12 ene 2009

Un misterio faraónico. escenas 7 y 8

Escena 7

Dos horas mas tarde Jonn y Satinne se pasean por la galería dedicada a Egipto del Museo de Estocolmo. Junto a ellos caminan el director del museo y un arqueólogo. Al acercarse a la vitrina que contiene el objeto los cuatro se detienen.

Arqueólogo: - Fue muy extraño, cuando lo tomé con mis manos, sin guantes, y saqué la tierra que lo cubría sentí como un escalofrío que recorría mi cuerpo.
Director: (se ríe sarcásticamente) - ¡Estas loco! De seguro solo sentiste un poco de fío.
Arqueólogo: - ¿En verano? Por favor director...
Jonn: - Creo que sé lo suficiente de historia como para recordarle, director, que la tumba donde encontraron el objeto data del siglo XIX, y en esa época muchas personas aún enterraban a sus muertos con diferentes esporas para evitar que se llevaran el cuerpo y las pertenencias del difunto.
Satinne: - Además, tratándose de un objeto egipcio podría tratarse de una mald...
Director: (abre enormemente los ojos y empieza a mover los brazos para todos lados) - ¡Está tratando de decirme que esa cosa que tengo en mi museo tiene una maldición! (se ríe sarcásticamente) - ¡Le advierto que no quiero locos ni chiflados en MI MUSEO!
Satinne: -¡Deje de hablar de su museo!
Jonn: - Además, ninguno de nosotros está loco, ni chiflado.
Arqueólogo: (suelta un pequeña risita, pero luego se pone serio) - son creencia antiguas, no puede negar lo que está comprobado.
Director: - ¿Dígame, acaso está comprobado que alguna de sus locas maldiciones es cierta?
Satinne: (se adelanta y enfrenta al director) - ¡Si, hay una que si, y en todo caso no somos nosotros los locos sino usted!
Director: (traga saliva y se acomoda la corbata muy nervioso) - Como sea, ¡yo no estoy loco! Ahora, si me disculpan debo atender unos asuntos...

Y se aleja muy nervioso a su oficina.

Satinne: (se ríe y dice en tono burlón) - ¿Atender unos asuntos? ¡Más bien acomodarse el peluquín!

El arqueólogo y Jonn se ríen por el chiste de Satinne, pero luego comienzan a hablar sobre el objeto.


Escena 8

En el palacio real del antiguo Egipto, el Faraón camina tranquilamente, hasta que el príncipe Ajmotep irrumpe y comienza a gritarle.

Ajmotep: - ¡¡¡Padre!!! ¡Te has vuelto loco!
Faraón: (sin darse vuelta) - ¿De que hablas hijo, acaso he hecho algo que no te agradó?
Ajmotep: - ¡Que no me agradó! ¡Más bien me desilusionó, me deshonró!
Faraón: - ¿A que te refieres?
Ajmotep: - ¡Acabas de anunciar que mi hermano te sucederá!
Faraón: (se da vuelta y lo mira a los ojos, el príncipe tenía una profunda mirada de odio en su mirada) - Si, así fue, ¿pero por qué estás tan alterado? Después de todo era el destino de tu hermano sucederme cuando ya no esté con vida.
Ajmotep: - ¡Y que hay de mi! ¡YO SOY TU PRIMOGÉNITO, YO DEBO SER EL PRÓXIMO FARAÓN!
Faraón: - Te equivocas... Ra me lo dijo claramente: tú no eres mi primogénito.
Ajmotep: (abre los ojos de par en par) - ¡Queeeeee! ¡Eso es... es... IMPOSIBLE!
Faraón: - Deja de hacerte la victima Ajmotep... hijo de Amenjet.
Ajmotep: - Pe.... pero.... cómo...
Faraón: - Ve con tu padre, sobrino... y deja a mis hijos y a mi Reina en paz.... o si no...
Ajmotep: (lanza una estridente carcajada, luego dice, en tono burlón) - ¿O sino que, tío?
Faraón: - Te metiste con el Faraón, te metiste con los Dioses... no les esperan cosas buenas a los mentirosos sobrino....
Ajmotep: (le da la espalda y comienza a salir del palacio) - Pagarás por esto Faraón.... te lo aseguro....
...continuará...

Cronicas... cap 4 parte 3

capitulo anterioir:
- ¿Te refieres a tu técnica de Sellado de Almas?
- Esa misma, Toki debemos...- pero antes de que pudiera terminar la frase una espeluznante voz habló, desde el interior de la habitación sellada.
- Es hora de mostrarles mi poder, niños.


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Hadda y Toki miraron a la puerta que comenzaba a abrirse. Habían escuchado hablar de la ocasión en que el kyuubi atacó la Aldea del Fuego, pero jamás lo habían visto en su forma auténtica. A Toki comenzaron a temblarle las piernas, mientras que Hadda apretaba sus dientes con fuerza para que castañearan.
Cuando la puerta se terminó de abrir un aliento caliento caliente inundó el pasillo, luego un enorme hocico se les acercó bruscamente hasta quedar a solo unos cuantos centímetros de ellos. El zorro volvió a resoplar y ambos chicos tuvieron que cubrirse la cara con el brazo y aferrase el uno al otro para no salir disparados hacia atrás. Ambos chicos retrocedieron unos pasos, los suficientes como para estar a salvo del volcánico aliento y para observar el cuerpo completo del demonio. La mitad del cuerpo aún estaba dentro de la habitación-cárcel: se podía el enorme hocico, sus puntiagudos y monstruosos colmillos, sus rojos ojos endemoniados y llenos de ira; sus puntiagudas, largar y peludas orejas y sus enormes y peligrosas zarpas amarillentas. El demonio comenzó a avanzar hacia ellos, poco a poco su enorme cuerpo fue saliendo y ambos jóvenes iban retrocediendo cada vez más. El gigantesco zorro se puso de pie, aún con sus nueve colas y sus patas traseras dentro de la habitación; entonces abrió la boca y comenzó a hablarles:
- Fuiste una idiota al sacar el sello del Cuarto niña.
- El error fue tuyo por haber salido de esa habitación zorro- lo enfrentó ella- volveremos a sellarte, no tendrás oportunidad contra nosotros.
El zorro soltó una estridente y sarcástica carcajada- No te mientas a ti misma. El Cuarto tuvo que morir para enserarme aquí dentro, ustedes no podrán hacer nada, el Cuarto fue el más poderoso de los HiKokuos, ¡y ustedes son insignificantes ninjas de segunda clase!
- ¡¡Cállate maldito zorro!! El Cuarto, como tú lo llamas, era mi padre, yo soy tan fuerte como él.
Volvió a reír- ¿Tu, Toki, tan fuerte cómo el Cuarto? No me hagas reír. ¡Tu estás con vida gracias a mi y nada más!
- Estoy con vida gracias a mi mismo y a mis amigos.
Mientras el kyuubi y Toki discutían, Hadda aprovechó para crear el sello que usarían para volver a sellar el demonio. Colocó un pergamino en cada hoja de la puerta y cuando se colocó detrás de Toki, con el sello del Cuarto en sus manos, gritó:
- ¡Sellado de Almas, Primera Fase!- de los pergaminos que había colocado comenzó a salir una especie de brazo hecho de Aura de fuego que tomó al kyuubi de las orejas y comenzó a arrastrarlo hacia adentro de la habitación.
Inmediatamente Toki se dio vuelta y, junto a Hadda comenzó a hacer las poses de manos secretas para invocar los poderes del dios de la muerte que la chica le había enseñado. Pero antes de completar las once[1] posiciones, ambos se detuvieron en seco al ver que el demonio se había soltado y se dirigía hacia ellos:
- ¡Agáchate!- gritó la chica, empujando a Toki hacia el costado justo a tiempo, ya que el kyuubi había lanzado un poderoso zarpazo.
Toki rodó por el piso y cuando levantó la mirada vio que la pata del zorro estaba aplastando a su amiga.
- ¡Hadda!
- ¿Creíste que me sellarías con esos inútiles pergaminos? Estás equivocada...- Toki invocó sus clones y corrió a luchar, pero se detuvo en seco al oír la última palabra que el zorro pronunció-... niñita.
- Ups, creo que cometiste un horrible error zorro.
- ¿He?- Kyuubi no Youko lo miró, sin darse cuenta de que Hadda comenzaba a levantarse por debajo de su pata- De que hablas To...
Pero antes de que pudiera terminar la frase, Hadda se levantó y -con una fuerza sobrehumana- apartó la pata del zorro. La chica tenían sus ojos Jigokume activados y gruñía como un perro. De la nada saltó y le pegó un poderoso puñetazo en la cara al demonio, haciendo que éste perdiera el equilibrio y cayera contra el húmedo piso. Hadda se le puso enfrente y lo miró con odio, luego le gritó:
- ¡¡CÓMO ME LLAMASTE!!
- Ni...- kyuubi se levantó lentamente, luego se agachó hasta que su hocico quedara a la altura de la cara de Hadda- Te llamé niñita- luego simplemente resopló.
Pero esta vez Hadda se quedó firme ante el demonio, aunque el aliento casi la lanza hacia atrás.
- ¡¡Nadie me llama niñita!! ¡Entendiste estúpido zorro!
El demonio lanzó una estridente carcajada- No me das miedo niña, ¿o acaso debo recordarte la diferencia entre nuestros Auras?
- ¡Ja! ¿Qué diferencie? Nuestros Auras no son diferentes, ¿quieres verme en acción?- preguntó ella en tono burlón.
- ¿Verte en acción? ¡Ja! ¡No dudarías ni un minuto en batalla contra mí!
- ¿Quieres apostar?- lo provocó la chica con una sonrisa burlona.
Kyuubi no Youko lanzó un poderoso rugido y Hadda retrocedió unos pasos, sin borrar su sonrisa. Entonces tomó una kunai y la lanzó directo a los ojos del demonio, pero también levantó los dedos índice y mayor de la mano derecha, luego dijo:
- ¡Multiplicación de Kunais!- y en lugar de una, cientos de cuchillas atacaron al zorro.
Pero no sirvió de mucho, kyuubi simplemente se protegió con una de sus colas e inutilizó el ataque. Cuando el demonio se centró de nuevo en el lugar donde estaba la chica descubrió que ésta volvía a hacer las posiciones del sello, por lo que le lanzó una poderosa llamarada de fuego. Pero Hadda se desvaneció al ser tocada por el fuego y tanto ella como Toki se abalanzaron sobre los costados del demonio, con un clon de ellos cada uno y entre sus manos, poderosas esferas de energía. Ambos atacaron diciendo:
- ¡Meteoro Gigante!- Hadda atacó por la izquierda.
- ¡Esfera Tifón Gigante!- Toki hizo lo suyo por la derecha.
El meteoro gigante, una inmensa esfera de Aura de fuego solidificado girando a gran velocidad, no golpeó al zorro sino que chocó contra la esfera tifón gigante, una enorme esfera de Aura de viento girando a una velocidad increíble, y ambas técnicas se anularon la una a la otra. Los clones se desvanecieron y los dos jóvenes chocaron uno contra otro. Luego cayeron al suelo, Hadda arriba de Toki.
La risa del zorro resonó en el infinito pasillo. Los dos chicos se levantaron y, con una kunai en la mano cada uno, se pusieron en guardia, espalda contra espalda.
- Hadda, ¿no será mejor que actives tu Oniroku Jigokume?
- No, aún no.
- ¡Qué! ¿Por qué no?
- ¿Por que crees que los Heian tienen habilidades de fuego, Toki?- el chico la miró por encima del hombro- Porque el primer Heian, Nou, hizo un pacto secreto con kyuubi. Él puede sentir la presencia de la sangre Heian, se da cuenta cuando activamos el Jigokume y si eso pasa el Oniroku Jigokume mismo deja de tener sentido, ¿entiendes?
Toki asintió- ¿Y qué vas a hacer?
Hadda sonrió vagamente y un pequeño colmillo sobresalió de sus labios- Ya verás amigo.
Toki abrió la boca para hablar, pero antes de que pudiera hacer algo el kyuubi volvió a lazar una poderosa llamarada. Una vez más los clones desaparecieron al ser tocados por las llamas. Ésta vez el zorro salió por completo de la habitación fue entonces cuando cientos de clones de Toki se abalanzaron sobre él, lo tomaron de las orejas, le taparon los ojos e intentaron amarar las nueve colas. El demonio hizo girar sus colas por lo que los clones fueron desapareciendo. Pero aún seguía sin poder ver nada, por lo que aprovechó para crear clones de ella misma, pero no cualquier tipo de clon, éstos estaban hechos de fuego. Entonces juntó sus manos palma con palma y entrelazó sus dedos meñique y anular, dejando levantados los mayores e índice, entonces dijo:
- ¡Oniroku Jigokume!- sus pupilas giraron lentamente y cuando se detuvieron tenían dos nuevas aspas, más largas que antes, que sobresalían del iris, que seguía tan rojo como siempre- Estás en problemas Kyuubi no Youko.
- ¡Suéltame niño idiota!- el demonio luchaba contra los clones de Toki- ¡No me vas a vencer con tu Jigokume niña!
- Lastima que no tenga el Jigokume normal- Hadda comenzó a hacer las ocho[2] posiciones necesarias para hacer la poderosa técnica; cuando terminó dijo- ¡Kaki no Tenshi![3]- sus pupilas comenzaron a girar velozmente y, detrás del zorro, apareció una especie de portal delimitado por fuego oscuro, entonces Hadda lanzó el mismo fuego por la boca e hizo que el kyuubi cayera dentro del portal, el cual se serró cuando terminó de pasar. Luego la chica sacó un pequeño sello y lo lanzó a las llamas oscuras diciendo- ¡Sello Antifuego!- las llamas fuego absorbidas por el sello, el cual se quemó al instante.
Luego Toki serró la enorme puerta y se dirigió a donde estaba Hadda, la cual desactivó su Jigokume por completo.
- ¿Y ahora que?
- Ahora haremos el sello Toki.
La chica abrió un pergamino y colocó en el centro el sello del Cuarto HiKokuo. Luego ambos comenzaron a hacer las once posiciones. Una vez que las terminaron, sus manos izquierdas se rodearon de Aura y ambos las plasmaron sobre el sello diciendo:
- ¡Sellado de Almas!
Un poderoso viento empezó a soplar y de entre sus dedos comenzó a salir una especie de humo negro que se dirigió a la puerta de acero y creó un nuevo sello en el lugar del anterior. Pero mientras el humo iba tomando forma Hadda comenzó a sentir un terrible dolor en la muñeca izquierda, lo que la obligó a sacar la mano del pergamino. Una vez que el sello se completó, Toki comenzó a sentir un ardor en toda la palma de su mano por lo que también la apartó del pergamino.
- ¿Qué pasó, qué es éste dolor? Creí que no había consecuencias físicas.
- Te quemaste, es todo, pero no te pasará nada más.
- ¿Y qué hay de ti?
Hadda se apretaba la muñeca para intentar calmar el dolor- ¿Yo? Je, yo creé ésta técnica, yo pedí prestados los poderes del Dios de la Muerte, mi alma, cuando muera, servirá eternamente a su mascota.
Toki la miró con la boca abierta. No podía creer que su mejor amiga nunca descansaría en paz, ni siquiera al morir, solo porque había creado esa técnica.
- Vamos Toki, debemos... debo salir de aquí- dijo ello cambiando bruscamente de tema.
- ¿Y cómo vas a hacer?
- Debes despertar.
- ¿Y cómo hago?
- Hum... ¡ha! Ya se- la chica tomó un poco de agua del piso y se la tiró en la cara.
- ¡Hey!
- Jaja, ¡despierta!- gritó de repente, volviendo a lanzarle agua.
- ¡Ha!- Toki despertó bruscamente y se sentó, Hadda estaba dormida en su regazo, por lo que la levantó y la acostó en tres sillas. Había gastado mucho Aura y debía descansar, por lo que no la despertaría por un buen rato.
Se sentó en otra silla y esperó. Al cabo de unos quince minutos él también se durmió, estaba cansado mentalmente, ambos se merecían un largo descanso.


[1] El número 11 surge por la suma de los dígitos de 47, el número de los muertos.
[2] Ocho: el número del incendio.
[3] Kaki no Tenshi: del japonés, “Ángel de Fuego”.


cap 5: La sangre q atrae a la sangre

9 ene 2009

Un misterio faraónico, escenas 5 y 6

Escena 5

Son las 5:45 de la mañana, transcurre en un avión. Jonn McKallan está sentado en el asiento de la segunda línea, con la cabeza pegada a la ventana. Satinne se acerca caminando por el pasillo y se sienta a su lado.

Satinne: - ¿Estás bien? Te ves un poco pálido.
Jonn: - Si, estoy bien, es solo que he dormido muy poco.
Satinne: - Bueno, ahora podrás dormir durante el vuelo.
Jonn: (mueve la cabeza hacia los costados) - No, me es imposible dormir mientras viajo.
Satinne: ¿A caso te mareas?
Jonn: - No, es solo que desde pequeño, cuando viajaba, mi padre me obligaba a estar despierto.
Satinne: (lo mira con ternura) - Tu padre no era muy comprensivo ¿verdad?
Jonn: (vuelve a negar con la cabeza) - Yo era el único varón, y él quería que yo fuera valiente y fuerte para proteger a mis dos hermanas.
Satinne: - ¿Dos hermanas? ¿A caso son más chicas que tú?
Jonn: - Solo una, la otra es mi melliza.
Satinne: - ¿Melliza? ¿Tienes una melliza?
Jonn: (asiente con la cabeza y deja escapar una pequeña lágrima) - Pero supongo que no quieres escuchar tonterías sobre una familia de locos.
Satinne: - Eres mi compañero... y quiero que seamos amigos... y creo que la amistad se construye en base a la confianza.
Jonn: - ¿A... amigos? ¿Quieres que seamos amigos? (suelta un suspiro de risa) - Un inglés y una francesa... ¿Amigos?
Satinne: - No me importa lo que diga la historia, franceses e ingleses pueden ser compañeros, amigos y hasta incluso... (Desvía la mirada hacia el pasillo).
Jonn: (despega por primera ves la cabeza de la ventanilla) - ¿Incluso que?
Satinne: - Hem... nada, olvídalo... solo cuéntame. Si es que quieres, claro...
Jonn: - Bueno... mi padre era un viejo almirante de la marina, y siempre quiso que yo siguiera sus pasos. Por eso siempre me decía que debía proteger a las mujeres que, según él, eran débiles... pero a mi nunca me gustaron los barcos y mucho menos la guerra. Así que cuando mi padre murió, mi madre lo asumió, y accedió a enviarme a la universidad para que estudiara lo que en verdad me fascinaba: la historia.
Satinne: Una historia maravillosa (dijo con los ojos brillosos) - Tu madre debe ser una excelente persona.
Jonn: (se encoje de hombros) - Y que hay de ti, ¿Cuál es tu historia?
Satinne: - Normal, mis padres son los típicos ricachones franceses que quieren tener la familia perfecta, cosa que nunca lograran formar. Como sea, terminé la secundaria y cuando cumplí 19 me fui a estudiar la misteriosa cultura egipcia.
Jonn: - ¿Sola? ¿Te fuiste a estudiar sola?
Satinne: - Siempre estuve sola... prácticamente me crió mi mucama... no tengo hermanos, ni amigas, ni amigos... nada.
Jonn: - ¿De que hablas? Acabas de decir que la amistad se basa en la confianza... yo confío en ti, y espero que tu confíes en mi.
Satinne: (con una leve sonrisa) - Claro que confío... gracias por ser mi amigo...

Jonn le sonríe y al pasar unos minutos, ambos se quedan dormidos.

Escena 6

Es de día, transcurre en el templo dedicado a la diosa Isis. El templo tiene enormes columnas con jeroglíficos tallados en ellas; al fondo, una estatua enorme de Isis amamantando a su pequeño hijo Horus, recubierta de oro y con incrustaciones de hermosos diamantes. A los pies de la estatua, la Reina está arrodillada y en silencio. Entonces llega el príncipe, su supuesto primogénito, y comienza a hablarle.

Ajmotep: (algo nervioso) - Madre, disculpa que interrumpa, pero el Hechicero... él...
Reina: (levantándose y mirando a su hijo) - ¿Que ocurre ahora con el Hechicero?
Ajmotep: - Es que él... Oh, madre estoy muy preocupado...
Reina: - Porque hijo mío, ¿que ocurre? Acaso es otra de las tontas predicciones de ese Hechicero.
Ajmotep: (arqueando las cejas) - Madre, las predicciones... son todo para nuestro reino.
Reina: - Si, puede ser, pero no confío en el hechicero del palacio. Prefiero consultar el futuro con Thot. Él lo sabe todo, el Hechicero, no.
Ajmotep: - Pero madre...
Reina: - Sin peros hijo mío. No importa lo que digan, no confiaré en el Hechicero, él es humano, al igual que todos y no tiene todas las respuestas. Los dioses si las tienen.
Ajmotep: - Bien madre, como digas; no puedo influir en tus creencias. Pero no he venido a hablar sobre tu confianza en él, sino sobre su predicción.
Reina: (suspira como cansada) - ¿Qué dice su predicción ahora?
Ajmotep: - Dice que un mal recaerá en ti, y será por culpa del hermano del Faraón.
Reina: (se ríe) - ¿Crees que tu tío me haría daño?
Ajmotep: - Sabes que él nunca te quiso en la familia madre, yo esperaría cualquier cosa.
Reina: - No, hijo mío. Escucha, tu tío estuvo algo celoso al principio, pero porque tu abuelo, el Faraón Akantanon le dio su preciado rompecabezas a tu padre y no a él.
Ajmotep: - ¿El rompecabezas? ¿Hablas del que...?
Reina: - Si, ese. Tu tío sabe perfectamente que los primogénitos suceden al trono, y por lo tanto él esperaba recibir el rompecabezas como una especie de “consuelo”.
Ajmotep: - Tiene sentido.
Reina: - Si, pero el rompecabezas milenario se sucede de Faraón a Faraón...
Ajmotep: - ¿Entonces yo lo obtendré cuando sea Faraón?
Reina: - Si supongo. (Revolea las pupilas de sus ojos) Eso es cosa de tu padre, no mía...
Ajmotep: - ¿De que hablas? Acabas de decir que se pasa de Faraón a Faraón... madre ¡yo soy tu primogénito!
Reina: - Si, y el general del ejercito. Hijo mío, alguien que es general no puede convertirse en faraón.
Ajmotep: - Pero madre, en nuestra historia hubo muchos faraones guerreros...
Reina: - Si, hijo mío, muchos faraones guerreros, pero ningún guerrero faraón...
Ajmotep: - ¡MADRE! ¡Insinúas que no voy a convertirme en Faraón!
Reina: - Esa no es mi decisión, es la de tu padre y la de Ra.
Ajmotep: (gritando fuera de si) - ¡No lo voy a permitir! ¡Te juro madre, que seré Faraón, cueste lo que me cueste!

El príncipe le da la espalda a la Reina y se marcha furioso del templo. La Reina suspira profundo y mira a la estatua de Isis.

Reina: - Isis, por favor, dame la fuerza... (Sierra los ojos y reza en silencio)
...continuará...

7 ene 2009

Cronicas... cap 4 parte 2

anteriormente:
Pero fue inútil. El rojo Aura de fuego comenzó a rodear a Toki cada vez más y más. Hadda no tuvo otra opción: sacó un pergamino, lo colocó sobre el estómago del chico y luego de hacer la posición del fuego y rodear su mano izquierda de Aura gritó, al mismo tiempo que plasmaba su palma y su Aura en el sello:
- ¡Sellado de Aura Demoníaco!


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El Aura rojo se fue desvaneciendo, y Toki abrió los ojos. Pero Hadda se quedó helada ante la mirada del chico: sus ojos celestes amistosos se habían hecho rojos de pupilas amarillas, completamente demoníacas. Hadda sabía que su amigo seguía teniendo su personalidad, pero debía sellar por completo a kyuubi no youko antes de que fuera demasiado tarde. Entonces, le dijo a Toki:
- Tengo una idea, con mi Jigokume puedo entrar en tu mente. Voy a entrar y juntos sellaremos al kyuubi desde adentro.
Él asintió. Hadda susurró “Jigokume” y sus ojos celestes cristalinos se hicieron rojos y sus pupilas se deformaron para pasar a tener cuatro aspas, parecidas a las de un ventilador de techo, solo que cuereadas y finas en las puntas. Los chicos se miraron fijamente a los ojos y la chica comenzó a girar sus pupilas. En unos segundos ambos habían perdido el conocimiento.
En la mente de Toki -un largo pasillo con varias puertas rojas, antorchas en las paredes y lleno de agua en el piso- Hadda corría desesperada, chapoteando rápidamente, debía llegar al final del pasillo, en donde se encontraba la gran puerta con el sello. Siguió corriendo por unos minutos más hasta que chocó con alguien y cayó al suelo.
- ¡Hadda! Te estaba buscando- dijo Toki tendiéndole la mano- el sello se está rompiendo, ese zorro está escapando.
- No te preocupes, lo sellaremos- contestó ella tomando la mano que su amigo le tendía.
Ambos fueron inmediatamente hacia el final del largo pasillo. La enorme puerta de doble hoja de acero llegaba hasta el techo y, a la altura de un hombre normal, tenía un pequeño pedazo de papel rectangular con tres kanjis escritos en él. El sello que había colocado el cuarto HiKokuo, el padre de Toki, se estaba despegando de una punta y una especie de humo rojo estaba escapando del interior de la habitación contigua.
- El Aura del kyuubi está escapando.
- No solo es el Aura Toki, él está escapando.
- ¡Qué...!- comenzó a decir Toki, pero entonces vio que su amiga hacia una extraña posición de manos.
Estaba arrodillada, tenía sus palmas juntas y sus dedos mayor y meñique entrecruzados, luego separó sus manos y se levantó. Su Aura comenzó a rodear su mano izquierda, entonces saltó y plasmó todo su Aura en el sello diciendo:
- ¡Ruptura del Sello!
- ¡Qué! ¡¡Ruptura!! Rompiste el sello Hadda, ¡estás loca!- comenzó a gritar Toki, pero su amiga lo miró y le dedicó una dulce sonrisa.
- Nunca he estado más cuerda.
- ¡Pero que hiciste!
- Saqué el sello- contestó ella mostrándole el papel que acababa de despegar- para volver a sellarlo. Debemos usar nuestro poder combinado para restaurar el sello de tu padre Toki.
- Pero Hadda, mi padre murió en el instante que creó ese sello, ¿cómo...?
- Tu padre no me conoció Toki- el chica la miró extrañado, eso ya lo sabía, pero no entendía que tenía que ver-. Perfeccioné la técnica de tu padre, ¿lo recuerdas?
Toki buscó en sus recuerdos y se encontró en la casa de Hadda, hace unos catorce años, observando a la chica sellar el alma de un inocente animal en un pergamino, sin sufrir muchas consecuencias (al menos físicas).
- ¿Te refieres a tu técnica de Sellado de Almas?
- Esa misma, Toki debemos...- pero antes de que pudiera terminar la frase una espeluznante voz habló, desde el interior de la habitación sellada.
- Es hora de mostrarles mi poder, niños.
...continuará...

Un misterio faraónico. escena 3 y 4

Escena 3

Son las 23:15 hs. en el Museo de Historia de Estocolmo. Es una habitación alargada, con varios ventanales por donde entra el brillo de la luna llena entrecubierta por las nubes. La habitación está decorada al mejor estilo egipcio: pinturas, jeroglíficos, sarcófagos, símbolos y misteriosos objetos, la mayoría de oro, puestos en vitrinas altamente protegidas por grandes sistemas de seguridad.
Todo está tranquilo, hasta que se ve una sombra que corre muy sigilosamente. La sombra se acerca a la vitrina que contiene algo muy parecido a una pirámide en miniatura de oro. Saca un aparato digital y lo coloca en el vidrio de la vitrina. Justo en ese instante se escucha una voz chillona y, a continuación un pequeño hombrecito que se acerca.

Hombre petizo: - Ten cuidado.
Hombre misterioso: (le dice en un tono de vos muy bajito) - ¡Cállate! Lo arruinarás todo Morfin.
Morfin: (haciendo caso omiso a la advertencia, habla con vos chillona, como si fueran la tres de la tarde) - Es que tengo que decirte al muy importante Mu...
Hombre misterioso: - Shhh... Te dije que no digas mi nombre. Llámame “X”, (sale de entre las sombras y solo se ven sus ojos, ya que tiene el resto de la cara tapada) - Y si quieres conservar la cabeza pegada a tu cuerpo, mas te vale que hables en vos baja.
Morfin: (traga saliva y baja la voz) - Disculpa X. Es que Z dijo que el código fue cambiado y está tratando de averiguar el nuevo.
X: - ¡Uf! Lo que nos faltaba. ¿A quien rayos se le ocurre cambiar el código de seguridad a las 11 de la noche?
Morfin: (se encoje de hombros) - ¿Al director de este museo?
X: - Conozco al director, es un tonto... (Desvía la mirada hacia la derecha) - Nunca se le ocurriría cambiar el código justo ahora (vuelve a mirar a Morfin).
Morfin: - No tengo idea... pero Z me dio este número (le acerca un papelito).
X: (leyendo el papel) - Es un número telefónico (saca un teléfono celular y disca).
Hombre: - ¿Que sucede X?
X: (abre los ojos como dos platos) - Que... quien eres...
Hombre: - ¿No sabes quien soy y tú me llamaste? (se escucha una risa).
X: - No se quien es porque me dijeron que marque este número... ¡IDENTIFÍQUESE!
Hombre: - No importa, puedes llamarme H...
X: - ¿H?
H: - Si, H ¿Tienes algún problema? Ahora escucha, el código ha sido cambiado, alguien nos delató y Z no ha podido descifrar el nuevo código y, lo más importante el jefe...
X: - ¡El jefe! Creí que Z era el jefe...
H: - Pero no lo es... como iba diciendo, el jefe esta enojado, MUY enojado...
X: - ¿Y que quieres que haga, que le de un té tranquilizante?
H: (se escucha una risa sarcástica del otro lado del teléfono) - Que gracioso... ¡Lo que pueden hacer es salir ahora mismo del lugar donde están!

Quien se hacía llamar H colgó el teléfono. X esperó a escuchar el tono del teléfono y también colgó. Se dirigió a Morfin.

X: - Debemos irnos de aquí ¡Pero ya!
Morfin: - ¿Y que estamos esperando? ¡Vámonos!

Morfin y X desactivan los sistemas que habían puesto para burlar la seguridad de las vitrinas y caminan hacia la perta sur de la habitación, pasan por una puerta de rejas, desactivan el sistema antialarma y salen por una escalera que lleva a una ventana del techo. Cuando ya están en el techo un gran remolino de viento les anunció la llegada de su helicóptero. Rápidamente suben a él y se alejan del museo sin dejar rastros.


Escena 4

Transcurre en una habitación cuadrada, con una mesa de madera, sobre ella hay una máscara de la cabeza de Anubis, el dios de la muerte. En el centro hay un caldero ardiente. Entra el hechicero cargada con una bolsa, seguido de su aprendiz.

Hechicero: - Sostén esto (le da tres bolsas) y colócalas sobre la mesa (le señala con la cabeza).
Aprendiz: (toma las bolsas y las coloca sobre la mesa) - Si maestro, pero... ¿que haremos?
Hechicero: - Hechizaremos a alguien, ¡pedazo de tonto!
Aprendiz: - Pero ¿a quien? Y... ¿acaso por orden del Faraón?
Hechicero: - No puedo decirte... pero no es a pedido del Faraón.
Aprendiz: - ¿de la reina?
Hechicero: - ¡No! No es a pedido de nadie de la familia “del trono”
Aprendiz: - Pero creí que usted era el hechicero real.
Hechicero: - Escucha, yo aré las preguntas de ahora en adelante, ¿entendido?
Aprendiz: - Si maestro (baja la mirada).
Hechicero: (revolviendo el líquido del caldero) - Pásame la bolsa de mirra.
Aprendiz: (dándole una bolsita pequeña) - Maestro, creo que se acerca alguien.
Hechicero: (mira la puerta) - ¡Tonterías! (hecha la mirra en el caldero) Pásame las cenizas de papiro.
Aprendiz: (le pasa un frasquito) - Pero escuché pasos.
Hechicero: (hecha las cenizas y lo mira) - No seas tonto... bueno, por lo menos intenta ser menos tonto de lo que eres.
Aprendiz: - Pero maestro...
Hechicero: - Sin peros... pásame el objeto personal de los desafortunados hechizados.
Aprendiz: (le pasa un cetro de oro) - Disculpe, pero ¿dijo “los” desafortunados?
Hechicero: - Si, los hechizados son cua...

En ese mismo instante entra de repente en la habitación el hijo mayor del Faraón, el príncipe Ajmotep.

Ajmotep: - ¿Por qué no terminas la frase hechicero?
Hechicero: - Oh, hem... ¡Príncipe! (se inclina frente al príncipe) Bueno... yo...
Ajmotep: - ¡Termina la frase! ¿Cuántos son los hechizados?
Hechicero: - Cua... cuatro.
Ajmotep: - Y dime, ¿a pedido de quien?
Hechicero: - Cuanto lo lamento señor... pero la ley prohíbe al hechicero revelar la identidad del pedidor.
Ajmotep: - Y supongo que también sabes que el Faraón es la máxima autoridad y nadie puede atreverse a desobedecerlo, ¿no?
Hechicero: - Si, pero... señor usted es el príncipe...
Ajmotep: - Si, pero pronto seré Faraón, muy pronto...
Hechicero: (abre los ojos y se levanta) - Señor, usted... usted fue... fue quien me...
Ajmotep: - ¡Que yo fui que!
Hechicero: (vuelve a arrodillarse bruscamente) - Nada, olvídelo... y, dígame señor, ¿A que a venido?
Ajmotep: - Solo quería saber, por orden de mi padre, si ha visto algo acerca de los invasores del sur.
Hechicero: (se levanta) - Bueno, las corrientes, las nubes y las manchas en el papiro solo dicen que un conflicto recaerá sobre la Reina y su tío.
Ajmotep: - ¿Mi tío? Bueno, supongo que ellos nunca se han llevado muy bien... (Se acerca a la puerta) Bien, recuerde que mi padre requiere de su presencia al atardecer.
Hechicero: - Si, ahí estaré, señor.

El príncipe sale de la habitación y el hechicero golpea bruscamente el caldero, volcando el contenido al suelo.
....continuará...

5 ene 2009

Cronicas... cap 4. parte 1

En el cáp. anterior:

- ¡Mei, Toki, ya volvieron!
- ¡¿Hadda, Keiichiro-sama está en su oficina?!- le preguntó Toki tomándola de los hombros.
- Hem si, ¿Por qué?
- Una Serpiente que pertenece a Caelum Sanguis nos atacó por el camino, ahora Tsutomu-sama está peleando contra él- explicó Mei.
- ¡¡Caelum Sanguis!! ¡NO!- la chica Salió corriendo inmediatamente hacia la oficina de la HiKokuo, dejando a los dos chicos boquiabiertos, que luego la siguieron- “No puede ser, ya comenzaron a actuar... aunque si mandaron a un samurai solo debe ser para distraernos, como sea, hay que tener la guardia en alto...”


Cáp. 4: El poder del zorro.

- ¡QUÉ! ¡¡Tan rápido!!- Keiichiro se puso de pie de un salto al escuchar a Hadda. Inmediatamente después Toki y Mei entraron en la oficina.
- Mei, busca a Kaichi, Kazuo y al líder SSEG y diles que vengan aquí, ¡rápido!
- Ha... ¡Si!- sin pensarlo Mei desapareció dejando atrás una nube de humo.
- Hadda, no sabemos si ese samurai venía solo o no, pero no podemos arriesgarnos, lleva a Toki a un lugar seguro que solo tu conozcas- Hadda asintió, Toki abrió la boca para hablar pero fue interrumpido-. No salgan hasta que les de la señal, ¿si?
- Si- contestó Hadda. Tomó a Toki del brazo y levantó sus dedos índice y mayor de la mano izquierda al mismo tiempo. Al instante desaparecieron sin dejar rastros.
Aparecieron en lo que parecía ser una callejuela abandonada: las ventanas y puertas de las casas estaban rotas, no había luces, las calles estaban llenas de hojas secas y basura y las paredes tenían grietas y estaban despintadas.
- ¿Hadda, en donde...?
- Shhh... Ven, sígueme- lo calló ella en un susurro.
La chica se metió en una casa, Toki la siguió. Al pasar por la puerta supo donde estaban: la casa estaba amueblaba como si viviera una familia completamente normal, solo que las cosas eran viejas, estaban rotas y llenas de polvo, en el marco de la puerta había un pequeño símbolo: una llama de fuego negra con alas blancas. El símbolo Heian apenas se veía de lo despintado que estaba, pero para Toki era inconfundible, lo había visto miles de veces en la ropa de quien fuera su mejor amigo.
- Hadda, ¿qué hacemos en el barrio Heian?
- Habla despacio, si. Sígueme, estaremos bien por aquí.
- ¿He? Hadda, hace diecinueve años que nadie entra en esta casa, como piensas estar aquí por quien sabe cuanto tiempo.
- Cállate y sígueme.
La chica abrió una puerta, daba a una escalera de caracol de piedra que descendía. Tomó una vela la prendió y comenzó a bajar. Toki la siguió, esta vez en silencio. El sonido de sus pasos retumbaba como gotas de agua en el suelo de una caverna. Cuando la escalera terminó, se encontraron en una enorme sala con muchas puertas, probablemente tendría el mismo tamaño de dos casas de las que estaban arriba. La chica atravesó la sala con paso seguro y se detuvo ante un espacio en la pared en donde no había puertas. Golpeó suavemente con el talón el piso. Sonó a hueco; entonces sonrió, levantó la madera -que resultó ser una puerta trampa- y le hizo a Toki un gesto con la mano para indicarle que la siguiera.
Otra escalera, esta vez normal y de madera. Las tablas estaban algo flojas y carcomidas, mientras que las barandas no se podían tocar ya que habían servido, por casi dos décadas, de alimento para termitas. Cuando lograron llegar a suelo firme se encontraron en una habitación cuadrada -mucho más chica y oscura que la anterior- con una mesa en el centro y unas veinte sillas alrededor. De repente Hadda tiró una shuriken hacia arriba que le pegó al marco de la puerta trampa, la cual se serró, dejándolos a la luz de la pequeña vela.
- ¿Hadda que es esto?- preguntó en un susurro.
- Ahora sí puedes hablar tranquilo Toki, estamos a salvo.
- Oh, bien. ¿Ahora me puedes decir que está pasando, donde estamos, y porque estamos aquí?
- Bueno... Caelum Sanguis amenazó con destruir la aldea si no te le entregas. Estamos en la sala de reuniones secretas del Clan Heian y vinimos aquí para que estés a salvo.
- ¡Otra vez Caelum Sanguis! ¡Debimos acabar con ellos cuando tuvimos oportunidad!
- Toki dime, ¿cuándo tuvimos oportunidad contra ellos?
- Cuando secuestraron a Kai, debimos matar a Shusei y Kasuya, al marionetista y a Yusei.
- Si lo hubiéramos hecho habrían conseguido un reemplazo, siempre lo hacen.
- ¡¿Si siempre lo hacen porque no reemplazaron a Genji?!
- Porque Genji-sama se llevó el collar del sello, por eso. La única forma de destruir Caelum Sanguis es matar uno por uno a sus miembros y sacarle los sellos a los cadáveres. Y sabes lo difícil que es asesinar a uno de ellos.
- Si, porque siempre andan en parejas.
- Exacto, y todos son poderosísimos ninjas asesinos de los más peligrosos. No puedes matarlos así como así, como si fueran simples insectos. Ellos son como las cucarachas Toki.
- ¿He, cucarachas?
- Si, resisten todo tipo de ataques, aunque les cortes la cabeza siguen vivos, se adaptan muy fácilmente a cualquier circunstancia y solo las matas dándole un fuerte y preciso pisotón.
- ¡Entonces por qué no damos el pisotón!
- Porque primero hay que encontrarlos o esperar a que salgan a buscar lo que necesitan, ¿entiendes?
El chico no dijo nada, solo asintió. Hadda se sentó en una silla y serró los ojos por un momento, en los ojos de Toki había aparecido por un brevísimo instante el brillo de los ojos del kyuubi. Debía mantener tranquilo a su amigo o sería muy difícil controlarlo.
Toki comenzó a caminar tranquilamente por toda la habitación, observando cada detalle: las paredes y el piso eran de piedra, como en una caverna, había una especie de porta antorchas cada unos dos metros, por lo que le dijo a Hadda si no podía prender alguna para iluminar la habitación. La chica hizo la pose de manos del fuego -yemas del dedo índice y mayor de ambas manos unidas- y lanzó una bocanada de fuego que encendió un sistema de antorchas que iluminó por completo la habitación.
Solo entonces Toki se dio cuenta de que en la pared norte había una especie de altar con un pergamino en él. Se acercó, le sacó el polvo de un soplido y comenzó a leer. El pergamino contaba el secreto del Tecnica Ilusoria del cal Heian. Estaba a punto de preguntarle algo a Hadda cuando un agudo e intenso sonido lo aturdió. Miró a su amiga, ella también lo había sentido, ya que tenía las manos tapándole los oídos.
- Had... ¡Ha!- el sonido fue tan fuerte que cayó de rodillas. Entonces comenzó a sentir dentro suyo la vos del maldito demonio que dormía en él- Ahora es mi turno chico, no te preocupes, voy a matar a todos esos ninjas de túnicas negras ¡No! ¡Cállate demonio! ¡Cállate y vuelve a tu jaula!
- Toki... Toki...- Hadda intentaba despertarlo, pero no podía, el sonido los había afectado mucho a ambos, más a su amigo que a ella- Vamos, despierta amigo, no dejes que el kyuubi te domine, vamos.
Pero fue inútil. El rojo Aura de fuego comenzó a rodear a Toki cada vez más y más. Hadda no tuvo otra opción: sacó un pergamino, lo colocó sobre el estómago del chico y luego de hacer la posición del fuego y rodear su mano izquierda de Aura gritó, al mismo tiempo que plasmaba su palma y su Aura en el sello:
- ¡Sellado de Aura Demoníaco!



.... continuará....

Un misterio faraónico. escena 1 y 2

hola, aca estoy despues de un tiempo sin publicar... bueno, este es un guión q originalmente era para el colegio q despues modifiqué hasta q quedó acorde a mi idea original... tiene en total 14 escenas... espero q les guste...

Escena 1

Es de día, en una habitación cuadrada de piedra con muchos adornos de oro y jeroglíficos egipcios pintados en las paredes. En el centro hay una cama, contra la pared derecha hay un escritorio de piedra donde hay un cetro, pulseras y otros objetos de oro. En el centro de la habitación esta el faraón y, sentado al escritorio, el hechicero real.

Faraón: (le lee al hechicero) - La siguiente ley dice “todos los faraones tienen derecho a elegir a su reina, sin importar a que clase social pertenezca esta”.
Hechicero: - Pero mi señor ¿No cree que los dioses se enojarán con esta nueva ley?
Faraón: - No, porque ellos ya me dieron su aprobación.
Hechicero: - Pero mi señor, esta nueva ley reformaría todas nuestras tradiciones ancestrales.
Faraón: - ¿A si? Entonces dime, ¿Quién es el Faraón aquí?
Hechicero: - Usted mi señor.
Faraón: - Correcto, y si soy el Faraón entonces mi palabra...
Hechicero: (bajando la cabeza) - Es la ley.
Faraón: - Correcto. Ahora hechicero, déjame solo, necesito concentrarme en el discurso.
Hechicero: (se levanta y hace un reverencia al Faraón) - Si mi señor.

Vuelve a hacer otra reverencia y sale de la habitación. El Faraón comienza a caminar por toda la habitación y hace como que lee la nueva ley frente al pueblo. Cuando termina entra en la habitación la reina aplaudiendo suavemente.

Reina: (abraza al Faraón) - Te ves como un verdadero dios.
Faraón: (se da vuelta, la mira a los ojos y suelta un pequeño suspiro de risa) - ¿De verdad crees que podré gobernar esta gran imperio?
Reina: - Claro que si, esta en tu sangre, eres El Faraón de Egipto... pero yo, en cambio... (Baja la mirada).
Faraón: - Eres mi reina (le levanta la cara muy suavemente con su mano derecha hasta poder mirarla a los ojos) - Yo te elegí, y sé que serás la mejor reina que tendrá Egipto jamás...
Reina: - Como puedes confiar tanto en una simple hija de escultor.
Faraón: - Porque no solo eres la hija del mejor escultor de todo Egipto, sino que también eres mi reina, y lo más importante, eres la mujer que amo.

Miró a la Reina cariñosamente y ella le dedicó una sonrisa tímida.

Faraón: -¡Ha, casi lo olvido! (se da vuelta y se dirige al escritorio, toma uno de los brazaletes más adornados y se lo coloca a la reina en la muñeca derecha) - Este es el brazalete de Isis.
Reina: (lo mira fijamente) - ¿Isis? ¿Y porque me lo das a mi?
Faraón: - Te lo doy porque eres mi reina, y como todas las reinas debes llevar siempre este brazalete.
Reina: - No creo poder controlar los ancestrales poderes que este brazalete posee, ya le he fallado a Isis una vez y no se si me perdonará si vuelvo a cometer un error.
Faraón: - ¡Oh! Vamos, se que Isis no es de las diosas más calmas pero ella te dio su bendición al nacer y te protegerá hasta el día en que te embarques al Reino de Anubis.
Reina: (mira hacia abajo y deja caer unas finas y silenciosas lagrimas) - Gracias mi Faraón.

Antes de que el Faraón pueda responderle algo la Reina le dedica una reverencia y sale de la sala dejando al Faraón sólo, con un gesto de desconcierto en la cara.


Escena 2

Son las 16:00 hs. en una habitación cuadrada, con paredes grises y una pequeña ventana detrás del escritorio; en la pared izquierda hay una estantería. Con algunos libros, adornos y portarretratos. En la pared derecha hay un cuadro de un paisaje chino donde se divisa a lo lejos La Gran Muralla China. Enfrente del escritorio hay dos sillas de madera, con respaldo de cuero. Arriba del escritorio hay una lámpara moderna, fotos, papeles sueltos y varios mapas desparramados. Sentado en su silla está el joven historiador inglés Jonn McKallan. De repente, golpean la puerta muy suavemente.

Jonn: (levanta la vista hacia la puerta) - Adelante.

El picaporte baja suavemente y entra en la habitación una joven con un saco bordó. Al verla Jonn se levanta y se dirige hacia ella.

Jonn: (le toma la mano derecha y se la besa) - Buenos días mademoiselle.
Joven: (suelta una risita) - ¡Oh! Eres un inglés muy caballeroso.
Jonn: - No por nada la mayoría de los sir son ingleses (le guiña un ojo).
Joven: (se ríe) - Ya no quedan muchos hombres como usted Dr. McKallan.
Jonn: - Puedes llamarme simplemente Jonn.
Joven: - Bien, simplemente Jonn, y tu puedes llamarme Satinne.
Jonn: (sonriendo) - Permíteme tu saco.
Satinne: (se saca el saco) - Muchas gracias.
Jonn: (cuelga el saco y luego se sienta en su silla) - Siéntate.

Satinne se sienta en una de las sillas y saca de su cartera una notebook.

Satinne: (coloca su notebook sobre el escritorio) - Bien, según mis fuentes uno de los objetos fue encontrado en un ataúd en Estocolmo.
Jonn: - Se sospecha que es algo así como un rompecabezas de oro macizo (le muestra una foto que muestra una especie de pirámide de oro con jeroglíficos) - Pero no están seguros, porque tiene marcas de piezas pero no han podido desarmarlo.
Satinne: - Me han dicho que el otro lo encontraron en un pequeño pueblito al sur de Tokio.
Jonn: - Así es, es una especie de brazalete (le muestra otra foto, esta vez de un brazalete de oro con hermosos y brillantes perlas).
Satinne: - Con fotos no puedo hacer nada; debo ver y analizar cada detalle para poder descifrar por lo menos a que época pertenece.
Jonn: - Bien, entonces mañana a primera hora viajaremos a Estocolmo y comenzaremos la verdadera investigación. ¿Te parece?
Satinne: - Perfecto. (Se levanta, toma su saco y toma el picaporte) - Entonces... nos vemos mañana...
Jonn: - Espera, creí que habías llegado hoy de Francia.
Satinne: - Si. Así es.
Jonn: - ¿No estás cansada de viajar? Si quieres puedo cambiar los planes y...
Satinne: (antes de que Jonn pueda terminar la frase) - ¡Claro que no! Estoy un poco cansada si, pero no retrasaré la investigación... (Mira hacia arriba como pensando en vos alta) - Bueno será mejor que valla a mi hotel a dormir un poco.
Jonn: - Entonces, nos vemos mañana a las 5:30 de la mañana, en el aeropuerto.

Satinne sonríe y sale de la oficina. Jonn vuelve a sentarse en su escritorio con una gran sonrisa y comienza a acomodar sus papeles.
... continuará....