logré anular el sello de Kaichi, pero aún no descubro cómo anular el de Kaori.
- ¿Pero son muy diferentes?
- No solo los sellos son diferentes, Kaori y Kaichi tienen personalidades diferentes. Y a decir verdad les aseguro que tengo la sensación de que Kaori se parece más a Ikkyo que a su padre.
- A... ¿Ikkyo-kun?
- Si Mei, a Ikkyo...- pero antes de que pudiera terminar de hablar llegaron a la oficina de la HiKokuo, donde Kaori los esperaba con una mano en el picaporte- Adelante Kaori, abre la puerta.
El chico obedeció. En cuanto entraron encontraron a un joven alto de cabello negro azabache y ojos verde jade, Kaichi; a un hombre de cabello blanco plateado y ojos azul cristalino y tres cuartos de su cara tapada, Kazuo; y a una mujer, en apariencia joven, rubia de ojos verdes con enormes pechos, Keiichiro, la quinta HiKokuo, que estaba sentada en su escritorio.
- Ham... hola- dijo Hadda algo confundida por ver al padre de su aprendiz y a su propio padre en la oficina. Los tres jóvenes y el chico hicieron una reverencia con la cabeza dirigida a los dos Kyoshos y a la Kokuo[4].
- ¿Papá?- dijo Kaori acercándose a Kaichi- Qué haces aquí.
- Me asignaron una misión- respondió él colocando una mano en la cabeza de su hijo- tendrán que quedarse con tu madre solos por un tiempo.
- Keiichiro-sama, ¿para qué nos llamó?- preguntó Mei.
- Los llamé porque tengo una misión muy importante para...
- ¡Para mi!- interrumpió Toki.
- No solo para ti, Toki, para Mei también. Deben entregar este pergamino al KumoKokuo. Es un documento importante así que tengan cuidado- le entregó un pergamino a Mei- es urgente, salgan ahora.
- Bien, nos vemos chicos.
Los dos jóvenes saludaron y se fueron. Cuando salieron Hadda le dijo a Keiichiro:
- ¿Es mi imaginación o esa misión es solo para alejarlos de la Aldea? Esa misión la podría haber hecho un equipo Deshi.
- Si Hadda tienes razón, esa misión es para mantener ocupado a Toki.
- ¿Por qué? ¿Y por qué me llamó?
- Ya lo sabrás. Te llamé porque tengo una misión para ti. Pero no para tu equipo- agregó al ver que la chica habría la boca- no se cuanto va a durar, por lo que tendré que asignar un nuevo Kyosho al equipo 3.
- ¡Qué! No puede reasignarlos a otro Kyosho, estamos en medio de un entrenamiento especial, no puede separarnos ahora.
- No me queda otra opción Hadda, además podrás decirle al nuevo Kyosho en qué consiste el entrenamiento.
- ¿¡Pero no entiende!? Estoy trabajando en el Sello de Kaori, solo yo puedo brindarle ese entrenamiento.
- Ya lo se, pero tú debes cumplir esta misión.
- Uf, ¿pero quién me remplazará?
- Nobuto.
- ¡¡Nobuto!! ¡Pero él no puede entrenarlos! Él... él...
- Ya se que es tu rival, pero él es un experto en combate cuerpo a cuerpo y por lo que me dijiste, Takeshi, Akiko y Kaori deben mejorar en ese estilo.
- Pero Kaori tiene el estilo propio de los Kamakura, no puede aprender el estilo de Nobuto que es todo lo contrario.
- Deja de discutir Hadda, esta misión deben cumplirla tú, Kazuo y Kaichi.
En ese momento Kaori miró a su padre. No lo tendría por tiempo indefinido, al igual que a su sensei, no podía permitir eso, él era muy apegado a su padre y cuando no estaba con él estaba con su sensei, a la cual consideraba una hermana mayor, ya que le había enseñado muchas cosas, entre ellas a confiar en sí mismo y en sus compañeros de equipo. Entonces se adelantó y, dirigiéndose más que nada a la HiKokuo, dijo:
- No puede reemplazar a Hadda-sensei.
- Es que... ¿qué?- Keiichiro se impresionó al oír la voz del chico.
- No puede reemplazarla Keiichiro-sama, ella es mi sensei y... y... sin mi padre y sin ella mi entrenamiento se estancará.
- Kaori, se que eres el más chico de los novatos, pero por algo Shikamaru te graduó de la academia. Eres un Deshi como todos los demás y...
- ¡Pero Nobuto-san no va a poder entrenarme! Se que él fue compañero de equipo de mi padre y conoce el estilo Kamakura, pero no va a poder hacer nada con mi sello.
- Uf está bien, no asignaré a Nobuto, que les parece...- Keiichiro pensó un momento y luego dijo- Michi, ella es del Clan Kamakura.
- ¿Michi-sama?
- Si, ella. Kaichi, Hadda, ¿qué les parece?
- Michi-sama no tiene el sello, pero aún así podría ayudar- dijo en forma de respuesta Kaichi.
- Está bien...- dijo Hadda luego de lanzar un resoplido- ¿Cuándo comienza la misión?
- Pero el momento mañana. Así que tendrás todo el día para explicarle a Michi todo lo que tengas que explicarle. Mañana por la mañana los quiero a los tres aquí para explicarles en que consiste. Vengan a las nueve- luego miró a Hadda y Kazuo y agregó- y no lleguen tarde.
La chica le dedicó una sonrisa culpable y el hombre simplemente serró los ojos (en realidad solo el izquierdo, que era el que estaba visible). Luego ambos salieron de la oficina y comenzaron a caminar tranquilamente hacia su casa. Los dos eran personas tranquilas, o mejor dicho, pachorrudas, caminaban lentamente, con las manos en los bolsillos y sin mucha prisa. Hadda suponía que eso era lo único que había heredado de él -aparte del color de ojos- ya que todos decían que ella tenía la misma personalidad de su madre. Aún así, con el tiempo Hadda también había tomado la costumbre de su padre de llegar siempre tarde. Caminaron un largo rato por las calles de la Aldea del Fuego, hasta que el agudo grito de una niña los hizo detenerse en seco a ambos.
- ¿Qué fue eso?
- No lo se, parece venir de allá- contestó su padre señalando a su izquierda.
- Vamos a ver papá- dijo ella y salió corriendo en dirección al grito.
- ¿He? Espérame.
La niña -o quien sea- seguía gritando. El sonido era tan agudo que les perforaba los tímpanos, pero hacía de señalización. Les pareció extraño que las callejuelas por las que corrían estuvieran desiertas, parecía que nadie más había escuchado el grito. Siguieron corriendo, hasta que Hadda se detuvo en seco, haciendo que su padre chocara con ella.
- ¿Qué pasa Hadda?
La chica señaló a la pared que tenían en frente: tenía pintado un extraño símbolo, una especie de llama de fuego negra envuelta con alas blancas, como de cuervo. Kazuo comenzó a mirar alrededor. No se había dado cuenta. La razón por la que las calles estaban desiertas era porque habían entrado en el antiguo barrio Heian. El barrio había sido, hace diecinueve años, el hogar del poderoso Clan Heian, hasta entonces el Clan ninja más fuerte de la Aldea del Fuego. Llenos de secretos y técnicas ocultas, los Heian descendían de los Kamakura y de una raza de demonios muy poderosos. Jaina, la madre de Hadda, era descendiente del Clan Heian por lo que poseía esos secretos y técnicas ocultas; pero por desgracia Hadda no había podido aprender todo lo que su madre sabía. Aún así Kazuo había hecho todo lo posible por entrenar a Hadda en el arte ninja de los Heian.
La chica se dio vuelta y miró a su padre, ambos sabían que el grito provenía de ese lugar, pero también sabía que hacía ya mucho tiempo que nadie entraba en ese barrio, escenario de la mayor masacre de la Aldea.
- ¿Qué hacemos?- preguntó ella.
- Nada, vamos a casa, no te hace bien estar aquí.
Pero antes de que Hadda pudiera decir algo, el grito volvió y esta vez fue tan agudo que solo Hadda pudo oírlo y fue aturdida. La chica se tapó instintivamente los oídos con las manos, pero el sonido fue tan poderoso que se desmayó. Afortunadamente su padre logró alcanzarla y cayó en sus brazos.
[1] Deshi es el rango ninja más bajo, trabajan en grupos de tres y son liderados por su sensei.
[2] Kyosho es el rango más alto entre los ninjas, son líderes de equipos Deshi, ninjas de elite y maestros.
[3] Chimu es el rango ninja intermedio, son líderes de escuadrones y pueden trabajar individualmente.
[4] Kokuo: Del japonés. Rey.
continuara.... poximo capitulo: "El legado de los demonios"
24 oct 2008
El reloj
Paul Tregadis era un hombre que coleccionaba objetos antiguos. Un hermoso día de primavera entró en una tienda de antigüedades de la avenida Strugarts. Saludó al dueño y se sumergió en la habitación dedicada a objetos del siglo XVIII. Recorrió lentamente cada una de las estanterías, hasta que tropezó con una madera floja y varias estanterías comenzaron a caer en efecto dominó.
Distraídamente comenzó a gatear. Paul Tregadis encontró el cristal lechoso entre un montón de cachivaches de todas las épocas, tomó la antigüedad y la observó. El objeto era como del tamaño de una naranja pequeña ligeramente aplastada. Creyó que tal vez provenía de algún país de Europa. Quiso incorporarse, y colocó el extraño objeto sobre una mesa. Se puso de pie y se golpeó la cabeza con una campana de oro.
Tregadis, aturdido y maravillado, se encontró ante la mesa donde había puesto la achatada esfera. La tomó y quiso colgársela del cuello. Caminó silenciosamente y de repente la cadena de ajustó contra su cuello, ahorcándolo lentamente... Tres meses después del incidente, nadie parece saber nada de él y su misteriosa muerte.
Distraídamente comenzó a gatear. Paul Tregadis encontró el cristal lechoso entre un montón de cachivaches de todas las épocas, tomó la antigüedad y la observó. El objeto era como del tamaño de una naranja pequeña ligeramente aplastada. Creyó que tal vez provenía de algún país de Europa. Quiso incorporarse, y colocó el extraño objeto sobre una mesa. Se puso de pie y se golpeó la cabeza con una campana de oro.
Tregadis, aturdido y maravillado, se encontró ante la mesa donde había puesto la achatada esfera. La tomó y quiso colgársela del cuello. Caminó silenciosamente y de repente la cadena de ajustó contra su cuello, ahorcándolo lentamente... Tres meses después del incidente, nadie parece saber nada de él y su misteriosa muerte.
17 oct 2008
9 oct 2008
Los misterios del cerro Trikérato. Cap 1
Era una calurosa tarde de verano y Jonathan caminaba tranquilo por el camino que subía al cerro Trikérato, a las afueras de la ciudad de Elevisínia, donde él vivía y había vivido desde que tenía dos años; era el único lugar que recordaba conocer aunque sabía que había nacido en Atenas. Su padre y su madre, por asuntos de trabajo se habían mudado a esa pequeña ciudad, y él no se había movido de allí desde entonces; su padre, en cambio, viajaba a menudo a lugares exuberantes como Brasil, Japón, China, Egipto, Inglaterra y Estados Unidos. Jonathan, entonces se quedaba en casa de su mejor amigo, Andreas.
Su vida era, entonces, normal, común y corriente como la de cualquier otro chico del mundo. Jonathan deseaba que algo pasara en su vida, algo que rompa con la rutina, con la vieja y aburrida rutina de todos los días... pero, al parecer nada ni nadie se le aparecía como en los cuentos, él sabía que no eran ciertos, pero allí, en ese fantástico mundo de los cuentos, las películas y los sueños todo parecía tan fácil y sencillo que le costaba volver a la realidad cuando dejaba de leer o de mirar una película o incluso de soñar.
Parecía que lo único “interesante” de su vida era que su madre había desaparecido al hundirse un pequeño barco, en el Mediterráneo. Nadie había encontrado nada: ni los restos del barco, ni el cadáver de su madre, ni a los demás tripulantes; se habían esfumado o, como Jonathan solía decir, se los había tragado el mar.
Sumido en sus pensamientos no se dio cuenta de por donde iba, sus piernas lo llevaban por un camino por el que nunca había ido, cosa que le resultaba extraño, ya que había recorrido todos los lugares y caminos que rodeaban su ciudad. Sin nada que hacer siguió caminando -antes que estar sentado en el living de su casa sin hacer nada, prefería pasear por ahí- cuesta arriba y le sorprendió ver que la vegetación se hacía más densa y boscosa, -todo lo contrario de lo que le decían en la escuela sobre las montañas de su país- curioso como era de nacimiento e incentivado por su espíritu aventurero decidió seguir hasta que el camino se terminara o sus piernas no le respondieran del cansancio, cosa que se sorprendió al notar que aún no había pasado.
Después de varios minutos empezó a tararear una canción que se le vino a la mente, era una canción que supuso que el mismo acababa de inventar ya que no le recordaba a ninguna otra que hubiera escuchado. Sin prestar atención sus pies se pusieron en marcha de vuelta, aunque su cabeza le decía que parara. No habría hecho más de tres metros cuando se dio cuenta de que había pasado inadvertida una pequeña carpa y una vos de mujer que cantaba una canción que le resultaba peculiarmente familiar…
Se volvió, y le sorprendió ver que la pequeña carpa era en verdad pequeña -para una sola persona, tal ves-, de color rojo y con unas flores en el techo, el cierre estaba abierto, y la bella vos venía de su interior; a un costado había unos troncos que ardían en una pequeña fogata, a su alrededor dos troncos en forma de bancos, y apoyada en ellos, una mochila abierta, en la que se veía una pequeña notebook.
Jonathan se acercó a la carpa, de donde provenía la voz, y quiso echar un vistazo; pero cuando se asomó por la puerta, se encontró cara a cara con una chica que lo asustó. Era una chica muy bella, de ojos verdes como la piedra de jade; tenía el cabello dorado, largo hasta la cintura y lo llevaba suelto.
La chica lo miraba como impresionada, después de observarlo de arriba abajo y analizarlo con todo detalle le dijo con vos alegre y una gran sonrisa:
- Hola, soy Katie, ¿y tú?
- Heee... hola- contestó Jonathan sin saber que decir- yo soy Jon... athan.
Katie lo miró entre divertida y confusa, pero luego soltó una risita.
- Bueno Jon athan, es un gusto conocerte. ¿Vives cerca de aquí?
- E en la ci ciudad de Elevisínia- dijo el chico tartamudeando.
- ¿¿¿Elevisínia???- pregunto desconcertada la chica- pero esa ciudad queda muy lejos de aquí...
- ¿Lejos?, pero yo llegué hasta aquí caminando...
- Eso es imposible- lo contradijo Katie- las luces de Elevisínia apenas se distinguen desde aquí.
- ¿¿Desde aquí?? Y precisamente ¿donde es AQUÍ?
Jonathan estaba desconcertado por lo que Katie decía, y al parecer, la chica estaba igual de desconcertada que él.
- Bueno, estamos en el monte Trikérato...
- Eso ya lo se... pero, ¿a que altura?- la interrumpió Jonathan.
- ¡¡Hey!! ¡cálmate! Estamos a unos 1190 metros sobre el nivel del mar.
- ¡¡Que, 1190!!
... continuará ....
Su vida era, entonces, normal, común y corriente como la de cualquier otro chico del mundo. Jonathan deseaba que algo pasara en su vida, algo que rompa con la rutina, con la vieja y aburrida rutina de todos los días... pero, al parecer nada ni nadie se le aparecía como en los cuentos, él sabía que no eran ciertos, pero allí, en ese fantástico mundo de los cuentos, las películas y los sueños todo parecía tan fácil y sencillo que le costaba volver a la realidad cuando dejaba de leer o de mirar una película o incluso de soñar.
Parecía que lo único “interesante” de su vida era que su madre había desaparecido al hundirse un pequeño barco, en el Mediterráneo. Nadie había encontrado nada: ni los restos del barco, ni el cadáver de su madre, ni a los demás tripulantes; se habían esfumado o, como Jonathan solía decir, se los había tragado el mar.
Sumido en sus pensamientos no se dio cuenta de por donde iba, sus piernas lo llevaban por un camino por el que nunca había ido, cosa que le resultaba extraño, ya que había recorrido todos los lugares y caminos que rodeaban su ciudad. Sin nada que hacer siguió caminando -antes que estar sentado en el living de su casa sin hacer nada, prefería pasear por ahí- cuesta arriba y le sorprendió ver que la vegetación se hacía más densa y boscosa, -todo lo contrario de lo que le decían en la escuela sobre las montañas de su país- curioso como era de nacimiento e incentivado por su espíritu aventurero decidió seguir hasta que el camino se terminara o sus piernas no le respondieran del cansancio, cosa que se sorprendió al notar que aún no había pasado.
Después de varios minutos empezó a tararear una canción que se le vino a la mente, era una canción que supuso que el mismo acababa de inventar ya que no le recordaba a ninguna otra que hubiera escuchado. Sin prestar atención sus pies se pusieron en marcha de vuelta, aunque su cabeza le decía que parara. No habría hecho más de tres metros cuando se dio cuenta de que había pasado inadvertida una pequeña carpa y una vos de mujer que cantaba una canción que le resultaba peculiarmente familiar…
Se volvió, y le sorprendió ver que la pequeña carpa era en verdad pequeña -para una sola persona, tal ves-, de color rojo y con unas flores en el techo, el cierre estaba abierto, y la bella vos venía de su interior; a un costado había unos troncos que ardían en una pequeña fogata, a su alrededor dos troncos en forma de bancos, y apoyada en ellos, una mochila abierta, en la que se veía una pequeña notebook.
Jonathan se acercó a la carpa, de donde provenía la voz, y quiso echar un vistazo; pero cuando se asomó por la puerta, se encontró cara a cara con una chica que lo asustó. Era una chica muy bella, de ojos verdes como la piedra de jade; tenía el cabello dorado, largo hasta la cintura y lo llevaba suelto.
La chica lo miraba como impresionada, después de observarlo de arriba abajo y analizarlo con todo detalle le dijo con vos alegre y una gran sonrisa:
- Hola, soy Katie, ¿y tú?
- Heee... hola- contestó Jonathan sin saber que decir- yo soy Jon... athan.
Katie lo miró entre divertida y confusa, pero luego soltó una risita.
- Bueno Jon athan, es un gusto conocerte. ¿Vives cerca de aquí?
- E en la ci ciudad de Elevisínia- dijo el chico tartamudeando.
- ¿¿¿Elevisínia???- pregunto desconcertada la chica- pero esa ciudad queda muy lejos de aquí...
- ¿Lejos?, pero yo llegué hasta aquí caminando...
- Eso es imposible- lo contradijo Katie- las luces de Elevisínia apenas se distinguen desde aquí.
- ¿¿Desde aquí?? Y precisamente ¿donde es AQUÍ?
Jonathan estaba desconcertado por lo que Katie decía, y al parecer, la chica estaba igual de desconcertada que él.
- Bueno, estamos en el monte Trikérato...
- Eso ya lo se... pero, ¿a que altura?- la interrumpió Jonathan.
- ¡¡Hey!! ¡cálmate! Estamos a unos 1190 metros sobre el nivel del mar.
- ¡¡Que, 1190!!
... continuará ....
26 sept 2008
Relato de un asesinato
Paul Conrray es uno de los agentes más famosos de la CIA. Pero no siempre fue así: hasta hace un año Paul Conrray era un simple detective que vivía en Los Ángeles, pero todo cambió esa mañana de diciembre...
Paul y yo, su mejor amigo y compañero, estábamos en nuestra oficina esperando por algún llamado de trabajo, cosa que hacía semanas que no ocurría, cuando de repente sonó el teléfono. Mi amigo Paul atendió al instante, y después de anotar unas cuantas cosas en un papel colgó el teléfono. Entonces se paró y dijo pasándome mi sobretodo gris:
- Ten, tenemos trabajo.
- ¿Un asesinato?- dije sonriendo.
- No.
- ¿Un robo, un secuestro?
- No, quieren que atrapemos a un criminal, “La Cobra” o algo así.
- ¿La Cobra? Es una leyenda, escurridizo, dicen que asecha a los más débiles, se camufla, se escabulle, pero cuando ataca no hay quien se salve.
- Ja, no importa, será nuestro- me contestó Paul con total calma.
Y salimos de nuestra oficina. Fuimos a la dirección donde La Cobra había atacado por última vez y allí nos dijeron que llevaba puesto un traje negro con algunas manchas grises, y que al oír las sirenas de la policía se había escapado por la ventana.
Eso nos sorprendió, o por lo menos a mi. La Cobra jamás deja que alguien a quien no va a matar lo vea. Pero aún así todos comenten errores, y como dijo Paul, todo lo que está en la cima algún día perderá el equilibrio y caerá. Así que nos centramos en buscar pistas en el callejón por donde la cobra había escapado.
Para facilitarnos un poco el trabajo llevamos a Lucy, nuestra sabueso, para que rastrease cualquier olor extraño. Y así lo hizo: Lucy olfateó hasta que encontró un diminuto trozo de cuerda, de seguro el que La Cobra había usado para escapar, no lo sé. Pero Lucy nos guió hasta donde sentía el aroma y terminamos debajo del puente de la autopista. Paul estaba un poco desconcertado, pero le dijo que se calmara y analizara todo, y así lo hizo: las columnas del puente estaban pintadas con aerosol, todo estaba lleno de basura y las casas de alrededor desabitadas, excepto por una pequeña casita apenas visible.
Nos dirigimos hacia la casa y tratamos de espiar por las ventanas, pero estaban tan sucias que solo oímos una extraña conversación. Eran dos hombres que discutían por teléfono: el que estaba en la casa hablaba lento y con una voz ronca, mientras los gritos que se oían del otro lado del teléfono eran de una voz aguda, con “S” muy pronunciadas y hablaba disparejamente (a veces despacio y otras muy rápido), era imposible no creer que el que estaba al otro lado era La Cobra.
Después de un largo rato la comunicación se cortó y el hombre de voz ronca salió de la casa. Lo seguimos y terminamos en el centro de la cuidad, en un callejón sucio y oscuro, allí voz ronca tocó una puerta con una seña y cuando le abrieron simplemente entró. Hicimos lo mismo y después de tocar con el mismo ritmo entramos.
Nos sorprendió ver que nadie había abierto la puerta, todo el lugar estaba iluminado por una luz muy tenue, nos acercamos a la mesa y un sujeto sentado en las sombras disparó cuatro tiros: uno le dio a la puerta, el otro, a la pared, el otro al brazo izquierdo de Paul y el otro me dio en el pecho. Yo caí al suelo, morí en el acto, pero Paul se abalanzó sobre ese sujeto y lo tiró al piso. Era un tipo muy flaco, de piel pálida y ojos muy, muy claros casi blancos; mi amigo sacó de su sobretodo una cuerda inmovilizadota de última tecnología y lo amordazó: mi acecino era La Cobra y mi mejor amigo, Paul, lo había capturado.
La policía llegó unos minutos después, La Cobra fue condenado a cadena perpetua y Paul, como ya les dije, se convirtió en agente de la CIA.
Pero yo no me fui, mi sueño siempre fue capturar a La Cobra, y en cierta medida lo hice, porque lo perseguí y lo atormente como un fantasma hasta el día de ayer, cuando decidió suicidarse, justo un año después de haberme acecinado.
Paul y yo, su mejor amigo y compañero, estábamos en nuestra oficina esperando por algún llamado de trabajo, cosa que hacía semanas que no ocurría, cuando de repente sonó el teléfono. Mi amigo Paul atendió al instante, y después de anotar unas cuantas cosas en un papel colgó el teléfono. Entonces se paró y dijo pasándome mi sobretodo gris:
- Ten, tenemos trabajo.
- ¿Un asesinato?- dije sonriendo.
- No.
- ¿Un robo, un secuestro?
- No, quieren que atrapemos a un criminal, “La Cobra” o algo así.
- ¿La Cobra? Es una leyenda, escurridizo, dicen que asecha a los más débiles, se camufla, se escabulle, pero cuando ataca no hay quien se salve.
- Ja, no importa, será nuestro- me contestó Paul con total calma.
Y salimos de nuestra oficina. Fuimos a la dirección donde La Cobra había atacado por última vez y allí nos dijeron que llevaba puesto un traje negro con algunas manchas grises, y que al oír las sirenas de la policía se había escapado por la ventana.
Eso nos sorprendió, o por lo menos a mi. La Cobra jamás deja que alguien a quien no va a matar lo vea. Pero aún así todos comenten errores, y como dijo Paul, todo lo que está en la cima algún día perderá el equilibrio y caerá. Así que nos centramos en buscar pistas en el callejón por donde la cobra había escapado.
Para facilitarnos un poco el trabajo llevamos a Lucy, nuestra sabueso, para que rastrease cualquier olor extraño. Y así lo hizo: Lucy olfateó hasta que encontró un diminuto trozo de cuerda, de seguro el que La Cobra había usado para escapar, no lo sé. Pero Lucy nos guió hasta donde sentía el aroma y terminamos debajo del puente de la autopista. Paul estaba un poco desconcertado, pero le dijo que se calmara y analizara todo, y así lo hizo: las columnas del puente estaban pintadas con aerosol, todo estaba lleno de basura y las casas de alrededor desabitadas, excepto por una pequeña casita apenas visible.
Nos dirigimos hacia la casa y tratamos de espiar por las ventanas, pero estaban tan sucias que solo oímos una extraña conversación. Eran dos hombres que discutían por teléfono: el que estaba en la casa hablaba lento y con una voz ronca, mientras los gritos que se oían del otro lado del teléfono eran de una voz aguda, con “S” muy pronunciadas y hablaba disparejamente (a veces despacio y otras muy rápido), era imposible no creer que el que estaba al otro lado era La Cobra.
Después de un largo rato la comunicación se cortó y el hombre de voz ronca salió de la casa. Lo seguimos y terminamos en el centro de la cuidad, en un callejón sucio y oscuro, allí voz ronca tocó una puerta con una seña y cuando le abrieron simplemente entró. Hicimos lo mismo y después de tocar con el mismo ritmo entramos.
Nos sorprendió ver que nadie había abierto la puerta, todo el lugar estaba iluminado por una luz muy tenue, nos acercamos a la mesa y un sujeto sentado en las sombras disparó cuatro tiros: uno le dio a la puerta, el otro, a la pared, el otro al brazo izquierdo de Paul y el otro me dio en el pecho. Yo caí al suelo, morí en el acto, pero Paul se abalanzó sobre ese sujeto y lo tiró al piso. Era un tipo muy flaco, de piel pálida y ojos muy, muy claros casi blancos; mi amigo sacó de su sobretodo una cuerda inmovilizadota de última tecnología y lo amordazó: mi acecino era La Cobra y mi mejor amigo, Paul, lo había capturado.
La policía llegó unos minutos después, La Cobra fue condenado a cadena perpetua y Paul, como ya les dije, se convirtió en agente de la CIA.
Pero yo no me fui, mi sueño siempre fue capturar a La Cobra, y en cierta medida lo hice, porque lo perseguí y lo atormente como un fantasma hasta el día de ayer, cuando decidió suicidarse, justo un año después de haberme acecinado.
23 sept 2008
El pasillo
El pasillo
Ese pasillo, ese lugar (quizás) infinito, no podía ser más cautivador. Hacia el frente esa meta inalcanzable, hacia arriba esa bóveda oscura que parecía succionarte; a la derecha, puertas y más puertas que llevaban a quien sabe cuantos lugares iguales o distintos, infinitos, cíclicos, abismales. A la izquierda, la misma cantidad de antorchas encendidas que de puertas, antorchas a las que, quizás, más adelante preste atención. Hacia atrás el inicio olvidado, lejano, inconcebible, tan lejano que le parecía nunca haber comenzado. Abajo agua, agua y más agua, fría, inconstante, transparente y rojiza, y aún así no la mojaba, solo cubría sus pies, enfriándolos.
Diecisiete años, diecisiete años hacía que caminaba por ese pasillo, o al menos eso creía, porque no recordaba haber dado el primer paso, el primer aliento; pero había quienes sí lo recordaban, quienes le decían con firmeza que hacía diecisiete años había comenzado el camino. Pero ella no confiaba en la palabra de los demás tan fácilmente, si ella no lo recordaba, ¿por que había de creerle a alguien más si al fin y al cabo era ella la que caminaba y no ese alguien? En fin, alejó sus pensamientos del tiempo y se centró en las antorchas.
Las antorchas, que iluminaban y le daban una tonalidad rojiza al ambiente, siempre habían estado encendidas, siempre habían tenido la misma intensidad, siempre habían chisporroteado de la misma forma. Eso le hizo pensar algo, algo en lo que nunca había reparado. ¿Y si ese pasillo, en lugar de ser infinito o finito, era cíclico? ¿Y si solo estaba girando y girando, como en la vuelta al mundo del parque de diversiones? Dando vueltas y vueltas, observando siempre el mismo paisaje, pero tan lentas eran estas vueltas que cada vez que iniciaba una nueva se sorprendía de ver lo que veía por primera vez, que en realidad ya había visto. En ese momento se detuvo, si el pasillo era cíclico, si volvería a ver las mismas antorchas, las mismas puertas, el mismo techo, la misma agua infinitamente, era inútil seguir, una pérdida de tiempo.
Se enfureció al darse cuenta de que estaba desperdiciando su tiempo, que había desperdiciado tantos años en intentar llegar a un lugar al que nunca (si su suposición era cierta) llegaría. Quiso sentarse para esperar, pero se dio cuenta de que era inútil, de que no podría sentarse a esperar porque no había nada qué esperar. Aún enojada miró una de las puertas y se decidió abrirla. Se acercó, levantó el brazo y justo cuando estaba por tomar el picaporte se detuvo. Se dijo que si ya había caminado tanto tiempo no podía desperdiciar ese camino recorrido, no podía tirar a la basura lo que ya había hecho, debía continuar, sin importar el resultado o el destino de esa caminata, debía continuar.
Sin pensarlo más, volvió al centro del pasillo y continuó caminando, lenta y constantemente, sin parar, sin darse cuenta de la dirección que había tomado, porque al fin y al cabo descubrir la verdadera forma de ese pasillo era inconcebible.
Ese pasillo, ese lugar (quizás) infinito, no podía ser más cautivador. Hacia el frente esa meta inalcanzable, hacia arriba esa bóveda oscura que parecía succionarte; a la derecha, puertas y más puertas que llevaban a quien sabe cuantos lugares iguales o distintos, infinitos, cíclicos, abismales. A la izquierda, la misma cantidad de antorchas encendidas que de puertas, antorchas a las que, quizás, más adelante preste atención. Hacia atrás el inicio olvidado, lejano, inconcebible, tan lejano que le parecía nunca haber comenzado. Abajo agua, agua y más agua, fría, inconstante, transparente y rojiza, y aún así no la mojaba, solo cubría sus pies, enfriándolos.
Diecisiete años, diecisiete años hacía que caminaba por ese pasillo, o al menos eso creía, porque no recordaba haber dado el primer paso, el primer aliento; pero había quienes sí lo recordaban, quienes le decían con firmeza que hacía diecisiete años había comenzado el camino. Pero ella no confiaba en la palabra de los demás tan fácilmente, si ella no lo recordaba, ¿por que había de creerle a alguien más si al fin y al cabo era ella la que caminaba y no ese alguien? En fin, alejó sus pensamientos del tiempo y se centró en las antorchas.
Las antorchas, que iluminaban y le daban una tonalidad rojiza al ambiente, siempre habían estado encendidas, siempre habían tenido la misma intensidad, siempre habían chisporroteado de la misma forma. Eso le hizo pensar algo, algo en lo que nunca había reparado. ¿Y si ese pasillo, en lugar de ser infinito o finito, era cíclico? ¿Y si solo estaba girando y girando, como en la vuelta al mundo del parque de diversiones? Dando vueltas y vueltas, observando siempre el mismo paisaje, pero tan lentas eran estas vueltas que cada vez que iniciaba una nueva se sorprendía de ver lo que veía por primera vez, que en realidad ya había visto. En ese momento se detuvo, si el pasillo era cíclico, si volvería a ver las mismas antorchas, las mismas puertas, el mismo techo, la misma agua infinitamente, era inútil seguir, una pérdida de tiempo.
Se enfureció al darse cuenta de que estaba desperdiciando su tiempo, que había desperdiciado tantos años en intentar llegar a un lugar al que nunca (si su suposición era cierta) llegaría. Quiso sentarse para esperar, pero se dio cuenta de que era inútil, de que no podría sentarse a esperar porque no había nada qué esperar. Aún enojada miró una de las puertas y se decidió abrirla. Se acercó, levantó el brazo y justo cuando estaba por tomar el picaporte se detuvo. Se dijo que si ya había caminado tanto tiempo no podía desperdiciar ese camino recorrido, no podía tirar a la basura lo que ya había hecho, debía continuar, sin importar el resultado o el destino de esa caminata, debía continuar.
Sin pensarlo más, volvió al centro del pasillo y continuó caminando, lenta y constantemente, sin parar, sin darse cuenta de la dirección que había tomado, porque al fin y al cabo descubrir la verdadera forma de ese pasillo era inconcebible.
15 ago 2008
El camino de regreso
bueno, este es un cuento que escrivi yo misma... espero que les guste, pontro vendran más y más, pero cuidado, este es el más cortito, se van a hacer más largos... jeje bueno, espero que les guste...
El camino de regreso.
Otra vez iniciaba el aburrido y recto camino, eran solo cinco cuadras, pero eran las cinco cuadras más aburridas del mundo. Era la tercera vez que lo hacía en el día; esta vez, y la última, llevaba en su espalda todo el peso de la mañana, el peso de la educación que colgaba de sus hombros. Alrededor del cuello llevaba esa larga tira de abrigada lana entrelazada que se movía al compás de la brisa otoñal.
Caminaba con paso lento, cansado pero constante. Las calles parecían completamente desérticas, por lo que ni siquiera se preocupaba por levantar la vista un momento de sus zapatillas azules que, por cierto, su paso iba desatando.
Solo se escuchaba el canto de los pájaros que acompañaban el ritmo de sus pasos. Hubieran sido marcados las cinco cuadras por ese pacífico ritmo si no hubiera sido por el agudo y molesto zumbido que lo interrumpió. El patético sonido estaba en su oído izquierdo, por lo que lanzó un manotazo con esa mano, como para alejar al causante de tal distracción. Pero no pasó nada, el zumbido siguió sonando, esta vez en su oído derecho, por lo que repitió el manotazo. Así una y otra vez. Parecía que el -o la- causante del zumbido le estaba jugando una broma pesada. Alternativamente en el oído izquierdo y en el derecho el zumbido seguía y sus manotazos no cesaban. En cierto momento comenzó a girar sobre sí misma, tratando de alejar los molestos insectos que de seguro producían el fastidioso sonido, pero aunque no dio cuenta siguió avanzando por la vereda. Ya no lo soportaba, necesitaba que parara. Inconscientemente cerró los ojos; entonces bajó el pequeño escalón y el zumbido se convirtió en el rugido de un motor y al fin el silencio.
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