La guerra de los plomisos.
“Las consecuencias fueron terribles” “Esto es lo que hemos causado” “Así se ve lo que alguna vez nos vio crecer”.
Eso era lo que escuchaba cada vez que encendía el televisor y sintonizaba el satélite informativo. Le causaba una tremenda desesperación ver las imágenes de un inmenso desierto por donde alguna vez habían pasado las aguas del Amazonas, ese río que él tanto había amado cuando su especie vivía allí.
Él era un joven humano, viviendo como todos los demás humanos en un planeta diferente al suyo, a él le había tocado vivir en el planeta más tormentoso: Júpiter. Su nombre era John, había nacido en el planeta Tierra en plena revolución informática, había luchado por los derechos ambientales toda su adolescencia y amaba la Tierra; pero cuando él tenía tan solo 19 años se produjo un desastre, un gran desastre, tan grande que ni los humanos ni los demás animales pudieron detener.
Entonces hubo una migración interplanetaria: los pocos humanos sobrevivientes tuvieron que huir a diferentes planetas del Sistema Solar, pero se encontraron con una gran sorpresa: Marte, Neptuno y Venus tenían una superpoblación por ser, después de la Tierra, los planetas más aptos para la vida.
John, junto a su anciana madre, habían tenido que ir de planeta en planeta hasta encontrar un “hogar” en Júpiter. Desde allí, John observaba como su amada Tierra se desvanecía y él seguía ahí sin poder hacer nada. Bueno, en realidad, no hacía nada directamente, porque él había creado unos seres gigantescos, capases de sobrevivir a las cambiantes condiciones terrestres: los plomisos.
Los plomisos habían sido enviados a vagar por el planeta Tierra en busca de alguna esperanza para que los humanos puedan volver a su verdadero hogar; pero éstos, tal vez por alguna falla en sus circuitos o por alguna otra extraña razón, se habían revelado contra sus creadores y habían tomado a la Tierra como propia. Esto entristecía aún más a John, que lo único que quería era volver a su planeta.
Pero un día una noticia inesperada obligó a los jupiterianos a dejar marchar a John; la noticia de que en un remoto lugar de la Tierra un plomizo había encontrado algo muy extraño. Así que John no dudó ni un minuto y se transportó como pudo a su planeta.
Al llegar allí se entristeció mucho, todo era peor de lo que se mostraba por la televisión: los plomisos recorrían la devastada superficie de lo que alguna vez había sido un planeta vivo y combatían en lugar de los hombres contra unos seres extraños de color verdoso, con extremidades excesivamente delgadas, cabezas enormes y pequeñísimos ojos color violeta.
Todo lo que John y los demás humanos sabían era una total y completa mentira, los plomisos no se habían revelado contra ellos, ni habían tomado el control del planeta; ellos simplemente estaban defendiendo a la Tierra de los jupiterianos.
John estaba atónito, los seres que le habían brindado protección solo estaban tendiéndoles una trampa, para así quedarse ellos con la Tierra y dejarles Júpiter a los humanos, que como tontos creerían que vivirían mejor allí.
Pero el engaño no duró mucho más. John y los plomisos combatieron y expulsaron a los jupiterianos, así, los humanos pudieron volver a la Tierra y abastecerse con los nuevos recursos que los plomisos habían descubierto; por los menos hasta que los humanos vuelvan a actuar como humanos y vuelvan a causar el desastre ambiental una vez más y la historia se repita infinitamente...
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